Impacto Ambiental En La Actividad Petrolera
Enviado por stevenson • 7 de Junio de 2012 • 14.847 Palabras (60 Páginas) • 971 Visitas
El Dinero Sucio, Sangre del Sistema Económico y el Poder.
Por: Julio Sevares
El lavado y el blanqueo de dinero alcanzaron magnitudes escandalosas, revelando extensas redes de delito de guante blanco y corrupción en las que participan grandes bancos y empresas y gobiernos de países grandes y chicos, del centro y de la periferia. La mayor parte de las operaciones de lavado y blanqueo se hacen a través de los centros financieros offshore en los que tienen sucursales todos los bancos y grandes compañías financieras del mundo.
La cantidad de dinero que circula por los circuitos grises y negros del sistema es tan grande que se ha convertido en una amenaza en varios sentidos: implica una gigantesca evasión impositiva, reduce el control de los mercados monetarios de los países afectados y constituye una inmensa “caja” disponible para financiar la corrupción y el delito, por lo cual vulnera los sistemas jurídicos y políticos.
Según el GAFI, “los posibles costos políticos y sociales del lavado de dinero, si no se controla o se maneja inefectivamente, son serios. El crimen organizado puede infiltrar las instituciones financieras, adquirir control de grandes sectores a través de las inversiones u ofrecer sobornos a funcionarios públicos y también a gobiernos. La influencia económica y política de las organizaciones criminales pueden debilitar el tejido social, los estándares éticos colectivos y, finalmente, las instituciones democráticas de la sociedad. En los países en transición hacia sistemas democráticos, esta influencia criminal puede minar la transición. Más aún, el lavado de dinero está inextricablemente unido a la actividad criminal que lo genera. El lavado permite continuar esa actividad criminal”[i]
Un documento del Consejo Nacional de Seguridad de los EEUU (National Security Council) aporta algunas inquietudes más precisas: “la globalización ha creado una nueva clase de amenaza para la seguridad nacional delitos de diverso tipo que incluyen el fraude financiero, que no tienen fronteras y que afectan los negocios de las empresas estadounidenses”[ii].
Como consecuencia de esa preocupación, en los últimos años algunos organismos internacionales y gobiernos comenzaron a manifestar preocupación por el fenómeno y lanzaron campañas para limitar algunas formas de delito financiero.
Sin embargo las medidas son muy limitadas y están lejos de atacar las raíces del problema.
La debilidad de los gobiernos y las regulaciones no se debe a falta de visión o de decisión. Se debe a que delitos como el lavado y el blanqueo no son excreciones marginales del sistema económico ni el producto de la actividad de un grupo de delincuentes profesionales, sino que son parte del mismo sistema:
- La expansión de los circuitos grises y negros del dinero son una consecuencia directa e inevitable de las medidas de liberalización y desregulación financiera tomadas por los gobiernos en las últimas décadas. Los países del centro presionan desde hace años para que todos los de la periferia sigan ese camino;
- La expansión de las redes de dinero disponible para el lavado y el blanqueo es consecuencia, también, de uno de los fenómenos más salientes del capitalismo de las últimas décadas: el enriquecimiento vertiginoso de algunos sectores sociales debido a la especulación, la corrupción y el delito.
- El dinero proveniente del delito y del crimen es administrado por grandes entidades financieras bancarias y no bancarias que ocupan los primeros lugares en el circuito del dinero “blanco”, como se ha demostrado en el caso del Citibank;
- En las redes de lavado y blanqueo se encuentran, además de los personajes marginales especializados en negocios sucios y criminales, grandes empresarios, gobernantes y políticos de primer nivel;
De hecho, las grandes operaciones de lavado y blanqueo que se han detectado en los últimos años nunca podrían haberse realizado sin la tolerancia de las autoridades y las influencias de grandes personajes del poder. Del mismo modo, la expansión de delitos como el narcotráfico o la corrupción de funcionarios gubernamentales es también posible porque en ellos participan grandes empresarios, gobernantes y organismos de espionaje y seguridad de los países centrales.
Más aún, en la actualidad, a pesar de la conciencia que existe sobre el problema y de la extensa discusión internacional que se ha generado sobre el mismo los gobiernos se niegan a tomar las medidas elementales que contribuirían a golpear seriamente el lavado de dinero, como sería el establecimiento de regulaciones y controles firmes de los sistemas financieros y la prohibición de operaciones con los centros offshore.
En un editorial el New York Times afirma: “América esta amenazada por la expansión de los cárteles internacionales del crimen – un lado oscuro de la globalización. Un valorable informe de la Casa Blanca documenta como el colapso de la Unión soviética, la reducción de las barreras comerciales y los avances en telecomunicaciones incrementaron el alcance de los sindicatos del crimen, desde Rusia y Europa del Este hasta Asia, América Latina y las zonas ricas en diamantes de África. La administración de Clinton ha liderado una campaña internacional para caer sobre uno de los componentes esenciales del problema, el lavado de dinero. Pero los bancos americanos están ellos mismos entre los principales conductos mundiales para el lavado de fondos. Si las propias leyes americanas no son fortalecidas, los esfuerzos internacionales para reducir el flujo de dinero sucio tendrán impacto limitado. Un reciente informe de la Oficina General de Contabilidad (General Accounting Office) encuentra “relativamente fácil” para los extranjeros lavar dinero a través de los bancos americanos”. [iii]
Para combatir el lavado y el blanqueo son necesarias regulaciones más estrictas. Pero el sistema financiero se opone a controles estrictos. Carl Levin, del Subcomité de Investigaciones del Senado de los EEUU propuso obligar a los bancos estadounidenses a conocer mejor a sus bancos corresponsales, monitorear sus cuentas y no aceptar cuentas de bancos inscriptos en paraísos fiscales en los cuales no hay regulaciones estrictas contra el lavado de dinero. Pero es consciente de la resistencia de los bancos: “A la industria bancaria, sostiene el senador, no le gusta la intromisión regulatoria del gobierno. Quieren la mayor libertad posible. También temen ser dejados en una posición de desventaja competitiva respecto de bancos de otros países y ésa es una preocupación legítima” [iv]
CUÁNTO ES Y DE DÓNDE
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