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El origen de lo que llamamos flatulencias


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  Trabajo  •  705 Palabras (3 Páginas)  •  505 Visitas

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omencemos con las justificaciones, al fin y al cabo, todos somos humanos, y todos, desde el más humilde de los súbditos, hasta el Rey – disculpe su Majestad – y desde el ateo más convencido, hasta el mismísimo Papa – y que me perdone su Santidad – nos deshacemos de los gases acumulados en el interior del cuerpo por el mismo procedimiento, eso sí, con más o menos habilidad a la hora de disimularlo.

El origen de lo que llamamos flatulencias (siendo finos) o de los pedos, peos o cuescos (que, siendo menos finos, son algunos de los nombres de guerra que le aplican en distintos lugares) está, en parte, en el aire que ingerimos al tragar saliva, alimentos o bebidas, en los gases que se generan cuando los alimentos reaccionan con los ácidos del estómago o con los fluidos del intestino y, fundamentalmente, porque, al alimentar a las bacterias que abundan en el interior de nuestros intestinos, éstas nos pagan con gases abundantes y, a veces, poco recomendables para olfatos delicados.

Las bacterias son las culpables

Estas bacterias son verdaderas “fábricas de gases”, especialmente si les proporciona ciertas sustancias que llegan si digerir totalmente hasta el intestino grueso y son utilizadas por ellas. Hablamos de alimentos ricos en azúcares. Tiene una fama bien merecida la familia de las judías o habichuelas, ricas en ciertos azúcares de difícil digestión llamados oligosacáridos. No menos importantes son: la leche, que contiene lactosa, un azúcar de difícil digestión para algunas personas; el sorbitol, muy utilizado para endulzar comidas bajas en calorías y en los chicles, y la fructosa, un azúcar natural abundante en las frutas y ampliamente empleada en caramelos y golosinas. Otra sustancia particularmente activa como origen del gas producido por las bacterias es el almidón, que está formado por largas cadenas de azúcares y abunda en las patatas, el repollo, el trigo o el maíz.

No todas las bacterias son culpables, no generalicemos, algunas de ellas hacen todo lo contrario, absorben los gases y los digieren. Menos mal, de no ser así, las conversaciones humanas estarían continuamente amenizadas con una sinfonía de sonidos poco edificantes.

Inodoros o mortales.

Cuando se analiza químicamente el contenido de un pedo (entre los científicos hay gente para todo) se descubre que contienen, en gran proporción, nitrógeno, al fin y al cabo es el gas más abundante en la atmósfera; dióxido de carbono, hidrógeno y metano. Ninguno de estos gases huele, así que por mucho que sean artífices de no pocas serenatas, nadie los puede acusar del fétido olor que los pedos nos regalan en ocasiones. Para que los gases expulsados huelan hace falta un ingrediente fundamental: el azufre, especialmente en forma de sulfuro de hidrógeno. Lógicamente lo que ingerimos por la boca debe salir por algún sitio y si ingerimos alimentos ricos en azufre como cebolla, coliflor o huevos,

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