EL LENGUAJE CIENTÍFICO EN LA SOCIEDAD
Enviado por SAN19LAG • 12 de Junio de 2017 • Resumen • 1.045 Palabras (5 Páginas) • 151 Visitas
- MAPA CONCEPTUAL DE LENGUAJE CIENTIFICO.
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- MAPA CONCEPTUAL DE METODOS DE LA CIENCIA.
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- DIAGRAMA DE RELACION ENTRE CIENCIA SUS PROBLEMAS
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EL LENGUAJE CIENTÍFICO EN LA SOCIEDAD Javier Cano Plasencia Santa Teresa de Jesús javicanop@hotmail.com 1. INTRODUCCIÓN Hace unos años asistí a un curso llamado “Relaciones entre ciencia y sociedad”, organizado por el consejo de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura. Andaba por aquella época a un tiro de piedra de acabar la carrera de biología, y aquel curso me garantizaba la consecución del total de créditos de libre elección necesarios para licenciarme. Aunque, como en botica, allí hubiera un poco de todo, algunas de las charlas que se impartieron tocaron con exactitud las claves para entender el innegable grado de desconexión existente entre el lenguaje científico y la sociedad actual. La sociedad, conviene aclararlo desde el principio, no es en absoluto culpable de que una minoría de la comunidad científica pretenda establecer una celosa exclusividad sobre el conocimiento de la ciencia. Me refiero a grupos de profesionales que, al dominar cierta área concreta, disfrutan y alimentan su ego dando explicaciones rimbombantes y dejando en la más absoluta confusión al profano en la materia que haya cometido la osadía de interesarse por el tema. En realidad, este hecho es perfectamente extrapolable a casi cualquier campo profesional. Tan solo hace falta echarle un poco de imaginación: informáticos que se recrean en discursos plagados de incomprensibles tecnicismos o fontaneros que hacen de la explicación de una avería un tratado de física cuántica son tan solo algunos ejemplos de ello. De hecho, cualquier estudiante de carrera de ciencias, empezando por un servidor, ha sentido alguna vez la tentación de convertirse en uno de ellos. Ponerse una bata blanca, adoptar una pose melodramática y darle al mundo una clase maestra sobre aquello que probablemente ha escuchado por primera vez en la clase del día anterior. El problema real viene cuando, una vez que se ejerce profesionalmente en el campo de las ciencias, nos empeñamos en seguir cayendo una y otra vez en el mismo error. El Lenguaje científico en la sociedad – Javier Cano Plasencia – ISSN: 1989-9041, Autodidacta © 67 En este tema, afortunadamente, no se puede generalizar. De hecho todos, en uno u otro momento de nuestra formación académica, nos hemos encontrado con argumentos para ello: profesores privilegiados que consiguen hacer de su materia un pasatiempo. Personas tan brillantes que han sabido conservar su humildad; capaces de desgranar conceptos complejos hasta hacerlos tan comprensibles que, casi por arte de magia, despiertan en uno inquietudes hacia el objeto de estudio. Por desgracia, también casi todos hemos tropezado con la cara inversa de la moneda. Individuos que, lejos de difundir el conocimiento, cometen la irresponsabilidad de intentar preservarlo como un tesoro que fuera a desgastarse por el uso. Tampoco los medios de comunicación, tan eficientes a la hora de transmitir con exactitud milimétrica ciertas noticias de dudoso interés, pueden presumir precisamente de colaborar en la divulgación de la ciencia entre la sociedad: casi todo se reduce, salvo honrosas excepciones, a noticias puntuales – y no siempre del todo rigurosasen una escueta sección de un periódico o en la parte final de un telediario. En este ámbito merece mención aparte el tratamiento que desde la publicidad se hace de algunos términos científicos usados de forma ambigua, engañosa y, en la mayoría de los casos, completamente disparatada. En realidad, si se analiza un poco, es un hecho casi tan lógico como lamentable: presentar algo que lleva muchos años en el mercado como un producto novedoso resulta más fácil si nos ayudamos de un par de sucedáneos de términos científicos que den el pego a primera vista. Así nos encontramos con jabones de baño con esencia de “Rosmarinum Officinalis” (nombre científico de la planta del romero), yogures con “L. cassei inmunitas” (la letra L hace alusión al género bacteriano Lactobacillus, presente en el 95 % de los yogures comerciales) o cereales ricos en “forticalcio plus” (en este caso me van a permitir no entrar siquiera en explicaciones). Créanme: si un experimento científico consigue resultados exitosos, la claridad de sus conclusiones será absoluta. No hay por qué engañar si el trabajo es bueno. Es en los casos contrarios, aquellos en los que lo que prima es ocultar carencias, cuando se recurre a este tipo de tretas que acaban consiguiendo que buena parte de la sociedad haga uso de estos términos científicos como objeto de mofa. ¿Consigue la comunidad científica –término, por cierto, al que también convendría sacudirle la caspa- llegar hasta todos los sectores de la sociedad? A continuación se intentará, de una forma breve y muy personal, analizar algunas de las claves para llegar a contestar a esta delicada pregunta.
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