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Grecia arcaica: cambios y desarrollos en el aspecto social con relación a la progresiva descentralización del poder.


Enviado por   •  28 de Junio de 2016  •  Ensayo  •  5.760 Palabras (24 Páginas)  •  309 Visitas

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Grecia arcaica: cambios y desarrollos en el aspecto social con relación a la progresiva descentralización del poder.

                                                 Conformación de los genos.

             

      Al desmembrarse la incipiente organización estatal micénica, sobre cuya pirámide social se encontraba el poderoso Wanax, entran a jugar entonces ahora un papel decisivo las formas gentilicias de organización, las cuales parecían haber conservado los grupos invasores desde incluso aquellos tiempos en que los indoeuropeos comenzaron a desplazarse desde algún lugar del Asia Menor o del sur de Rusia[1]. Se produciría a partir de entonces una efectiva regresión hacia formas tribales de organización social. El núcleo originario de estas organizaciones lo constituía la familia,  base fundamental sobre la que se conformaba una pequeña sociedad integrada y sometida por la tradición a una autoridad paterna absoluta, en donde el padre, más que un protector en el sentido físico, se constituirá como un símbolo viviente de un poder que incluiría la sangre y el culto, de manera tal que nada en nuestra sociedad moderna nos podría sugerir lo que habría sido aquella autoridad, junto con el grado de integración que se establecía en semejantes condiciones:

               “Tal vez esa metáfora ya un poco desacreditada, que suele condimentarse con la palabra “orgánico”, tuviera al menos en un caso así una cabal justificación, pues dentro de ese conjunto familiar lo que afectaba a un miembro pasaba a ser un asunto concerniente a todo el grupo. Eran tiempos en los que un asesinato por ejemplo, se cobraba no en términos de una Justicia Pública como la Diké clásica sino que se resolvía como un asunto privado entre las familias afectadas.[2]

           De esta manera, si bien la caída del poder centralizado de la dinastía micénica va a dar paso a una conformación más dispersa y confrontacional de los reyes y nobles, por otra parte la conformación de la familia se desarrollará a través de la consolidación de un poder incuestionable en el ámbito particular del grupo. Así, se daría durante siglos un tal estado de cosas que, por ejemplo, se permitiría a un padre disponer a su antojo del destino de sus hijos, proceso que habría de erradicarse (en muchos casos a medias) durante el proceso de la conformación de la polis, al ir liberándose paulatinamente de dichas herencias ancestrales, aun cuando pervivieron en estado de atenuación. Por otra parte, esta familia, en tanto que una suerte de ciudad social, se encontraba drásticamente limitada para cualquier acción independiente, y un paso lógico habría de darse en la forma de una expansión hacia una unidad más amplia[3]. Dicha unidad será el Clan o genos, organización social que habría proyectado, a una mayor escala la misma estructura familiar:             

           “El grupo así formado goza de una completa independencia y no admite ningún límite para su soberanía. No conoce otras obligaciones que las que le son impuestas por su propia religión; no concibe otras virtudes que las que contribuyen a su honra y a su posteridad. [4]

            La cabeza visible de este genos es el jefe, que es a la vez sacerdote y militar, al que se lo supone como descendiente directo de un antepasado divino, y al igual que el padre en la unidad familiar, su autoridad sobre los miembros del grupo prácticamente no conoce límites[5]. Por otra parte, el genos se constituye como un grupo cohesionado a tal extremo, que éste en su integridad habrá de responder a la deuda de cualquier miembro, ya se trate de una multa, el rescate de un prisionero[6], de manera tal que se daba una solidaridad entre sus miembros frente a cualquier tipo de organización externa, e incluso en épocas muy posteriores, en las que los clanes se vieron sumergidos en la globalidad social de la ciudad y que hará manifiesta determinadas actitudes en el seno mismo de la polis clásica.  De esta manera, el que disponía de forma soberana de este código, trataba como quisiese al que se hiciese culpable de un atentado contra el grupo y que haya merecido por esto venganza divina. Así, no había lazo más estrecho que el que ligaba a los miembros de una gens (excepto quizás el de la familia), y, unidos por la celebración de las mismas ceremonias sagradas, se ayudaban mutuamente en todas las necesidades de la vida:

             “La gens entera respondía a las deudas de cualquiera de los miembros, rescataba a los prisioneros, pagaba las multas de los que incurrían en ellas, y si cualquiera de los suyos era nombrado magistrado, pagaban entre todos a escote los gastos que lleva consigo la magistratura.[7]

               Un acusado comparecía ante el tribunal acompañado de todos los miembros de su gens, lo cual demuestra la solidaridad que establecía la ley entre el hombre y el cuerpo del que formaba parte y también era un acto contrario a la religión el pleitar contra un individuo de su gens o presentarse como testigo en contra suya. Aunque comenzará a dispersarse de forma paulatina, la autoridad y la unificación del poder todavía se harán manifiestos en los gens y sus familias, aun cuando, empero, el tema del poder ya se planteará de una manera completamente distinta al la concepción de la monarquía excepcional micénica.

                                   

                                              Se amplia la organización.

 

              Señala Fustel de Coulanges que la pequeñez de la sociedad primitiva correspondía a su vez a la pequeñez de la idea que se había formado de la divinidad, ya que tenían cada familia sus dioses, no concibiéndose ni adorándose más que a las divinidades domésticas:

                “Pero no podía contentarse mucho tiempo con dioses tan inferiores  creados por el mismo, y si le faltaban muchos siglos para llegar a representarse a Dios como un ser único, incomparable e infinito, al menos podría aproximarse insensiblemente a este ideal, agrandando de edad en edad su concepción de lo sobrenatural, y ensanchando poco a poco el espacio que para él separaba el Supremo ser de las cosas de la tierra. La idea religiosa y la sociedad debía ir creciendo al mismo tiempo.[8]

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