LAZZARO SPALLANZANI Los microbios nacen de microbios

CAPITULO II

LAZZARO SPALLANZANI

(Los Microbios Nacen De Microbios)

Leeuwenhoek ha muerto.

¿Quién va a continuar ahora el estudio de los animales microscópicos?

A mil quinientos kilómetros, en Scandiano, pueblo del norte de Italia, nació en 1729 otro cazador de microbios. Este continuador de la obra de Leeuwenhoek, era Lazzaro Spallanzani.

El joven Spallanzani estaba tan decidido a arrancar sus secretos a la naturaleza. En sus momentos libres se dedicó a estudiar matemáticas, griego, francés y lógica.

A hurtadillas, hizo una visita a Vallisnieri, el célebre hombre de ciencia, a quien dio cuenta de todos sus conocimientos. Este mismo le hizo ver que perdía el tiempo estudiando leyes, el nació para ser un científico. Al darse cuenta que su padre lo obligaba, Vallisniere, indignado, fue a ver al padre de Spallanzani, reconviniéndole por hacer caso omiso del talento natural de Lazzaro y obligarle a estudiar derecho.

Antes de cumplir treinta años fue nombrado profesor en la ciudad de Reggio, donde explicaba sus lecciones ante un auditorio entusiasta que le escuchaba pasmado; allí fue donde empezó su labor sobre los animalillos que Leeuwenhoek había descubierto, los cuales eran gran tema de discusión y de no haber sido por eso seguramente habrían sido olvidados por completo y desconocidos. La discusión giraba en torno a la cuestión: ¿Nacen espontáneamente estos seres vivos o necesitan forzosamente tener padres?, en la época de Spallanzani lo popular y común era creer que la vida podía aparecer de manera espontánea o sea al azar, incluso las personas de ciencia creían en esto; hasta los especies complejas como los ratones podían surgir sin necesidad de un padre o madre. Esta idea le parecía absurda a Spallanzani, el pensar que la vida puede surgir de modo caprichoso desde un montón de basura era incluso imposible para esos animalillos, él sabía que debería de existir una ley y un orden que podían predecir el nacimientos de estos animalillos, sin embargo él no sabía cómo demostrarlo, así fue como por accidente una noche tropezó con un libro sencillo e inocente, el cual ante sus ojos le mostraba la respuesta a su pregunta y él era el único que lo veía, “Toma dos tarros y pone un poco de carne en cada uno de ellos; deja descubierto el uno y tapa el otro con una gasa. Se pone a observar y ve cómo las moscas acuden a la carne que hay en el tarro destapado, y poco después aparecen en él los gusanos y más tarde las moscas. Examina el tarro tapado con la gasa y no encuentra un solo gusano, ni una sola mosca. ¡Qué sencillo! No es más que cuestión de la gasa, que impide a las moscas llegar hasta la carne.”, a la mañana siguiente Spallanzani despertó con la misma idea pero esta vez respecto a los animalillos. Para comprobarlo necesitaba experimentar así que Spallanzani, torpemente, empezó a aprender a cultivar bichejos microscópicos y a manejar el microscopio.

Por aquel mismo tiempo, otro clérigo, llamado Needham, católico ferviente y aficionado a imaginarse que podía hacer experimentos, iba adquiriendo celebridad en Inglaterra y en Irlanda, con la pretensión de que el caldo de carnero engendraba maravillosamente animales microscópicos. Needham dio cuenta de sus experimentos, él había tomado una cierta cantidad de caldo de carnero recién retirado del fuego, como había puesto el caldo en una botella y lo había tapado perfectamente con un corcho para que no pudieran penetrar ni seres ni huevéenlos provenientes del aire. Había calentado después la botella y su contenido en cenizas calientes, pensando en que seguramente morirán así todos los animalillos, posteriormente dejó en reposo el caldo y la botella por espacio de varios días, sacó el corcho y al inspeccionar notó que estaba plagado de animalillos, su conclusión fue la siguiente: Se puede generar vida en cualquier lugar de manera espontánea; contrastando… Spallanzani pensó en que habían aparecido esos animalillos debido a que no había hervido las redomas el suficiente tiempo en el agua.

Spallanzani empeñado en comprobar que la vida no podía aparecer de manera espontánea fue a su empolvado laboratorio y se dio la tarea de comprobar que los experimentos de Needham estaban equivocados, así fue como realizó el mismo experimento pero esta vez hirviendo las redomas por más tiempo, una vez terminó las cerró y esperó varios días ansioso por conocer las conclusiones de su experimento, sin embargo al pasar los días y abrir las redomas se dio cuenta que habían bastantes animalillos, él sabía que algo tenía que haber estado mal y por eso obtuvo esos resultados, así que lo intentó de nuevo pero esta vez fundió con calor el vidrio para que así nada entrara ni saliera de las redomas, aparte hizo otras redomas pero estas las cerró con corchos como lo había hecho Needham; finalmente el día de los resultados llegó, desesperado por el paso de los días, rompió el cuello de las redomas que habían sido cerradas completamente al fundir el vidrio con calor y descubrió que aún había animalillos pero que era una cantidad muy mínima de ellos y sacó por conclusión que estos son un tipo de animalillos que soportan temperaturas extremas, posteriormente abrió las redomas con corchos, las que había hecho igual que Needham y se dio cuenta que estaba lleno de animalillos, ¡Lo había comprobado!, los animalillos debían de nacer de animalillos y que en los experimentos de Needham, los animalillos que se encontraban en el aire habían conseguido colarse dentro de las redomas, él no lo sabía pero fue un gran día para él mundo ya que había demostrado que era errónea la teoría de la generación espontánea de animalilos, aquella que Needham había establecido, y lo hizo de la misma manera en la que aquel tarro de carne con una gasa no atraía a las moscas. Mas no era sólo esto: había libertado a la ciencia de la caza de los microbios, en sus albores entonces, de uno mito fantástico, que habría sido causa de que los hombres de ciencia dedicados al cultivo de otras disciplinas rehusasen el estudio de la microbiología como una rama sana del conocimiento. Llamó Spallanzani a su hermano Nicolo y a su hermana, para darles cuenta del brillante resultado de sus experimentos, y después, enseñó a sus discípulos que la vida sólo procede de la vida, que todos los seres vivos, aún esos mismos bichejos despreciables, tienen forzosamente progenitores, publicó a la mira de Needham un brillante trabajo lleno de ironía que conmovió al mundo científico en sus cimientos.

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