Hace muchos años, no importa cuántos exactamente, en un reino muy lejano vivía un dragón llamado Maxgón, era muy grande y cambiaba de colores cada vez que lo deseaba

Hace muchos años, no importa cuántos exactamente, en un reino muy lejano vivía un dragón llamado Maxgón, era muy grande y cambiaba de colores cada vez que lo deseaba.

Maxgón era el Guardián del Valle Mágico, un lugar en el que vivían todos los seres mágicos que te pudieras imaginar, había elfos, hadas, animales parlanchines, arboles muy sabios, unicornios, casi todo aquel valle tenía vida. Maxgón lo había cuidado por muchos años, pero te preguntaras de quien o que lo cuidaba, bueno, fácil, de los humanos.

El rey del reino lejano, era un hombre avaro y muy malo, de nombre Alejandro, este quería tomar todas las riquezas que, según él, había en el Valle Mágico, él decía que le pertenecían ya que él era el rey y tenía todo el poder. Por muchos años, envió a sus mejores soldados para apoderarse del Valle, pero todos sus intentos fueron fallidos, Maxgón siempre estaba protegiéndolo y frustraba todos los planes del rey.

Un día el rey, viendo que todo lo que intentaba hacer le salía mal por culpa de Maxgón, se reunió con los hombres más sabios del reino para que le ayudaran a solucionar su problema. Todos los sabios estuvieron pensando por  horas la mejor solución para el rey, y después de mucho un sabio se levantó y dijo:

• ¡Lo tengo! – gritó emocionado.

El rey se levantó de su silla y le dijo:

• Adelante, ¿qué esperas? Haznos saber tu idea.
• Deberías enviar a la princesa – soltó el sabio.
• ¿Qué? – abrió los ojos el rey - ¿Acaso haz enloquecido?
• No, mi querido rey, - sonrió – piénselo bien, ¿quién es la persona más dulce y de gran belleza de este reino?
• Mi hija, claro – respondió sin dudar el rey.
• Bien, solo debemos distraer a Maxgón, así dejará de cuidar el Valle Mágico y usted podrá disponer de este como desee.

El rey se quedó pensando un momento, aquel sabio había ideado un plan magnifico e inteligente. Todos los demás sabios asintieron hacia la idea presentada.

• Pero, - dijo el rey – no creo que la princesa acepte. Ya saben que por años ha tenido gran fascinación por ese Valle y se ha opuesto rotundamente a que tome posesión de él.
• Precisamente, mi querido rey. – dijo emocionado – Utilizaremos todo eso a su favor, la engañaremos.

Esa noche, el rey se dirigió a la habitación de la princesa para hablar con ella acerca del Valle, tenía una propuesta a la que no podía negarse, o al menos eso esperaba él.

• Lo he pensado mucho, hija, y he decido desistir de esa absurda idea que tenía de entrar al Valle.
• Oh, padre, no sabes cuan feliz estoy por ti, al fin entraste en razón.
• Si, y quiero que tu vayas, siempre quisiste ir y no pienso impedírtelo más.
• ¿En serio, padre? – dijo con asombro.
• Si, hija, te mereces lo mejor, quiero que conozcas todo de este reino para cuando tú lo gobiernes y siempre has tenido gran curiosidad por ese Valle, así que, empaca todo, saldrás mañana temprano.

La princesa abrazó a su padre y se despidieron, el rey lo había logrado. El plan era que la princesa con su dulzura se hiciera amiga de Maxgón y así poder entrar al Valle.

A la mañana siguiente, la princesa partió a primera hora en un caballo blanco acompañado por otros dos que llevaban sus pertenencias. No sabía cuánto tardaría en su expedición, pero esperaba que mucho, la vida en el palacio no le gustaba y deseaba tanto aventurarse y conocer más el reino de su padre, y no había nada mejor que empezar por conocer el Valle Mágico. Su madre le había contado grandes historias de aquel Valle, y ella deseaba conocer a cada ser mágico, incluyendo a Maxgón, que según su madre era bastante aterrador. Como extrañaba a su madre, había muerto hace ya un tiempo a causa de una enfermedad extraña, desde entonces, su padre había endurecido su corazón, refugiándose en el alcohol y el robo de riquezas a otros reinos, él decía que eso lo hacía sentir poderoso y feliz. La princesa sabía que estaba equivocado, pero tal vez al dejarla venir al Valle Mágico a ella sola y al abandonar esa tonta idea de zaquearlo, tal vez y solo tal vez estaba volviendo a ser el mismo.

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