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Imc Act Diagnostica


Enviado por   •  1 de Marzo de 2015  •  1.826 Palabras (8 Páginas)  •  166 Visitas

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Marta

Pasé una niñez muy feliz. Tan feliz, creo, que como ninguna niña, de lo más feliz que puede haber. Me sentía yo libre... No sentía yo ningún amarre. Yo podía hacer todo lo que quería, podía desbaratar y quebrar sin que me pegaran. Mi papá me dejaba hacer todo y a mis hermanos no. Cuando lloraba, mi papá me acariciaba y me daba dinero. Cuando me encerraba pa’ que no saliera me escapaba por la azotea. Era grosera y respondona con todos porque veía que mi papá me tomaba a mí una atención que no tenía con mis hermanos; era la consentida. A mis madrastras y a las sirvientas que teníamos en la casa las maltratábamos. Éramos muy léperos con ellas y no duraban nada. Sólo Enoé y la Chata fueron las que más duraron con nosotros. Pero las hacía beberse sus lágrimas, y Elena, mi primera madrastra, lloró también.

Mis amigos, mis amiguitas, me veían como jefe. Luego nos poníamos a jugar al beisbol y yo era la que decidía quiénes se iban conmigo, quiénes se iban con el otro. Eso me elevaba porque para jugar me pedían consentimiento a mí. Veían que yo en la casa era muy consentida y mi papá siempre nos traía lo mejor que nos podía dar. Yo les repartía fruta a los muchachos y por eso mismo siempre me andaban buscando y me andaban ahí rogando pa’ que saliera a jugar. Nunca me faltó una amistad y entre ese ambiente pos yo me sentía muy grande.

No me gustaba la escuela. Fui a la escuela por mi papá pero no porque me gustara. No aguantaba estar encerrada en un cuarto y no hacía el propósito de aprender nada, escribir, leer o hacer cuentas. Fui muy burra, repetí el primer año tres veces y el segundo lo hice dos veces. Terminé el quinto año cuando tenía catorce años, iba a entrar a sexto pero ya no lo cursé: me fui. Nunca anhelé ser algo, alguien en la vida, como enfermera, o modista, nunca dije voy a ser esto o lo otro. Mi héroe favorito era Tarzán y yo quería ser su compañera.

Era muy machorra, una marimacha, me juntaba con puros hombres y jugaba al burro, a las canicas, al trompo, a los huesitos... según la temporada. Para mí sólo éstos eran juguetes y yo le quebraba a Consuelo los suyos, muebles y trastes de muñecas que le gustaba guardar muy cuidadosa en una caja debajo de la cama. No me gustaba jugar con mujeres, pero me encantaban las muñecas, vestirlas, cargarlas.

Mi papá a las mujeres nos trataba a cuerpo de rey, a los hombres casi no les hacía caso. Procuró comprarnos ropa, que no nos faltara de comer, darnos escuela y nunca dejó que mis hermanos nos maltrataran. Nos llegaron a pegar, pero en cuanto venía mi papá les pegaba a ellos. Entonces los agarraba y sin compasión les pegaba.

Consuelo fue más quieta, más reservada y casi no tenía amigas; siempre llevó una vida muy apacible. No podía salir libremente por mi papá que siempre estaba al pendiente. Nos peleábamos mucho. Cuando mi papá me mandaba a traer el pan y yo traía pan surtido, ella agarraba el que a mí me gustaba. Traía mi papá fruta y yo le quitaba la que a ella le gustaba. Me escondía mis botecitos con mis cosas y si yo sabía que le gustaba algo, iba y se lo rompía. Siempre fui muy mala con ella, siempre le busqué la vida. Cuando estaba con sus amigas yo le decía a mi papá que se había ido a la calle y le pegaba. Y ella también me acusaba porque no quería que anduviera de machorra.

Su niñez fue triste porque no le gustaba salir a correr, a divertirse. Siempre callada y por eso se le recargaba más. Llegaba Roberto y le jalaba las trenzas y llegaba Manuel y le decía sírveme aquí, tráeme esto, y ella tenía que obedecer pues si no lo hacía le pegaba. Y como estaba aquí metida estaba más a la mano para hacer las cosas.

Es raro, pero he tenido más confianza en mi media hermana Antonia y en mi cuñada Paula que en Consuelo. Porque Consuelo siempre se cree superior y luego luego juzga mal. No sabe meterse en buena forma en la vida de uno. Y yo siempre he pensado que es agarrada y egoísta.

De chica mi preferido era Roberto porque siempre me daba cosas y me llevaba con él. Pero siempre ha sido muy delicado y muy mandón y decía muchas mentiras. Manuel siempre estuvo con su mundo aparte. Yo creo que porque él era más grande siempre fue muy retirado y muy reservado. Se me figura hipócrita, porque yo sé muy bien que no siente lo que dice. Y es muy embustero, sobre todo, siempre anda con la mentira en la boca. Pero ninguno de mis hermanos me pegó de chica, empezaron cuando ya tuve edad de tener novios.

Manuel casi toda su infancia se la pasó en la escuela, como Consuelo... muy persignaditos, muy seriecitos, más quietos, más callados. Vamos por parejas en carácter. Yo era como Roberto, ¡canijo Roberto! No quería ir a la escuela —le encantaba andar de vago como a mí— y se salía de la clase por las ventanas. Dejábamos encargados los útiles en los baños del Consulado y nos íbamos a

Chapultepec. Allí nos subíamos por donde está el Castillo y nos metían unas corretizas los soldados de Guardias Presidenciales, porque es un delito subir

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