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El Aire Del Suelo La Atmósfera Del Sistema Edáfico


Enviado por   •  7 de Julio de 2011  •  1.605 Palabras (7 Páginas)  •  1.425 Visitas

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El Aire del Suelo: La Atmósfera del Sistema Edáfico

Publicado por Juan José Ibáñez el 16 enero, 2008

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Como ya os hemos explicado desde una multitud de puntos de vista, la atmósfera del suelo es uno de los elementos que menos atención ha despertado entre los edafólogos. Sinceramente no alcanzo a entender la razón, por cuanto nos puede aportar información importante acerca de una plétora de procesos biogeoquímicos que allí acaecen. Del mismo modo, resulta imprescindible para la respiración de numerosas biocenosis edáficas y de las propias raíces. Los gases que allí acaecen son básicamente los mismos que los de la atmósfera aérea, aunque no puede decirse lo mismo de sus proporciones. Teniendo en cuenta que los procesos biológicos fluctúan ampliamente cerca de la superficie del medio edáfico de forma estacional (y a veces en menores lapsos de tiempo), así como la enorme variabilidad de nichos o hábitats que alberga, su variabilidad espacio-temporal es muy elevada. Ya que la vida del suelo consume abundante oxígeno, emitiendo a su vez CO2, no debe extrañar que el aire del suelo sea mucho más rico en este gas de invernadero que la atmósfera aérea, por ejemplo. Antes de continuar digamos que la atmósfera del suelo comparte con el agua el relleno de sus poros, por lo que su volumen cambia en función del grado de saturación de los suelos en el líquido elemento. Del mismo modo, ahora los expertos en cambio climáticos se encuentran alarmados por las consecuencias del deshielo del permafrost de los suelos circumboreales, debido a su enorme potencial para emitir metano, si se llegara a dar tal circunstancia. Reseñemos por último que se trata de un post de divulgación para los más jóvenes o no iniciados en la ciencia del suelo.

Componentes de un suelo. Fuente: FAO

Efectivamente, de deshelarse los Criosoles (WRB) o Gelisoles (USDA Soil Taxonomy), sus suelos se encharcarían, prácticamente todos los poros se rellenarían de agua entrando en condiciones anóxicas, por lo que la abundante materia orgánica que contienen se descompondría liberando más metano que CO2. Y es que la atmósfera de los suelos hidromorfos o mal drenados difiere de los que no padecen tal circunstancia, albergando concentraciones mucho más elevadas de N2O (óxido nitroso), nitrógeno gaseoso y metano. Tales cambios son el resultado del tránsito entre un ambiente oxigenado y anóxico del medio edáfico. Pero ya volveremos sobre este tema en otro post. Tan solo mentar una obviedad que no debe olvidarse, en ausencia o graves carencias de oxígeno, el metabolismo edáfico se modifica enormemente ya que la plétora de reacciones oxidativas que en el acaecen son interrumpidas o ralentizadas. Así, por ejemplo, la materia orgánica de los suelos encharcados o mal drenados suele ser muy superior (aunque de peor calidad) que la que se encuentra en los bien aireados, debido a que no puede descomponerse debidamente al interrumpirse las reacciones de oxidación que tal proceso requiere. Otros muchos procesos de alteración biogeoquímica que ocurren en el suelo también lo hacen vía oxidativa. Por estas razones lo que se denomina potencial redox de un suelo es otro parámetro de vital importancia, como expondremos con más detalle en otro post.

Composición aproximada de un suelo

La atmósfera del suelo también atesora una gran cantidad de vapor de agua. Recordemos de nuevo, que el agua contenida en la porosidad del medio edáfico, es decir, en los espacios inmediatos a las partículas sólidas, actúa como disolvente de muchas substancias, comportándose también como fluido transportador de partículas. En función de su cantidad ocupa poros de mayor o menor tamaño, desplazando al aire. Como norma, el aire se ubica en los de mayor tamaño y el agua los más pequeños. Por esta razón, los suelos con prolongados periodos de hidromorfía sufren problemas de oxigenación. Para una óptima producción de cosechas, podemos decir que aire y agua deben repartirse balanceadamente un 50% del volumen del suelo si bien los datos exactos dependerán de la textura y estructura del suelo. Así por ejemplo, conforme disminuye el tamaño medio de las partículas del suelo se modifica el espacio poroso. Un modelo muy simplificado puede observarse en la gráfica que mostramos abajo. En cualquier caso, será la estructura (para lo cual la cantidad y calidad de la materia orgánica del suelo es determinante), la que determine y reparta tanto el número de poros como su distribución por tamaños. Por ejemplo, un suelo arcilloso, en el que el movimiento del agua es lento y la aireación escasa, puede ser afectado por problemas de drenaje y aireación si no atesora una buena estructura. Y viceversa, si un terreno tras ser cultivado prolongadamente solo es enmendado por fertilizantes inorgánicos, puede sufrir un proceso de deterioro de la estructura del suelo, llegando poder a sufrir los problemas mentados

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