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El origen de las especies Capitulo II La variación en la naturaleza


Enviado por   •  26 de Febrero de 2016  •  Resumen  •  2.033 Palabras (9 Páginas)  •  602 Visitas

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El origen de las especies

Capitulo II La variación en la naturaleza

Ningún término de especie ha satisfecho a todos los naturalistas. El término variedad es también de difícil definición, pero en él se sobreentiende casi universalmente la comunidad de origen. Las llamadas monstruosidades, son cierto grado de las variedades, pero presumimos que por monstruosidad se da a entender alguna desviación considerable en la estructura.

Todas las partes de los seres orgánicos están tan admirablemente en relación con las condiciones complejas de su vida, que parece tan improbable que nazca repentinamente cualquier parte perfecta. No hay nadie que suponga que todos los individuos de la misma especie han sido fundidos en el mismo molde. Sus diferencias individuales casi siempre son heredadas, dando, por consiguiente, materiales para que la selección natural obre.

Muchas de las especies incluidas en los géneros mayores se parecen a las variedades, hay otras relaciones dignas de notarse entre las especies de los géneros grandes y sus variedades ahora observadas. Las especies de los géneros mayores están relacionadas entre sí del mismo modo en que las variedades de cualquier especie lo están unas con otras.

Consideramos la palabra especie como arbitrariamente y por pura conveniencia dada a una colección de individuos muy semejantes los unos a los otros, sin diferenciarse esencialmente del término variedad, que se aplica a formas menos distintas y más fluctuantes. La palabra variedad también, en comparación con meras diferencias individuales, es arbitrariamente aplicada por cuestión de comodidad.

Ningún naturalista pretende que todas las especies sean igualmente distintas unas de otras, sino que generalmente pueden ser divididas en subgéneros o secciones, o en grupos menores. Las variedades no pueden distinguirse de las especies, si no es, primero, por el descubrimiento de formas intermedias eslabonadas entre sí, y segundo, por cierto grado indefinido de diferencia entre ellas: porque dos formas que se diferencian muy poco son generalmente clasificadas entre las variedades.

Y así las formas de vida en todo el universo quedan divididas en grupos subordinados a otros grupos.

Capítulo III La lucha por la existencia

Entre los seres orgánicos en estado natural, hay alguna variabilidad individual. Pero la mera existencia de variabilidad individual y de algunas pocas variedades bien marcadas, aunque es necesaria como fundamento para nuestro trabajo, nos ayuda muy poco a comprender cómo brotan de la naturaleza las especies.

Las variaciones, por pequeñas que sean, y cualquiera que sea el origen del que provengan, si en algo son provechosas a los individuos de una especie en sus relaciones infinitamente complejas con otros seres orgánicos y con sus condiciones físicas de vida, tenderán a la conservación de dichos individuos, y serán generalmente heredadas por la descendencia. De este modo tendrán también mayor probabilidad de sobrevivir, pues de los muchos individuos de una misma especie que nacen periódicamente, sólo un reducido número puede conseguir este privilegio. Hemos llamado al principio por el cual se conserva toda variación pequeña, cuando es útil, selección natural.

Usamos "lucha por la existencia"  en sentido amplio y metafórico, el cual incluye la dependencia de un ser respecto de otro, y lo que es más importante, incluye no solamente la vida del individuo, sino también el éxito al dejar progenie. Es la inevitable consecuencia de la elevada proporción en que tienden a aumentarse todos los seres orgánicos.

Todo ser que durante el tiempo natural de su vida produce varios huevos o semillas, necesita sufrir destrucción durante algún período de su vida y durante alguna estación o en alguno que otro año, porque de otro modo, por el principio del aumento geométrico llegaría pronto su número a ser tan desordenadamente grande, que no habría país capaz de soportarlo. De aquí que, como se producen más individuos de los que es posible que sobrevivan, tiene que haber forzosamente en todos los casos lucha por la existencia, ya sea del individuo con otro de la misma especie o con los de especies distintas, o con las condiciones físicas de la vida. Esta es la doctrina de Malthus aplicada con múltiple fuerza al conjunto de los reinos animal y vegetal.

Esta regla no tiene excepción, porque todo ser orgánico se aumenta naturalmente en tan alta proporción que, si no se lo destruyera pronto, la tierra estaría cubierta por la progenie de una sola pareja. Aun el hombre, que es lento para reproducirse, se duplica en veinticinco años, y en esta proporción, en menos de mil años su descendencia no tendría literalmente sitio en el mundo para estar de pie.

La cantidad de alimento para cada especie da naturalmente el límite extremo al que puede llegar en su crecimiento; pero con mucha frecuencia no determina el número medio de una especie el alimento que pueda obtener, sino el que sirva o no de presa a otros animales.

El clima desempeña también un papel importante en la determinación del término medio del número de una especie. La acción del clima obra principalmente reduciendo el alimento, lo que causa la lucha más severa entre los individuos. Cada especie, aun en el sitio en que más abunda, sufre una constante y enorme destrucción en algún período de su existencia.

Cuando una especie, por efecto de circunstancias muy favorables, aumenta desordenadamente su número en un pequeño trecho de terreno, se producen las epidemias.

Se puede deducir que la estructura de todo ser orgánico está relacionada de la manera más esencial, aunque a menudo oculta, con la de todos los demás seres orgánicos con los que entra en competencia a causa de los alimentos o residencia, o los que tiene que evitar, o a los que debe buscar para convertirlos en su presa.

Cuando reflexionamos acerca de esta lucha, nos podemos consolar con la plena creencia de que la guerra de la naturaleza no es incesante, de que no se siente el miedo, de que la muerte es generalmente pronta, y de que los seres vigorosos, saludables y felices sobreviven y se multiplican.

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