Ezqizofrenia
Enviado por matalurgico456 • 29 de Septiembre de 2013 • 1.955 Palabras (8 Páginas) • 294 Visitas
el libro de Sechehaye que comento hoy es quizás uno de los últimamente que más me han impresionado tanto humana como intelectualmente. La obra consta de dos partes diferenciadas en la primera parte, “La realización simbólica” la doctora Sechehaye narra el desarrollo patológico de una esquizofrenia en una joven llamada Renée, desde sus inicios en la pubertad hasta la edad adulta, terminando con la curación de la enferma gracias a la terapia de realización simbólica. En la segunda parte la propia enferma en “Diario de una esquizofrénica” expone sus experiencias con la enfermedad, el trato degradante que sufre como enferma mental, el terror que le acompaña en cada una de sus vivencias y su paulatino restablecimiento. Este artículo se divide en estas dos partes.
PRIMERA PARTE: LA REALIZACIÓN SIMBÓLICA
Sechehaye propone una terapia novedosa que hoy por hoy parece rechazada por la psiquiatría oficial. Para la doctora las alucinaciones o las conductas alteradas del esquizofrénico no son simples afloramientos sin sentido de una mente trastornada sino que son plasmaciones de necesidades psíquicas insatisfechas. Desde la perspectiva psicoanalítica esta idea no debe resultar extraña ya que los síntomas neuróticos también son considerados en el psicoanálisis como intentos de restablecer la economía psíquica del paciente. Renée había sido desahuciada por la psiquiatría de su época y todo apuntaba a que “se trata de una esquizofrénica en sus comienzos (está en la edad en que a menudo se desarrolla una hebefrenia), no es posible ayudarla mucho, pues está en el camino de la desintegración mental, común en estos casos” (La realización simbólica cap. II) sin embargo, el método de Sechehaye logró el total restablecimiento de Renée.
La clave del método de Sechehaye es que considera que la patología del enfermo mental “habla” de sus necesidades psíquicas, de nuevo, esto no debería resultar chocante desde el psicoanálisis toda vez que uno de los elementos de la terapia psicoanalítica original era la interpretación de los sueños del paciente como manifestación de su vida psíquica profunda. Lo novedoso del método de Sechehaye es que no sólo ve las alucinaciones o conductas anómalas de Renée como “síntomas” de su patología sino también como intentos simbólicos de superar el estado esquizofrénico. De este modo la patología “habla” a la enferma de la enferma misma; la alucinación, las visiones del “Otro Mundo” no son afloramientos de las cloacas de lo irracional sino exhibiciones simbólica de necesidades profundas de la enferma. El camino de la enfermedad es también el camino del restablecimiento psíquico, el camino que transcurre por el “Otro Mundo” es también el que llevará a Renée hacia esta alucinación socialmente admitida llamada “Mundo Real”.
Aunque no estoy del todo de acuerdo con la perspectiva terapéutica del método de realización simbólica me interesa el tratamiento de Sechehaye porque, consciente o inconscientemente recuerda a los sistemas arcaicos de iniciación cuya estructura básica “muerte y resurrección” es una constante obvia en todo el método de la doctora: las voces que hablan a Renée, las visiones, su hablar caótico y sin aparente sentido son una puerta del “Otro Mundo”, que es un cielo y un infierno, en donde la enferma se sumerge (como Hércules descendiendo al Hades) para quedar atrapada en él o para salir victoriosa de la lucha con el Cancerbero.
Leyendo a Sechehaye quizás podamos comprender la ineficacia de la psiquiatría oficial que impera en la actualidad. La depresión, la esquizofrenia o la ansiedad son llamadas desde el otro lado del espejo, llamadas terribles, no lo ignoro, pero llamadas que nos invitan a la “muerte y resurrección” de una estructura psíquica que, por las razones que sea, se ha vuelto ya inoperante. Hoy en día las drogas (medicinas aturdidoras de la conciencia) o las ficciones colectivas han sustituido a la iniciación; nos quedamos temerosos en las puertas del Averno y llamamos a nuestra cobardía “sensatez”. Con una pastilla queremos olvidar lo que nuestra alma grita pero no podemos olvidar que olvidamos y así sucede que esa llamada pasa sobre nosotros como una estrella fugaz, sin dejar rastro en nuestro espíritu, desapareciendo en el horizonte y abandonándonos en nuestras tristes seguridades a la espera de la siguiente crisis que nos dejará, de nuevo, tan vacíos de vida como nos encontró.
SEGUNDA PARTE: DIARIO DE UNA ESQUIZOFRÉNICA
Aún a riesgo de parecer exagerado creo que he leído pocos relatos tan extraordinariamente dramáticos como el diario de Renée, con el agravante de que cuenta hechos verídicos que se repiten día a día en ciento de miles de personas con alguna patología mental. La paulatina desconexión de la enferma con el mundo real es narrado con un inexorable fatalismo y un profundo sentimiento de angustia y soledad. La certeza de que al final Renée fue reintegrada a la realidad hace que la lectura de esta tragedia sea algo más soportable.
El primer capítulo del diario de Renée se titula “Aparición de los primeros sentimientos de irrealidad”, un título muy oportuno con el que comenzar ya que la lucha de Renée contra esta invasión de irrealidad en su vida será el motivo principal del diario. Lo terrible de la irrealidad no es lo que la irrealidad misma representa sino el sentimiento de soledad y de desligazón con el mundo “normal” que experimenta la enferma. Las visiones no son en sí mismas terribles, puede que algunas tengan hasta cierto encanto onírico, lo que las hace terrible es la fractura con el mundo humano “normal” que rodea a Renée.
“[...] pero a pesar del juego y de la conversación, no lograba volver a la realidad: todo me parecía artificial, mecánico, eléctrico; o también me excitaba voluntariamente: reía, saltaba, movía las cosas a mi alrededor, las sacudía para intentar hacerlas volver a la vida. ¡Eran miembros terriblemente penosos!
¡Cuán
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