El dióxido de azufre de origen antropogénico es uno de los grandes contaminantes del aire
Enviado por Stefania Garcés • 10 de Julio de 2024 • Ensayo • 5.172 Palabras (21 Páginas) • 74 Visitas
|[pic 1] | ESCUELA SUPERIOR POLITÉCNICA DE CHIMBORAZO VICERRECTORADO ACADÉMICO DIRECCIÓN DE DESARROLLO ACADÉMICO | [pic 2] |
FACULTAD: RECURSOS NATURALES
CARRERA: INGENIERÍA AGRONÓMICA
CONSULTA CICLOS Y CONDICIONES PARA LA VIDA
DATOS GENERALES:
INTEGRANTES: CODIGO:
EDISON GRANIZO 7010
MARTIN CUSHPA 6785
MIREYA GARCES 7198
FECHA DE ENTREGA:
08/07 /2024
Ciclos biogeoquímicos
Capítulo 25.11 El dióxido de azufre de origen antropogénico es uno de los grandes contaminantes del aire
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¿Que es el dióxido de azufre?
El Dióxido de azufre es un gas incoloro, irritante, con un olor penetrante que se comienza a percibir con 0,3 a 1,4 ppm y es perfectamente distinguible a partir de 3 ppm -partes por millón-. Su densidad es el doble que la del aire. No es un gas inflamable, ni explosivo y tiene mucha estabilidad, es muy soluble en agua y en contacto con ella se convierte en ácido sulfúrico. Consiste en un átomo de azufre y dos de oxígeno. Durante su proceso de oxidación en la atmósfera, este gas forma sulfatos. Estos sulfatos forman parte del material particulado PM10. En presencia de humedad el dióxido de azufre forma ácidos en forma de aerosoles y se produce una parte importante del material particulado secundario o fino (PM2.5). El SO2 es el responsable de la lluvia ácida. (BLOGSPOT, 2017)
De todos los gases atmosféricos, el dióxido de azufre (SO₂) es el que está más estrechamente implicado en la contaminación del aire. Las principales fuentes se encuadran en dos categorías: naturales y de origen hurnano. Las fuentes naturales incluyen la actividad microbiana, los volcanes, el aerosol marino y la erosión. Estas fuentes componen alrededor del 60 por ciento de las emisiones de azufre a la atmósfera. Las emisiones de origen humano. comprenden el 40 por ciento restante, y procede sobre todo de las centrales térmicas, la industria y la automoción. (Smith & Smith, el dioxido de azufre de origen antropogenico )
De las emisiones antropogénicas, el 68 por ciento proviene de la utilización de combustibles fósiles, y el 40 por ciento de éstas de la combustión del carbón. Las emisiones naturales están ampliamente distribuidas sobre el globo terrestre; las emisiones humanas se concentran regionalmente. El noventa por ciento de estas entradas provienen de áreas urbanas e industrializadas de Europa, Norteamérica y el Extremo Oriente. Europa y Norteamérica liberan anualmente a la atmósfera entre 110 y 125 millones de toneladas métricas de azufre. En estas regiones las entradas provenientes de la industria exceden de lejos a las entradas naturales. Debido a la imposición de controles de emisión, a las nuevas tecnologías y a los cambios en los patrones de consumo de combustibles, las emisiones de dióxido de azufre han ido en disminución. Sin embargo, si el consumo de carbón aumenta como se ha predicho, los niveles de dióxido de azufre podrían aumentar por encima de los niveles del pasado
El dióxido de azufre produce una toxicidad aguda y graves daños a la vegetación en las áreas circundantes a fuente de emisión.
Como ejemplo se puede presentar la destrucción de la cubierta forestal en las proximidades de las fundiciones de hierro de Sudbury y Wana, en Ontario, y de las fundiciones de cobre de Duckberry y Copperhil Tennessee. El daño producido lejos de los puntos de emisión se produce a más largo plazo y es más pernicioso. Las largas chimeneas de evacuación de gases de las centrales eléctricas y de los complejos industriales han reducido sumamente los daños locales, pero expelen a la atmósfera gases que son transportados por los vientos de las capas superiores a puntos muy lejanos. Parte de los gases y de la materia particulada cae cerca de su lugar de origen, pero durante el desplazamiento de la columna de humo, el dióxido de azufre se combina con la humedad atmosférica para formar ácido sulfúrico, que cae sobre la tierra y el agua, y compone una fracción significativa de la lluvia ácida que reciben zonas lejanas al origen de las emisiones.
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El dióxido de azufre en la atmósfera afecta tanto a los humanos como a las plantas. En una concentración de unas pocas partes por millón, irrita el tracto respiratorio, En una fina neblina o adsorbido en pequeñas partículas, el dióxido de azufre se mueve hacia los pulmones y ataca a los tejidos sensibles. Altas concentraciones han causado una serie de desastres de contaminación del aire caracterizados por tasas de mortalidad más altas de las esperadas y por el incremento de la incidencia del asma bronquial.
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El dióxido de azufre lesiona las plantas expuestas o las mata completamente. Los aerosoles ácidos que se presentan durante periodos de niebla, lluvia ligera, y humedad relativa alta y temperaturas moderadas son los que producen la mayoría de las lesiones. Las superficies externas de las hojas absorben los aerosoles. Cuando no llueve, las hojas y acículas absorben dióxido de azufre a través de los estomas. En la hoja, reacciona rápidamente con la humedad para formar ácido sulfúrico. Los síntomas del daño causado por el azufre son el blanqueamiento de las hojas en las especies de hoja caduca, o una coloración rojizo- amarronada en las acículas de las coniferas, la defoliación parcial y la reducción del crecimiento. (Robert Leo Smith, 2007)
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Capítulo 25.12 los ciclos del azufre y del nitrógeno producen lluvia ácida
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Fig.01 Formación de la lluvia ácida
El dióxido de azufre gaseoso y los óxidos de nitrógeno, componentes de los ciclos del azufre y del nitrógeno, se combinan en la atmósfera. Parte de esta mezcla regresa a la tierra como materia particulada y gases aerotransportados, conocidos como deposición seca, mientras que una porción mayor es transportada lejos de la fuente. Durante su transporte, estos compuestos participan en reacciones complejas que producen ácidos fuertes como el ácido nítrico y el ácido sulfúrico. Estos ácidos se diluyen en vapor de agua y finalmente caen a la tierra en forma de lluvia ácida, nieve y niebla, conocidas como deposición húmeda. (Robert Leo Smith, 2007)
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