El Estructuralismo Y La Enseñanza De La Literatura

Las propuestas de análisis literario narrativo provenientes del Estructuralismo, que se aplican actualmente en el ámbito de la enseñanza, tienen disímiles resultados debido a dificultades que podemos mencionar sin pretensión de establecer generalizaciones.

Puede utilizarse a modo de ejemplo la propuesta de un manual de Literatura de cuarto año de Secundaria Superior que plantea como plan de trabajo en el tercer capítulo: leer leyendas tradicionales y urbanas, compararlas y escribir una leyenda. Para los dos primeros pasos se prescriben determinadas actividades: lectura y análisis de “Las barbas del Ñire” (de origen mapuche) y “Los enamorados” (reelaboración de leyenda azteca); en primer término, se realiza el reconocimiento y ordenamiento cronológico de los núcleos narrativos y la búsqueda de informantes de lugar y tiempo. En la siguiente consigna se indica la descripción de los personajes: dioses o espíritus, héroes y resto del pueblo. Este esquema se repite en el análisis de un tercer texto, “Las vasijas de la abuela”, clasificada como leyenda urbana argentina. En último lugar se indica un recorrido de lectura que incluye “Cuentos que cuentan los indios” de Gustavo Roldán (reelaboración de leyendas argentinas de origen toba, mataco y guaraní), “El rey de la milonga” e “Inodoro Pereyra” de Roberto Fontanarrosa (cuentos de tono humorístico e historieta).

De lo anterior pueden deducirse varias dificultades derivadas de una aplicación parcial o incompleta del método estructuralista; la consecuencia más evidente es obstaculizar en el alumno el desarrollo de competencias básicas referidas a la comprensión y producción literaria.

Con respecto al primer esquema de análisis, los planteos del manual carecen de elementos claves tales como indicios y catálisis, es decir, desaparece el análisis del texto en su doble proceso: la articulación o segmentación que produce unidades de contenido y la integración de las mismas en un orden superior; no se distinguen, entonces, en la obra narrativa los tres niveles de descripción (funciones, acciones y narración) ligados entre sí según una integración progresiva. Si bien se brinda al lector la posibilidad lúdica de situarse como parte esencial en el proceso de montaje y desmontaje del texto, esto resulta insuficiente; ya que se soslaya en el análisis de la lengua literaria su función primordial: transgredir organizadamente el lenguaje ordinario y construir sentido a partir de una disposición particular de sus elementos. Estos parámetros aplicados correctamente, conducirían a descubrir, de forma activa y transformadora, la lógica plural del texto que no permite jamás el agotamiento pleno y definitivo de su proceso de significación. Por otra parte, por la utilización fragmentaria del esquema actancial se dificulta notablemente la comprensión de los relatos, al convertir lectura y análisis en un proceso meramente mecánico. Los personajes o actantes deberían ser descriptos y clasificados en la medida en que participan de tres grandes ejes semánticos: comunicación, deseo o

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