El agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente tienen efectos econó- micos directos

El agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente tienen efectos econó- micos directos. Desafortunadamente estos efectos adversos —por lo general— no representan costos para el explotador o contaminador.

Una manera de corregir esta situación es introduciendo los denominados impuestos ambientales. Estos permiten reducir las pérdidas del bienestar para la sociedad del perjuicio al medio ambiente que generan algunas actividades que se están desarrollando —con ciertos métodos o tecnologías— en mayor cantidad a la socialmente óptima, dado que quien la ejecuta no internaliza esos costos sociales, es decir, no paga todos los costos nocivos al medio ambiente que esta actividad provoca.

• Impuestos ambientales directos

Estos impuestos son especialmente adecuados para emisiones de fuentes fijas como, por ejemplo, la contaminación atmosférica con partículas o gases perjudiciales a la capa de ozono, o residuos industriales que desembocan en cursos de agua. Entre otras ventajas de su aplicación están el permitir una asignación eficiente de las reducciones de emisión entre quienes contaminan y promover el desarrollo de «tecnologías limpias».

• Impuestos ambientales indirectos

Se utilizan cuando hay un adecuado nivel de asociación entre el producto al que se aplica el impuesto y las emisiones que se desea reducir, dado lo atractivo de sus bajos costos de administración. Entre sus aplicaciones están los impuestos al uso del carbón, baterías y ciertos fertilizantes. En Chile se tiene el impuesto a los combustibles de uso en el transporte, que grava a la gasolina y al petróleo diesel que se utiliza para dicho fin. Los impuestos ambientales indirectos tienen la gran ventaja de no depender de los sistemas de medición de emisiones, lo que junto con representar un significativo ahorro de costos para su aplicación, permite superar aquellas situaciones en las que los controles son poco efectivos.

1. Impuesto a las emisiones de fuentes fijas. “En nuestro Programa de Gobierno hemos sostenido que ‘el uso de combustibles fósiles en la industria genera efectos negativos sobre el medio ambiente y la salud de las personas. Por ello, avanzaremos en la implementación de impuestos a la emisión de contaminantes en la industria. Esta medida también operará como una forma de estimular el cambio hacia tecnologías limpias’. Así, en el artículo 5° del proyecto, proponemos establecer un impuesto a la emisión de fuentes fijas. Se consideran dos categorías de externalidades: i) daño local en salud —emisiones al aire de Material Particulado (MP), Óxidos de Nitrógeno (NOx) y Dióxido de Azufre (SO2 )—, y ii) daño global por el cambio climático —emisiones de Dióxido de Carbono (CO2 )—.”
2. Impuesto a vehículos livianos más contaminantes. Se introduce un impuesto adicional a la importación de vehículos livianos más contaminantes, que utilicen diésel como combustible, con el objeto de incentivar el uso de vehículos menos contaminantes”.

Lo más importante del análisis del impuesto sobre la importación de los vehículos diésel es que se aplica en la forma de un costo fijo por una sola vez sobre la importación de los vehículos, por lo que no tiene ninguna incidencia en relación con las emisiones durante su operación, violando de esta manera el concepto básico de un impuesto que pretende cumplir con los objetivos listados al final de la sección anterior. Una vez importado el vehículo en cuestión (a un mayor precio, obviamente), el incentivo a no emitir no existe, ya que no existen cambios en el costo variable (combustible).

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