El Aborto
Enviado por r.o24 • 10 de Enero de 2015 • 1.318 Palabras (6 Páginas) • 148 Visitas
Históricamente, el hombre ha quedado excluido de la decisión de una mujer que no quiere tener su hijo, y hay algunos que desean ejercer el derecho a decidir pero no cuentan con herramientas para ello.
“Si queremos hacer relevante el papel de los padres, también necesitan derechos. Si un padre está dispuesto a comprometerse legalmente a criar a un niño sin la ayuda de la madre, debería ser capaz de obtener una orden judicial contra el aborto del feto que ayudó a crear”. Dalton Conley, decano de la Facultad de Sociología de New York University, no pensó que una afirmación como esta generaría reacciones tan encarnizadas. La idea era parte de un artículo llamado “A Man´s Right to Choose” que apareció en diciembre de 2005 en The New York Times.
Allí planteaba que un hombre está en posición de desventaja si la mujer con la que ha tenido relaciones sexuales consensuadas desea interrumpir su embarazo de manera voluntaria. “Cuando hombres y mujeres se involucran en relaciones sexuales, ambas partes reconocen el potencial de crear vida. Si los dos participan de manera voluntaria, ¿no deberían tener ambos algo que decir en la posibilidad de tener el bebé resultante?”, se preguntaba. El artículo de Conley no era un ejercicio académico. Partía de una experiencia personal cuando tenía poco más de 20 años y su novia había quedado embarazada. Aunque tenía muchas ganas de ser padre, ella no estaba lista y había “preocupaciones médicas menores” sobre el feto. ¿Tenía algún derecho de detener el deseo de su novia de interrumpir su embarazo? No, ninguno.
La polémica se dio en Estados Unidos, donde el aborto inducido es legal hasta los tres meses de embarazo. En Colombia, donde este solo está permitido en caso de violación, por malformación del feto incompatible con la vida y por peligro de muerte de la madre, el debate tiene otros matices. Sin embargo, en ningún caso es un dilema fácil. Por un lado está el derecho que defienden las mujeres a ser dueñas de su cuerpo y, por consiguiente, a tomar una decisión que –desde el punto de vista biológico– las afecta solo a ellas. Por el otro, el que reclaman los padres a participar en la decisión de interrumpir el desarrollo de una vida en cuya procreación participaron 50/50. El hecho de que sea el cuerpo de la mujer y no el del hombre el encargado del embarazo es inmodificable. Pero ¿cómo velar entonces por los derechos del padre sin afectar los de la madre?
En busca de opciones
En la sala de espera de una de las entidades sin ánimo de lucro especializadas en salud sexual y reproductiva había siete mujeres menores de 25 años y un solo hombre, papá de una de ellas. Manuel, coautor de este artículo, había ido para saber qué podía hacer en caso de que quisiera ser papá de un hijo de una mujer que no quiere tenerlo. “La asesora que me atendió me explicó que no podía hacer nada porque estaba de por medio el cuerpo de otra persona –mi pareja–. Desde que trabajaba ahí –añadió–, era la primera vez que un hombre se acercaba con esa situación”.
No contento con la respuesta, al día siguiente fue a otra entidad. Encontraría otra vez que los asistentes eran trece mujeres y tres hombres: un papá y dos novios preocupados. “Después de oír mi caso, la asesora me invitó a preguntarme cómo estaba la relación con mi novia”. La pregunta era pertinente. La actitud de un hombre frente a un embarazo es determinante en la decisión de una mujer para interrumpirlo.
De acuerdo con “El lugar de las masculinidades en la decisión del aborto”, un artículo de 2012 por Mara Viveros y Ángela Facundo, investigadoras de la Nacional, hay tres criterios que afectaron a los hombres entrevistados para desear (o no) interrumpir un embarazo: “La evaluación de la relación afectiva en la que están cuando se produce el embarazo; la ponderación de la compañera como
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