EL ADMIRABLE SIGLO XIII: POETAS, INTELECTUALES Y GUERREROS
Enviado por iraaranburu • 23 de Abril de 2013 • 2.676 Palabras (11 Páginas) • 801 Visitas
Alfonso X el Sabio: Por vez primera en la historia española aparece un rey intelectual, es decir, preocupado por el saber y por los misterios del mundo y del hombre. Ese rey fue Alfonso X de Castilla, justamente apellidado el Sabio. Su padre, Fernando 111 (1217-1250), había dado un avance prodigioso a la Reconquista con la toma de las ciudades arábigo-andaluzas más florecientes: Córdoba cayó en su poder en 1236, Jaén en 1242 y, por fin, Sevilla en 1248. No pasaría a la historia don Alfonso por sus dotes de guerrero, sino por algo que le granjearía mayor gloria: fue un propulsor extraordinario de cultura, dotado de un sentido civilizador, que imprimió a todas sus obras, y de una visión totalizadora del mundo y de los seres humanos.
Aprovechando un centro cultural de traducción y copia de libros que había existido en Toledo, Alfonso X el Sabio, organizó en esa ciudad una institución, a la que se ha dado el nombre de Escuela de traductores de To/edo. Con hombres sabios, cristianos, moros y judíos y con la añadidura de algunos más extranjeros, se formó la Escuela, que tuvo su sede en el castillo de San Servando, que aún hoy podemos admirar, ya que continúa al otro lado del río Tajo, enfrente de la ciudad. El grupo de estudiosos allí reunidos trabajó bajo la dirección personal del rey. Las obras que resultaron de ese admirable trabajo de equipo pueden c1asificarse bajo un denominador común: el interés por el hombre y por la historia humana.
Atendiendo al pasado, Alfonso X el Sabio y su' equipo de traductores y eruditos escribieron dos libros de historia: la Crónica General o Estoria [sin h] de España, y la General Estoria. En la primera, se trató de hacer una síntesis de todas las noticias habidas sobre la Península Ibérica desde sus más remotos orígenes hasta el reinado de Fernando III el Santo. En la General Estoria, la ambición informativa fue aún mayor, pues el rey se propuso narrar la historia de todos los pueblos conocidos hasta el siglo XIII. El proyecto, como es de suponer, fue un sueño irrealizable en su totalidad, es más, ni siquiera llegó a realizarse una mínima parte de él, pues quedó interrumpido en el punto y momento en que se trataba de ¡San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María!
Como gobernante que fue, el rey Alfonso planeó y dirigió obras de suma utilidad para sus súbditos, la más notable de todas ellas fue el código de las Siete Partidas. Tal vez el propósito de componer un código de leyes que abarcase la materia civil, la militar y la penal, y en donde no faltasen normas sobre la constitución del Estado y no se echara en olvido otras más sobre comportamiento y educación de los príncipes del reino, la nobleza y el pueblo, surgió en la mente del rey, ante la caótica situación de su reino, donde cada ciudad, incluso muchos pueblos y villas, tenían sus propias leyes civiles y penales. Los castellanos se regían por los fueros propios de cada sitio, y por ello, delitos que en una ciudad eran castigados con la pena de muerte, en otra, a veces cercana, recibían un castigo benigno o quedaban libres tras el pago de una multa pequeña. Las Siete Partidas, llamadas así por estar dividida la obra en siete partes (división que acaso tuvo algo que ver con las siete letras del nombre del rey, o porque el siete era el número mágico de gran tradición), ofrecen una visión fascinante de la sociedad española en el siglo XIII, la imagen de un rey sabio, consciente de su papel de protector de la justicia y la ley y amparador de sus vasallos, nobles y plebeyos, poderosos y humildes. Algunos de los, textos venerables de las Siete Partidas se recuerdan con devoción y bastante añoranza: La Universidad («Estudios» llaman a esa institución académica Las Partidas) es «ayuntamiento de maestros y escolares que está hecho en algún lugar con voluntad y con entendimiento de aprender los saberes», y debe tener «buen aire y hermosas salidas ... (... ) para que los maestros y escolares vivan sanos y puedan descansar y recibir placer a la tarde cuando se levantaren cansados del estudio».
Para ocio y diversión de sus vasallos, el rey Alfonso ordenó la composición de El libro del ajedrez, dados y tablas, el más famoso de su especie en toda la Edad Media europea. Fue redactado en Sevilla en 1283, y su manuscrito se conserva en la biblioteca del Monasterio del Escorial. El manuscrito está ilustrado con preciosas miniaturas que muestran a caballeros y damas sentados en el suelo sobre cojines, en torno a un tablero de ajedrez. Se explican en el texto las jugadas e incluso se explica a los maestros ebanistas cómo deben hacerse las piezas del juego. Otra importante obra alfonsí es El Lapidario, tratado sobre piedras preciosas y semipreciosas, en cuyas páginas, juntamente con la descripción de cada mineral - tamaño, color, lugar donde puede hallarse, etc. -, aparece un dibujo en colores (es decir, una miniatura, que era la forma de ilustrar los códices en la Edad Media) que representa la piedra descrita en el texto. Por último, se dice también la virtud de cada piedra, esto es, el poder que tiene contra las enfermedades y contra o a favor de sentimientos y pasiones como el amor, el odio, la amistad, la ambición, etc.
Una de las grandes preocupaciones de los hombres medievales, fue la Astrología, ciencia o sapiencia que trata del destino del hombre supeditado a la fecha de su nacimiento y ésta a los signos celestes del Zodíaco. No nos asombremos: en nuestros días cientos de revistas semanales acostumbran a dar el horóscopo, y hay gentes, no precisamente incultas, que se interesan por saber si usted es Escorpión, Leo, Piscis o Libra. Los estudiosos de la corte de Alfonso X el Sabio también redactaron manuales de Astrología, traduciendo o consultando tratados árabes: el Libro de las Cruces, el Libro complido en los juicios de las estrellas y el Picatrix son buenos ejemplos de tales curiosidades. Más interesantes, desde el punto de vista científico, aunque se tratase de una ciencia en mantillas, son los Libros del Saber de Astronomía, en los que, con los precarios medios que pueden suponerse, intentaron la descripción del firmamento.
Finalmente, queda por reseñar la verdadera obra de creación personal de Alfonso X el Sabio: las Cantigas de Santa María. Se trata de 527 poemas, escritos en lengua galaico-portuguesa y dedicados a la devoción de la Virgen María. La mayor parte de esos poemas son historias inspiradas en leyendas españolas y europeas en las que la Virgen es loada como benefactora de mortales que acuden a Ella en demanda de auxilio, para escapar de un peligro o librarse de una situación comprometida. La cántiga 94 es famosa internacional mente, y en ella se han inspirado multitud de obras. Allí se relata la historia de una monja tesorera que abandona el convento por causa del amor a un hombre, pero antes de huir
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