El Ferrofluido
Enviado por avene • 1 de Junio de 2013 • 319 Palabras (2 Páginas) • 444 Visitas
Cada persona cuenta con cuatro abuelos, ocho bisabuelos (segundos abuelos), dieciséis tatarabuelos (terceros abuelos) –véase Cuadro genealógico–, 32 cuartos abuelos, 64 quintos abuelos, 128 sextos abuelos, 256 sétimos abuelos, 512 octavos abuelos, 1.024 novenos abuelos y 2.048 décimos abuelos; el número de abuelos en cada generación subsiguiente se multiplica por dos.
Este tipo de cuadro genealógico permite una visión de conjunto, aunque, obviamente, no se puede incluir mucha información (por el espacio); sin embargo, sirve para ilustrar un árbol genealógico en que se siga el método Sosa-Stradonitz –que veremos en breve– o como guía de investigación cuando se está trabajando en la genealogía. Véase en el árbol genealógico de Edda Meléndez Obando cómo quedaría el diagrama con la información hasta los 16 tatarabuelos.
Con este amplio panorama, puede escogerse entre investigar un solo antepasado, todos, solo la línea directa paterna ascendente, una familia o todos sus descendientes. Una vez que ha elegido la opción que pretende rastrear, debe seguir un orden (aunque no extremadamente riguroso) que le impida dispersarse de su meta. Una genealogía es efectivamente como un árbol lleno de intrincadas ramas que se bifurcan constantemente.
Por supuesto, durante la investigación, el genealogista encontrará múltiples escollos (escritura antigua de caligrafía complicada —para superar este obstáculo, la paleografía es muy importante—, lagunas documentales, posibles errores en los documentos consultados, documentos contradictorios, hijos “naturales” cuya filiación resulta difícil averiguar, uso de varios apellidos o nombres por un mismo individuo, o personas con nombres y apellidos iguales o similares) pero si no se deja amilanar y persevera en su trabajo, eventualmente, más tarde o más temprano, logrará resolver muchas incógnitas.
Durante este viaje al pasado, cada persona, de una manera íntima tendrá un encuentro con sus antecesores, consigo mismo; encontrará la respuesta a muchas preguntas que lo ayudarán a conocerse a sí mismo y a su núcleo familiar. Parafraseando el adagio, es bueno saber de dónde venimos porque nos ayuda a saber hacia dónde vamos.
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