Educacion
Enviado por jaaf • 28 de Julio de 2013 • 1.329 Palabras (6 Páginas) • 208 Visitas
Para escribir el presente artículo, me basaré en el texto de Sigmund Freud sobre “Psicología del colegial” (1914).
El psicoanálisis, a diferencia de otras disciplinas, se centra más en los procesos afectivos (versus los procesos intelectuales) y en los procesos inconscientes (más que en los conscientes).
Tal y como dice Freud, entre los alumnos y los profesores existe “una corriente subterránea” que los une. Esta corriente subterránea implica un lazo afectivo inconsciente, emocional, responsable de las “actitudes y comportamientos” conscientes. En base a esta ligazón, el alumno puede sentir hacia el profesor:
• Odio (rechazo) / amor
• Simpatía / antipatía
La importancia del profesor es tal que el alumno construye su personalidad en base a éste: o bien tomándolo como modelo de “identificación” (lo cual provoca que el alumno quiera parecerse a él) o bien como modelo de “des-identificación” (lo cual provoca que el alumno desee diferenciarse del profesor).
En las interacciones profesor-alumno, tal y como apunta Freud en su texto, se producen muchos afectos, en base a dos ejes fundamentales: agresividad u odio (rebelarse, buscar defectos en el otro) y amor (sentirse orgulloso del otro, valorar su sabiduría, sus virtudes, etc.).
Este eje amor-odio es el que produce todos los fenómenos relacionales entre el profesor y los alumnos:
• Eje del odio: lleva a la crítica y a la destructividad
• Eje del amor: lleva a la veneración y a la productividad
Freud, muy sabiamente, sostiene que estos dos afectos se dan en todo sujeto y subraya que coexisten en toda personalidad, es decir, nunca se dan de manera “pura” (“Desde un principio tendíamos por igual al amor y al odio, a la crítica y a la veneración”).
Es decir, el vínculo profesor-alumnos está fundamentado en una ambivalencia afectiva (experimentación de amor y odio simultáneamente).
El psicoanálisis nos enseña que las actitudes afectivas hacia otras personas quedan definidas en los 6 primeros años de vida.
Los alumnos ingresan a la formación escolar primaria, generalmente con 6 años de edad, con una actitud afectiva básica ya instalada en su personalidad.
Esta “actitud afectiva básica” supone tener unos patrones relacionales (forma) y unos contenidos emocionales (tono afectivo) hacia personas del mismo sexo y hacia personas del sexo contrario.
Freud da un carácter de fijeza a estas actitudes afectivas básicas. De su texto se infiere que la ambivalencia afectiva será permanente en el sujeto, aunque podrá dirigirla y desarrollarla de diversas maneras (“a partir de ese momento podrá desarrollarlas y orientarlas en distintos sentidos, pero ya no logrará abandonarlas”).
La base, los cimientos de esta “actitud afectiva básica” es la relación del sujeto con sus padres y hermanos.
Freud dirá que “todos los hombres que haya de conocer posteriormente serán, para él, personajes sustitutivos de estos primeros objetos afectivos (quizá, junto a los padres, también los personajes educadores), y los ordenará en series que parten, todas, de las denominadas imágenes del padre, de la madre, de los hermanos, etc.”.
Es interesante esta idea de que, cuando un sujeto se relaciona con otros, se “transfieren” los afectos ya experimentados con padres y hermanos.
En cierta manera, Freud está diciendo que todos los seres humanos repetimos en el presente los mismos afectos experimentados en el pasado, de manera inconsciente, sin que la “persona real”, la “persona que tenemos delante” participe.
Freud añade que “todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son seleccionadas sobre la base de las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos primitivos haya dejado”.
Es decir, Freud sostiene que, de alguna manera, todos los seres humanos, de manera inconsciente, buscamos algo en los demás que nos recuerde a nuestros padres o hermanos.
Esto creo que implica que en toda relación humana, sea de la índole que sea, existen rasgos narcisistas (buscar lo semejante, lo que una vez vivimos
...