El Peligro De La Píldora Del Día Después
Enviado por ppaati • 12 de Junio de 2014 • 1.557 Palabras (7 Páginas) • 210 Visitas
Se ha aprobado la venta en muchos países , sin receta médica a las personas mayores de 17 años la Píldora del Día Después, también llamada PDP, Plan B, o RU-486. Aunque la publicidad está dirigida a las adolescentes, la mayoría las compran los jóvenes para persuadir a las jóvenes. Desgraciadamente también hay padres con negligencia culpable que la compran para entregarlas a sus hijas menores de edad que son activas sexualmente.
No voy a comentar las características técnicas de esta píldora abortiva recientemente aprobada, ni las de las otras píldoras similares. Tampoco las consecuencias médicas que produce su consumo. Hablar de eso les corresponde a los médicos.
Si esta píldora no fuera abortiva no la recomendarían para tomarla después del acto sexual, como anticonceptiva, sino como abortiva por si se ha producido la fecundación del embrión, que ya haya creado un individuo con la identidad e información genética necesaria para su pleno desarrollo hasta convertirse en un adulto. El embrión constituido tras la fecundación, llamado cigoto, es un ser humano con carácter propio y específico antes de su implantación en el útero. Uno de los principios no negociables para la religión y para la Ley natural es: “La protección de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural y esta píldora mata la vida humana que se acaba de formar, para eso la recomiendan.
La píldora que es de muy bajo costo, también la entregan en muchos lugares gratuitamente a los jóvenes de ambos sexos junto a los preservativos: En clínicas comunitarias, organizaciones femeninas, grandes concentraciones de jóvenes como conciertos populares, salidas de discotecas, etc.
Con esta permisividad se ha abierto todavía mucho más, la veda para aumentar la promiscuidad entre los adolescentes. Esa costumbre tan extendida en algunos segmentos de la sociedad de pedir a la pareja “dame una muestra de tu amor” y luego no te preocupes por nada, porque te tomas la píldora del día después y no te quedarás embarazada. O la otra versión de no te preocupes por tu posible responsabilidad paternal, porque cuando terminemos nuestras relaciones sexuales me tomo la píldora del día después. Así podremos hacer esto mismo tantas veces como queramos, sin temor al embarazo. Mientras exista la promiscuidad y el todo vale para alcanzar lo que cada uno quiere, no habrá preservativos, anticonceptivos o píldoras del día después que solucionen los graves problemas que originan esas actitudes.
Los padres no se pueden quedar impasibles ni callados con estas medidas de repartir las píldoras sin receta médica o gratuitamente como los preservativos. Tienen que actuar rápidamente explicando y convenciendo a sus hijos de los graves problemas que acarrea su utilización. También explicándoles insistentemente las ventajas de practicar continuamente las virtudes y valores humanos para llevar una vida lo más lejana posible a las acechanzas de esta sociedad permisiva.
Los padres tienen que luchar inteligentemente contra los mensajes que lleva las campañas publicitarias cuando dicen a los jóvenes que pueden tener la cantidad de relaciones sexuales que quieran y cuando quieran, porque las consecuencias de un posible embarazo serán cortadas inmediatamente por esta píldora abortiva.
Es muy difícil medir la eficacia exacta contra los embarazos de las píldoras del día después, ya que cada mujer y sus circunstancias son muy diferentes. Los estudios técnicos hechos por los laboratorios que venden las píldoras estiman que estas hacen disminuir el riesgo de embarazo entre el 89% y el 95%, nunca lo disminuyen el 100%. Si por la toma de esa píldora se aumenta la cantidad del uso indebido del sexo y aumenta la promiscuidad, el resultado es catastrófico para los jóvenes que no sepan practicar la abstinencia sexual antes del matrimonio, así como para las personas que no mantengan la fidelidad conyugal que en su día se prometieron.
Lo que esas campañas publicitarias no citan a los jóvenes son las consecuencias morales, religiosas ni médicas de quienes las toman o de quienes las ofrecen, pues además de que sus componentes químicos son excesivamente fuertes, las relaciones sexuales promiscuas conllevan un aumento muy considerable de las otras enfermedades sexuales relacionadas, como son el sida y las enfermedades venéreas.
Nadie sabe cual será el siguiente paso comercial y técnico de la industria del sexo, que siempre está apoyada y financiada por los gobiernos. El objetivo puede ser destruir a una gran parte de la juventud haciéndole ver que pueden hacer lo que quieran y que el papá gobierno o las empresas mediante precio, ya se encargarán de intentar solucionarles los problemas en los que se metan. Pero nadie va a solucionarles las secuelas
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