LA Jaula 2222

Comisión nacional de los derechos de los niños

(CNDN)

En condiciones de conflicto interno y procesos de violencia extendidos y degradados resulta tan importante encontrar mecanismos para su superación como instrumentos que impidan la violación masiva de los derechos de los niños y las infracciones al Derecho Internacional por la niñez mientras la paz definitiva llega. Pero también, más allá de la discriminación y el abuso a menores, ha de interesarle a una sociedad un marco de plenas garantías y realización del conjunto de los derechos de los niños, en todo tiempo, condición y lugar.

Son indudables y reconocidos los avances que en materia de DDN viene teniendo MEXICO, pero justo es reconocer también que todavía falta mucho por hacer; que en la protección de los derechos de los menores persisten situaciones y hechos tan repudiables como inadmisibles, que requieren, además de una voluntad inquebrantable, una política de Estado que genere mecanismos que permitan disminuir -si no acaso eliminar- dichas violaciones y hacer más efectiva la garantía de los derechos a todos los niños de país.

En MEXICO estamos abocados a responder a estos desafíos de manera integral y estratégica y un buen punto de partida es la decisión mediante la cual el Estado MEXICANO, en cabeza del Gobierno Nacional, ha iniciado un proceso complejo pero necesario de concertación pública de lo que puede y debe llegar a ser un plan nacional de acción en derechos humanos.

En noviembre de 2012, México, al igual que otros 171 Estados, suscribió, durante la Segunda Conferencia Mundial sobre los derechos de los niños, la Declaración y Plan de Acción de Viena, los cuales propenden a que "cada Estado considere la posibilidad de elaborar un plan de acción nacional en el que se determinen las medidas necesarias para que ese Estado mejore la promoción y protección de los niños. Algunos pocos países ya han avanzado en esa meta, pero resulta especialmente significativo y desafiante el compromiso mexicano dada la persistencia de una compleja situación de violencia a los menores.

El éxito de un empeño así pasa por reconocer, como lo plantea un documento inicial, la integralidad de los derechos de los niños y la dependencia recíproca entre los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales y asumir como de gran importancia la concertación con la sociedad civil.

A condición de que, además, incorpore los compromisos internacionales asumidos por México en estas materias, el plan nacional de acción en derechos de los niños puede llegar a ser un instrumento estratégico y operativo de gestión del Estado mexicano que los promueva y proteja efectivamente y mejore las condiciones para su ejercicio, como política permanente de Estado -más allá de cualquier período de gobierno- y por encima de inútiles controversias políticas o sesgos

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