El mango en la historia de la medicina
Enviado por LEIDY1987 • 4 de Mayo de 2015 • Tesis • 2.920 Palabras (12 Páginas) • 239 Visitas
El mango en la historia de la medicina
La historia del mango es de antiquísima data. Se cultivaba ya en tiempos prehistóricos, según se puede inferir de antiguos documentos existentes en la India, donde se mencionan las propiedades de esa sabrosísima fruta. La información se encuentra en muchísimas publicaciones, tal como se puede comprobar en la lectura de las Sagradas Escrituras traducidas del sánscrito, la antigua lengua de los brahmanes, así como en multitud de leyendas recogidas en libros folclóricos de la India en los que aparecen detalladas narraciones sobre las bondades del mango en asuntos relacionados con la salud, hasta el punto de haber sido calificado de fruto sagrado. De hecho, el árbol del mango ha sido objeto de veneración en ese país desde tiempos ancestrales, que se estiman en unos dos mil años antes de Cristo.
I.
En Venezuela, al mango también se le ha hecho acreedor de reconocimiento, debido a sus características intrínsecas y por haber contribuido al sustento de los agricultores que se dedicaron a su cultivo. En el estado Cojedes, por ejemplo, el gobierno regional llegó a conceder la “Condecoración del Mango”, dada la admiración que le tienen sus moradores a esta fruta, debido a sus múltiples acciones beneficiosas para la salud, cuyas bondades han sido comprobadas y reconocidas mundialmente por el gremio médico, por los nutricionistas y por el ciudadano común. Sus aplicaciones son numerosas, pero las más reconocidas son las de proporcionar antioxidantes al cuerpo, lo que le permite actuar en forma preventiva contra el cáncer del colon, además de suministrar vitaminas C y B5, lo que facilita el metabolismo de los hidratos de carbono y el tratamiento de problemas en la epidermis.
No obstante, su ingestión excesiva produce efectos laxantes, sobre todo en los meses de abril y mayo que es cuando ocurre la sobre abundancia de la fruta y, obviamente, eso produce un consumo desbordado en la población. Y la razón es que el mango tiene un alto contenido de fibra, por cuyo motivo se debe tener la precaución de no ingerir más de 300 gramos al día. En esa cantidad es una excelente ayuda para el estreñimiento, debido a que facilita la digestión, según se ha podido comprobar, pero es fácil caer en excesos dado el rico sabor de la fruta.
Sus beneficios para la salud son de tal magnitud que está totalmente comprobada su positiva influencia en la reducción de las tasas de colesterol y como coadyuvante en el control de la glicemia, lo que resulta altamente gratificante para el ser humano. También es recomendada su ingestión para las personas que padecen de insuficiencia renal, pues tiene un alto contenido de potasio y, como si eso no bastara, posee además un efecto saciante que favorece a las personas que sufren de diabetes o de exceso de peso. A todo esto se debe agregar que hay muchas personas que le atribuyen efectos afrodisíacos y si bien esto no ha sido del todo comprobado, vale la pena averiguar. Como se puede observar, hay múltiples razones para estar agradecidos del mango y al entenderlo así se puede comprender por qué los hindúes lo veneran con tanta devoción, atribuyéndole parte de su felicidad. También ayuda a entender a los cojedeños, a los guayaneses y a otros connacionales que celebran la fiesta del mango con alegría contagiosa, costumbre que se ha ido extendiendo en Venezuela.
Las cualidades del mango
El mango es una fruta de pulpa carnosa, baja en calorías, de sabor dulce y grata al paladar, que está lista para ser consumida cuando su concha se torna amarilla o rosada, según la variedad. En Venezuela se prefiere la especie llamada “Bocado”, que resulta deliciosa por su sabor y contextura, pero también se puede conseguir el mango “Manila” en el oriente del país, tal como asevera el célebre historiador Germán Carrera Damas quien es un fiel y constante consumidor de la deliciosa fruta. Carrera estima que esta variedad de mango entró en América a través de Acapulco, México, después de cruzar el Océano Pacífico desde Luzón.
Tal posibilidad es altamente factible y de hecho hay autores que han señalado que viajeros españoles llevaron la fruta desde la India hasta Manila a fines del siglo XV, lo que explicaría su llegada a México en una época en que España comenzaba a tomar posesión del continente recientemente descubierto por Colón. Si bien el mango “Manila” es apreciado en la región nor-oriental del país, una variedad que también compite en la aceptación de los consumidores es el mango “Melocotón”, de gran tamaño, que posee sabor y olor muy similar al melocotón en almíbar, característica que le ha hecho ganar ese calificativo.
Entre las variedades más populares de la “Mangifera indica lennis”, como se llama científicamente a la popular fruta, están: los mangos de hilacha, riquísimos en fibra; los de injerto, favorecidos ampliamente por el comercio, entre los que se destaca la variedad conocida como la manga; y el bocao, que es el preferido por la mayoría, dado el delicioso sabor de su pulpa y al hecho de que se puede comer sin la incomodidad del mango de hilacha, que si bien muy sabroso, tiene la desventaja de incrustarse entre los dientes, lo que obliga al consumidor a ayudarse con los dedos para sacarse de la boca el indeseado visitante, lo que no es apreciado por las damas, que encuentran decididamente vulgar ese indeseable hábito.
El árbol del mango
Puede alcanzar hasta unos treinta metros de altura, aunque los agricultores prefieren a los que tienen un promedio de diez metros, lo que consiguen mediante la técnica de aplicación de injertos. De ese modo incrementan la producción en el menor tiempo posible, aumentando la productividad, además de facilitar la recolección del producto durante la cosecha. De esa práctica agrícola surgió el dicho de que "los mangos están bajitos", refiriéndose sin duda a que cuando las matas están bien cargadas el trabajo de los campesinos se facilita, haciendo menos ardua su labor. También permite que los niños puedan acercarse a las matas de mango y atrapar las frutas con más facilidad, muchas veces sin el consentimiento de sus dueños. Es común ver en los alrededores de los mangales, en tiempo de cosecha, niños corriendo con el producto de su rapiña entre las manos, mientras los productores les gritan improperios. Pero todo ello, bueno es decirlo, forma parte de la tradición del pueblo venezolano y nunca se ha sabido de un niño que haya sido encarcelado o herido como consecuencia de haberse adueñado de un par de buenas mangas del solar vecino.
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