LA MITOLOGÍA DE LA CIENCIA
Enviado por quimosavi • 28 de Septiembre de 2012 • Tesis • 971 Palabras (4 Páginas) • 401 Visitas
LA MITOLOGÍA DE LA CIENCIA
E
n las páginas siguientes me refiero a algunos de los muchos mitos que se han
construido alrededor de la ciencia y de los científicos. En relación con la ciencia, no son nada más los ajenos a tal profesión los que han contribuido a envolverla en un apretado tejido de fantasías, pues también ciertos hombres de ciencia, no acostumbrados al pensamiento filosófico, han contribuido a través del tiempo a decorar de manera caprichosa el manto fantástico que esconde a su actividad cotidiana. Por otro lado, en flagrante contraste con el famoso traje nuevo del emperador, la mitología mencionada envuelve, oculta y deforma tanto a los hombres como a las mujeres de ciencia; cuando logramos verlos, aunque sea por pocos momentos, están tan íntimamente compenetrados por tantas historias y leyendas que más bien parecen caricaturas o cuentos de niños. Naturalmente, algo similar sucede con la aviación y los pilotos, con la literatura y los poetas, o con la música y los músicos. Creo que una de las más benditas cualidades del Homo sapiens es su capacidad para la fantasía, que le permite sobrevivir llenando buena parte de su inmensa ignorancia con su imaginación. Lo que me anima es la convicción de que el hombre sólo alcanza la madurez responsable cuando aprende a distinguir entre la fantasía y la realidad (conste que no dije “a sustituir a la fantasía por la realidad”, porque no sólo sería trágico sino además, creo, imposible).
El sabio distraído
Uno de los mitos más generalizados sobre los científicos es que se trata de sujetos de comportamiento excéntrico desconectado de la vida que les rodea y dirigido a alcanzar metas que los demás no ven, y cuando las ven les parecen superfluas o ridículas. Me refiero al sabio distraído. No puedo negar que tal personaje existe, pues en los cuarenta años que llevo de vivir en el mundo de la ciencia he tenido la fortuna de conocer a uno. Me refiero a Norbert Wiener, el genio matemático de nacionalidad estadounidense, que colaboró con el famoso fisiólogo mexicano Arturo Rosenblueth en varios trabajos clásicos de singular importancia, incluyendo la descripción de la cibernética. En la década de los cuarenta, Wiener vino varias veces a México a trabajar con Rosenblueth, en el Departamento de Fisiología del Instituto Nacional de Cardiología. Era un sujeto pequeñito en sentido vertical pero generoso en todas las direcciones, con bigote y corta barba blancos, grandes ojos azules, y gruesos y todavía más grandes anteojos, eternamente deslizándose por la pendiente de su exigua nariz. Caminaba contoneándose como pingüino por los pasillos del Instituto, rígido y erguido, con la cabeza echada hacia atrás como si tratara de compensar su visión miope a través de los cristales de sus anteojos, que se le escapaban hasta la punta de la nariz; hablaba un español inteligible pero entrecortado, y poseía el trato más suave, cortés y gentil que muchos de sus interlocutores ocasionales hubiéramos experimentado. Un
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