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Formación de la agenda. Charles D. Elder y Roger W. Cobb


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2015  •  Resumen  •  1.836 Palabras (8 Páginas)  •  1.251 Visitas

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LECTURA TEMA 2

Formación de la agenda. El caso de la política de los ancianos

Charles D. Elder y Roger W. Cobb

La  formación de la agenda como el proceso a través del cual ciertos problemas o cuestiones llegan a llamar la atención seria y activa del gobierno como posibles asuntos de política pública.

La importancia de este proceso se debe a dos hechos:

  1. La capacidad de atención del gobierno es necesariamente limitada: hay más asuntos que atender que tiempo para considerarlos.
  2. Los problemas de políticas públicas no son datos a priori, sino resultados de definiciones.

Una situación específica o conjunto de circunstancias constituyen un problema, por tanto, son un asunto capaz de despertar la preocupación del público, pero esto no solo depende de los hechos sino de creencias y valores. Los problemas de políticas públicas son construcciones sociales que reflejan concepciones específicas de la realidad.

En este texto encontramos como ejemplo  de lo importante que es el proceso de selección de los problemas y las definiciones el caso de la política hacia los ancianos y, en particular, el estado de necesidad de los ancianos y las obligaciones de la sociedad hacia ellos. Las elecciones que guiarán las políticas públicas de la vejez empiezan con la definición del problema. En gran parte, en esto consiste el proceso de formación de la agenda.

La formación de la agenda como proceso decisional.

La formación de la agenda implica decisiones importantes por lo que hay que entenderla como un proceso de toma de decisiones. Es un proceso muy variable y que depende de su contexto. En algunas situaciones el proceso puede ser muy estructurado y bien definido pero en otras puede ser más difuso y menos estructurado.

La formación de la agenda implica  un conjunto cambiante de actores que vienen y van. El acceso a la agenda gubernamental suele ser el producto de un complejo proceso que frecuentemente tiene una estructura informal y débil. Y el éxito depende de la concentración apropiada de personas, problemas, soluciones y oportunidades de elección. Cada uno de estos elementos es potencialmente incierto. Pero se puede reducir esta incertidumbre mediante una serie de factores que ayuden a estructurar el proceso y limitar las posibles variaciones.

El flujo de las personas: La participación en el proceso de formación de la agenda.

Los problemas y las prioridades de la agenda se construyen socialmente quien participa puede ser un factor muy importante y decisivo. Aunque el control de la agenda formal está en manos de las autoridades, en la mayoría de las instituciones  la formulación de las políticas es un esfuerzo colectivo y de varias etapas.

Participar en la formación de la agenda (agenda “sistémica”) de las instituciones se inclina a favor de algunos grupos y cuestiones excluyendo a otros. En general, ciertos grupos e intereses casi siempre carecen de representación en el proceso de creación de la agenda

Existen grupos e intereses mejor organizados y con más recursos que otros, lo que hace más fácil su comunicación con los funcionarios de gobierno. Los ancianos forman un grupo grande y creciente y esto aumenta la probabilidad de que las autoridades presten atención a sus reclamaciones o demandas.

Durante los últimos 25 años las agrupaciones que trabajan en beneficio de los ancianos han crecido. Este crecimiento es resultado de las acciones gubernamentales, de la movilización de los políticos, del movimiento laboral y de los profesionales dedicados a la atención de la vejez, sin contar con las iniciativas de los mismos ancianos.

Todos estos actores: funcionarios públicos, grupos de interés organizados, profesionales de las políticas dentro y fuera del gobierno, creen tener derecho de participar activamente en el diseño de las políticas.

El ámbito y la diversidad de los problemas de los ancianos no han permitido desarrollar un subsistema de política bien definido. Por ello los problemas de la vejez se han dividido en varios subsistemas y este proceso ha ocasionado que se diluya la influencia de los grupos dedicados a la atención de la vejez al carecer de un objetivo estable al que enfocar sus esfuerzos. Ha habido muchos actores periféricos y ninguno central. Todo esto ha contribuido a la fragmentación y duplicación de los programas y ha retrasado el desarrollo de una política coherente sobre la vejez.

El flujo de las cuestiones en la formación de la agenda.

La mayor parte de la agenda del gobierno, depende de los arreglos políticos que se realicen en los subsistemas. Por esto, los subsistemas actúan como filtro del acceso de los problemas a la agenda y delimitan las posibles soluciones. Algunos subsistemas son más rígidos que otros  y el grado de control sobre los problemas y definiciones varía según el acuerdo que exista entre los participantes del subsistema. Los problemas y las soluciones tienden a definirse a partir de modificaciones incrementales de las políticas existentes.

Pero los problemas nuevos y redefiniciones importantes es difícil que puedan encontrar un lugar en la agenda formal. Solo podrá ser a través de una gran campaña o la movilización del interés público Esta movilización requiere de personas dispuestas a invertir tiempo y dentro en la promoción y defensa de esas cuestiones. Estas personas son llamadas “empresarios de asuntos” y desempeñan un papel crucial en el apoyo y canalización de ideas o demandas hacia la agenda del gobierno.

Un ejemplo es la aparición y desaparición del delito y de la vejez como temas importantes de las políticas  públicas durante los años 60. Era favorable la opinión a este particular problema porque fusionaba tres preocupaciones que habían ocupado la atención de los funcionarios durante los 60 y principios de los 70: delitos, victimas y la vejez. La combinación era poderosa y gano el acceso a la agenda del gobierno por un proceso que el autor llama “voz convergente”. Diferentes grupos dentro y fuera del gobierno consideraron  a los ancianos como gente especialmente vulnerable por la delincuencia y, consecuentemente, como sus víctimas más probables. Los medios masivos, funcionarios públicos y otros actores, hicieron suyo este punto de vista, lo que sirvió para legitimar la preocupación y establecer la realidad del problema.

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