¿Interviene la calidad del aire en la morbilidad o mortalidad por COVID-19?

¿Interviene la calidad del aire en la morbilidad o mortalidad por COVID-19?

La emergencia sanitaria a la cual se enfrente el planeta actualmente ha sido una de las más fuertes amenazas para la vida humana, la pandemia provocada por el COVID-19 desató una crisis que ha paralizado el mundo entero, afectando desde el bienestar social hasta la economía mundial. Este virus se caracteriza por tener una mayor prevalencia en las personas de edad avanzada, con antecedentes de enfermedades pulmonares crónicas, con afecciones cardiacas graves y que cuentan con sistema inmunitario débil. La mucha o poca información que se sabe de este brote es algo que tiene a la sociedad en incertidumbre, sea por la cantidad o insuficiencia de estudios que buscan la relación del virus con diversos factores a tener en cuenta para abarcar y enfrentar esta situación de la mejor manera. [1]

Uno de estos factores estudiados y a evaluar ha sido la calidad del aire, el cual influye silenciosa pero significativamente en el medio ambiente y la vida de los seres vivos, puesto que ésta describe y refleja la concentración de contaminantes presentes en la atmósfera, y que, estando una vez en ella, su persistencia dependerá de varias circunstancias.         Estudios anteriores han demostrado que la exposición a contaminantes existentes en la atmósfera representa riesgo para la salud, debido a que éstos contaminantes son asociados fuertemente con problemas tales como muerte prematura, ataques cardiacos, asma e irritación de las vías respiratorias entre otras. [2]

Teniendo en cuenta esta información y en base a estudios sobre esta posible correlación, puede decirse entonces que la calidad del aire, aunque no afecta de una forma directa a los seres humanos en relación al COVID-19, es un factor que recae sobre las personas al momento de provocar y agravar las enfermedades anteriormente mencionadas, dado que, la exposición a estas partículas contaminantes presentes en el aire, aumenta también severamente los resultados durante brotes de enfermedades infecciosas, esto hace que la vulnerabilidad hacia el virus sea mayor y altamente nociva. Se debe también, a que la dispersión esperada de los contaminantes no siempre es la mejor, ya que pueden presentarse situaciones atmosféricas donde la temperatura aumenta con la altura en lugar de disminuir, lo que hace que la masa de aire ascendente no se eleve, quedando estancada a poca altura por ausencia de corrientes verticales, contribuyendo así a altas concentraciones y esto a la fatalidad de enfermedades teniendo como consecuencia la facilidad del contagio. [3]

Por ejemplo, Se han encontrado evidencias estadísticamente significativas de que un aumento de 1 𝜇g / m3 en la exposición a largo plazo a PM2.5 se asocia con un aumento del 8% en la tasa de mortalidad de COVID-19 [4], y en lugares donde se presenta una alta concentración de NO2 acompañada de flujos de aires hacia abajo causan la acumulación de este cerca la superficie desatando las mismas consecuencias [5]

Comprendido lo anterior, se asume que  envenenar nuestro medio ambiente significa envenenar nuestro propio cuerpo, ya que el hecho de que esta exposición a largo plazo provoque enfermedades crónicas, desafía la capacidad del organismo para defenderse de las infecciones y será limitada [5]. Cabe resaltar entonces la importancia del monitoreo y control pertinente de los contaminantes que son emitidos por nuestra actividad antropogénica. Siendo los humanos los únicos responsables de promover acciones letales hasta tal punto de ser mortales, por esto los resultados de diferentes estudios resaltan la importancia de no solo continuar haciendo cumplir las regulaciones existentes sobre contaminación del aire, sino también de implementarlas mucho más estrictamente, para que llegadas situaciones de emergencia mundial como esta, la respuesta sea más favorable y permita tomar como medidas de prevención y mitigación la buena estabilidad de la calidad del aire.  

...