El Secreto Detrás De La Innovación

El secreto detrás de la innovación

Un nuevo libro resalta la genialidad de quienes se atreven a combinar y adaptar las viejas ideas para resolver un problema

Jueves 30 de setiembre de 2010 |

Por Steven Johnson

El año posterior al tsunami de 2004, la ciudad de Meulaboh, en Indonesia,, recibió ocho incubadoras neonatales de organizaciones de asistencia internacionales. Varios años después, cuando Timothy Prestero, integrante de una delegación del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), visitó el hospital local, las ocho estaban dañadas, víctimas de la inestabilidad de la corriente eléctrica y de la humedad tro¬pical, factores a los que se unía la incapacidad de los empleados de leer el manual de reparaciones en inglés.

Prestero y la organización que cofundó, Design That Matters (algo como Diseño que importa), habían estado trabajando en una incubadora más confiable y barata para el mundo en desarrollo. En 2008 presentaron un prototipo denominado NeoNurture. Se veía como una incubadora moderna y funcional, pero su interior tenía partes automotrices.

Las farolas proporcionaban el calor, unos ventiladores de auto filtraban el aire que circula y timbres de puertas servían de alarma. Se podría prender el aparato con un encendedor de cigarrillo o con una batería de motocicleta estándar. Construir la NeoNurture con partes de automóviles fue doblemente eficiente, porque aprovechó tanto a los proveedores locales de repuestos como al conocimiento que existe en la zona sobre reparación de automóviles.

La incubadora NeoNurture es una adecuada metáfora para mostrar la forma en la que normalmente las buenas ideas llegan al mundo. Están, inevitablemente, limitadas por el equipo y las habilidades que las rodean. Tenemos una tendencia natural a romantizar las grandes innovaciones, imaginando que las ideas trascienden su entorno y que una mente brillante de alguna forma logra ver por encima de las viejas ideas.

Pero la innovación es trabajo de bricolaje. Las ideas son casi inevitablemente redes de otras ideas. Tomamos las que hemos heredado o con las que nos tropezamos y las reordenamos para que tomen una nueva forma.

Como un tributo a la inventiva humana, el biólogo Stephen Jay Gould tenía una extraña colección de sandalias hechas con pedazos de llantas recicladas, compradas durante sus viajes por el mundo en desarrollo. Pero también las veía como una metáfora de los patrones de innovación en el mundo biológico. Las innovaciones de la naturaleza también dependen de partes que sobran.

El teórico de la evolución François Jacob también pensaba que nuestros cuerpos son trabajo de bricolaje, partes viejas unidas para formar algo radicalmente nuevo.

Antes de que la vida surgiera en la Tierra, el planeta estaba dominado por un puñado de moléculas básicas: amoníaco, metano, agua, dióxido de carbón, fragmentos de aminoácidos y otros componentes orgánicos simples. Cada una de estas moléculas es capaz de una serie finita de transformaciones e intercambios con otras en la sopa primordial: la recombinación de metano y oxígeno para formar formaldehído y agua.

Piense en todas esas moléculas iniciales y luego imagine todo el potencial de nuevas combinaciones que se podrían formar espontáneamente, simplemente al unir unas con otras. Si usted puede jugar a ser Dios y disparar todas estas combinaciones, podría llegar a la mayoría de las partes integrales de la vida; las proteínas que forman los bordes de las células; moléculas de azúcar cruciales para ácidos nucléicos de nuestro ADN. Pero no sería capaz de desencadenar las reacciones quí¬micas que darían origen a un mosquito, un girasol o un cerebro humano. Estos últimos requieren innovaciones subsecuentes o reconfiguraciones de las combinaciones primarias.

El científico Stuart Kauffman tiene un nombre sugestivo para el conjunto de todas estas combinaciones: "el adyacente posible". La frase captura tantos los límites como el potencial creativo para el cambio y la innovación. En el caso de la química prebiótica, el "adyacente posible" define todas aquellas posibles reacciones moleculares que se pudieron conseguir directamente en la sopa primordial. Los girasoles, los mosquitos y los cerebros existen fuera de ese círculo de posibilidades. El "adyacente posible"

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