El Lenguaje De Los Medicos
Enviado por SusanaBarretto • 26 de Noviembre de 2014 • 4.010 Palabras (17 Páginas) • 518 Visitas
EL lenguaje de los médicos
La terminología médica, con más de 100.000 vocablos, es uno de los lenguajes especializados más importantes en todos los idiomas. Es un fiel reflejo del permanente progreso de la Medicina, que por otra parte, requiere un adecuado incremento del vocabulario para mantener una comunicación científica fluida. En este sentido, los Colegios Profesionales, las Sociedades Científicas y las Reales Academias pueden y deben realizar una labor de normalización de sus respectivos léxicos, ya que el idioma español, tal como explica el autor, es capaz de adaptarse a los cambios impuestos por el progreso sin menoscabo de su esencia.
Dr. Alfonso Ballesteros Fernández
Académico numerario de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares
Es muy probable que una de las características del siglo que ahora se inicia, y tal vez del milenio, sea el protagonismo abrumador que han adquirido las comunicaciones. Los progresos tecnológicos han hecho saltar por los aires fronteras milenarias y barreras que parecían inexpugnables. El crecimiento inusitado de los sistemas de comunicación más vanguardistas está alterando el equilibrio consuetudinario de todos los grupos sociales. El lenguaje, base esencial de toda comunicación, sufre de forma más llamativa esa influencia.
Aunque se denomina lenguaje a cualquier sistema de comunicación, a cualquier manera de expresarse, me referiré al lenguaje entendido como estilo o modo de hablar y escribir propio de un grupo; tiene un matiz más restrictivo que el de lengua o idioma que, con demasiada frecuencia, lleva incorporada una carga afectiva o política. A este respecto resulta curioso que el idioma de Cervantes tiene dos denominaciones unívocas a las que, a veces, se les da el matiz político. Comenzó, por su origen, llamándose castellano pero a partir del siglo XVI, coincidiendo con la expansión por América y Europa del imperio de Carlos I, el idioma predominante en la nación recién unificada comenzó a ser denominado internacionalmente español; el calificativo inicial de lengua castellana quedó para uso interno, al coexistir con otras lenguas españolas.
Nuestra constitución dice que el castellano es la lengua oficial del Estado, las constituciones de los países hispanoamericanos varían en la denominación de la lengua en la que están redactadas. En algunas no se especifica el idioma oficial del país, el resto, a partes iguales, denominan a su lengua español o castellano. Conviene recordar que hasta el año 1923 la Real Academia llamaba de la lengua castellana a su Diccionario y a la Gramática. Nuestro Nobel Cela recomienda, "al margen de malévolas eventualidades", que en España, para distinguirlo de otras lenguas también españolas, se llame castellano y en el extranjero español. La conveniencia de adoptar como sinónimas ambas denominaciones no es reciente, ya en 1611, Covarrubias tituló su célebre estudio lingüístico Tesoro de la lengua castellana o española.
Dentro de una misma lengua no sólo hay diferencias de denominación, también es posible apreciar marcadas diferencias de vocabulario, e, incluso, de sintaxis, asociadas a distintas actividades o circunstancias sociales. Cuando el estilo o modo de hablar o escribir está suficientemente diferenciado del lenguaje general se puede usar con propiedad el vocablo jerga. Aunque, en ocasiones, una jerga nace con intención de originalidad o marginación, las jergas profesionales responden a motivaciones de precisión.
El incremento de los conocimientos biomédicos es tan rápido que la utilización de numerosos tecnicismos es imprescindible. Las ciencias médicas han desarrollado un léxico tan extenso que supera con creces el número de vocablos de las lenguas modernas. Este aluvión de nuevos términos, incorporados precipitadamente, puede originar que la jerga de los galenos pase de ser un instrumento de precisión a un peligro para la comunicación científica.
El lenguaje médico muestra distintos matices de utilización. El de relación con otros colegas tiene todas las peculiaridades de una jerga. Las licencias del lenguaje clínico, hablado o escrito, se toleran en aras de la concisión. Un uso limitado de siglas o apócopes (ECO, Angio, etc.), la elipsis o supresión de palabras de una frase (v.g. no disnea, no adenomegalias) y otros vicios del lenguaje son aceptables mientras no alteren la claridad del mensaje. Por el contrario, para la comunicación entre el facultativo y el paciente, o su familia, es conveniente huir de la terminología excesivamente técnica; se puede conseguir transmitir una información precisa, dependiendo del nivel cultural de los interlocutores, con palabras sencillas. Sólo la bisoñería o la vanidad explican el uso extraprofesional de la jerga médica.
Las publicaciones médicas, como cualquier lenguaje científico, deben caracterizarse por la precisión, huyendo de las frases largas, de la abundancia de adjetivos y de cualquier pomposidad. La claridad de la información que se desea transmitir debe ser la condicionante esencial de cualquier artículo científico. No obstante, la precisión y la concisión no están reñidas con el ingenio. La tradicional afición humanística de muchos médicos ha permitido que sesudas comunicaciones profesionales fueran enriquecidas con alusiones bíblicas, metáforas mitológicas o citas de la literatura universal. Los grandes clínicos franceses del siglo XIX aderezaban sus descripciones patológicas con símiles de la vida cotidiana que reforzaban el mensaje. Es difícil olvidar que "el cáncer del recto navega con la bandera de las hemorroides". Aunque la prosa médica actual es menos proclive a estas metáforas, el vocabulario de especialidades tan vanguardistas como la inmunología está salpicado de símiles bélicos, que en ocasiones son tan poco eufónicos como denominar asesinas a unas determinadas células.
Las raíces del lenguaje médico se hallan en la Grecia clásica, en el Corpus Hippocraticum, que compiló los conocimientos de los médicos griegos de los siglos IV y V antes de Cristo. Por su origen románico, la mayoría de las palabras del léxico general castellano, y gran parte del vocabulario médico, son de procedencia latina. Los árabes, con sus ocho siglos de permanencia, aportaron al español unas 4.000 palabras; entre ellas predominan las agrícolas, por ejemplo, alberca y aljibe, o las militares, como alcázar o alférez. Por razones que no llego a entender, su influencia en el vocabulario médico es casi imperceptible, alcohol o elixir son algunos de los pocos vestigios que dejó la desarrollada Medicina musulmana. Otro tanto sucede con las lenguas indígenas americanas y algunos idiomas románicos próximos, como el catalán, italiano
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