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La Inteligencia Vincular


Enviado por   •  21 de Octubre de 2014  •  12.540 Palabras (51 Páginas)  •  215 Visitas

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El hombre malgasta su salud, padece, pierde la consciencia y muere porque está excesivamente ensimismado y volcado sobre sus personales intereses… La aflicción viene por el desmedido auto-centralismo y su lógica contraparte de distanciamiento para con el resto de la existencia.

Si el libre flujo de energía (del Alma) se restringe, la enfermedad aparece. La intensidad de nuestro sufrimiento es directamente proporcional a la de nuestro aferramiento.

El yo localizado es energía petrificada, con muy poca fluidez y mucha tensión.

La cualificada energía - información vibrando en algún nivel o frecuencia- imprime en los éteres del espacio las historias que eventualmente tomarán forma en el diario vivir...

Cuando la consciencia se encuentra muy aferrada sobre sí misma, con apremiante propensión hacia la propia gratificación y desmedidamente rígida en sus concepciones, la constricción se vuelve el parámetro o eje de la vida. Esta constricción inscripta en los diferentes niveles de la consciencia halla estructura o base de sustentación en el lenguaje, el cual atraviesa toda la actividad del hombre. Aunque el lenguaje no es únicamente patrimonio del Ser Humano, sino de la Naturaleza entera; la capacidad de emplear símbolos complejos, (a diferencia de los reinos: mineral, vegetal y animal), sí es una característica que le es inherente a nuestra especie.

Según el actual nivel evolutivo, la forma de comunicación utilizada por la mayoría de las personas es por lo menos dual, volviéndose a la vez tanto fuente de entendimiento como de desacuerdo y conflicto... Dicotomía que se asienta en nuestra particular cosmovisión, y por consiguiente, se reflejan en las condiciones sociales, familiares y personales del diario vivir. Interactuamos a partir de una concepción binaria de la vida; nos sentimos un centro separado de los demás, estructura que no facilita el correcto intercambio...

Espontáneamente la sobrestimación del centro egoico y la cristalización (acumulación) de la energía, induce al funcionamiento de la Ley de Polaridad y Ritmo, a un movimiento complementario que pugna por la ruptura del punto solidificado y aislado. Gran parte de este proceso es inconsciente, y suele direccionarse hacia los niveles más superficiales del ego como presión, padecimiento e intensidad, lo cual no en pocas ocasiones conlleva revelaciones masoquistas o autodestructivas (necesidad inconsciente de castigo).

La propensión a descomprimir -sin importar mucho de qué manera- el eje sobredimensionado, la tendencia natural a la desorganización, incluso mediante la propia aflicción, (lo cual es una característica innata de la manifestación, pues, todo tiene un comienzo y un fin; surge y desaparece) podemos vincularla con la pulsión de muerte de la teoría Freudiana, con la predisposición que tiene el aparato psíquico de volver al origen, al momento cero…

Según Freud, existe subyacentemente en la sustancia la inclinación- a la que denominó pulsión de muerte- de volver a su estado inicial o inanimado. Esotéricamente, aunque todo lo que existe es Vida expresándose en algún estadio de consciencia; a la pulsión de muerte se la puede entender como la atracción que ejerce el “Elemental físico” del planeta -que se encuentra en el arco involutivo- sobre los compuestos moleculares y la consecuente propensión a la desintegración que subsiste en las formas.

A modo de acotación ocultista podemos agregar a lo señalado, que la materia- en nuestro sistema terrestre- aún no ha sido redimida, y por lo tanto, es portadora de “enfermedad”; Karma grupal, que entre los diferentes reinos de la naturaleza compartimos.

Retomando con el Padre del psicoanálisis, éste, en base a ciertas investigaciones sustentadas principalmente en la neurosis de guerra y en la observación del juego infantil, sostuvo que en la esencia del aparato psíquico opera cierta tendencia autodestructiva o masoquismo primario que al no ligarse lleva a la compulsión de repetición; patrón de movimiento circular característico- como ya hemos comentado- del Fuego por Fricción de la materia ( tanto de los tres cuerpos inferiores, como de la personalidad como un todo integrado). Empleando otras palabras, es válido decir que hay algo en el hombre que en efecto disfruta de las emociones negativas, es decir, del “mecánico sufrimiento”. Esta modalidad de satisfacción en el dolor -que se ve en la clínica con aferramiento por parte del paciente al síntoma- deviene porque la concepción del mundo que ostenta el ego (al sentirse como una porción fragmentada y separada del resto) está sustentada en la división, la falta, el consecuente enfrentamiento entre las partes y la pugna inherente a dicha ambivalencia. Lo semejante se atrae y magnifica, de ahí que la modalidad de dolor y carencia, como factor estructurante de la personalidad encuentre satisfacción en el padecimiento propio.

Es viable hallar cierta semejanza entre la modalidad mencionada y la creencia inconsciente que parados en la infelicidad, (y por el mero hecho de pensar y recrear mentalmente el problema o la situación de desdicha una y mil veces) se consiga tener la posibilidad de acceder a aquello que se anhela. Dicho patrón de conducta en realidad, en vez de traer lo deseable impedirá que esto aparezca, y en cambio de disolver lo que no se apetece, al alimentarlo con la propia vitalidad, lo mantendrá en su lugar.

La negatividad es nutrida inconscientemente porque la mente egotista, caracterizada por el pensamiento compulsivo, (no tenemos la capacidad de pensar a voluntad, es decir, de silenciar el bullicio mental) se sustenta de ella y no quiere soltarla.

El sufrimiento se ha vuelto parte de lo que creemos que somos como si fuera una segunda naturaleza, y nos aferramos a él sin ser conscientes de ello. El padecimiento se convirtió en un espacio de seguridad, ha pasado a ocupar el lugar de “lo conocido”, y en función a esto lo sostenemos y no deseamos largar.

El ego se apoya en toda contrariedad para subsistir, pues, es el conflicto la fuente de su identidad...

Freud consideraba que la satisfacción en lo displacentero comanda al aparato, y que dicha tendencia originaria es -con motivo de lograr una mayor continuidad de la vida orgánica- reelaborada y circunstancialmente retrasada por el trabajo del yo, que por la fuerza de Eros, expulsa a la pulsión de muerte, hacia el entorno en forma de agresividad en los vínculos. Causa que inevitablemente tendrá su respuesta contra sí mismo. En tanto se repita dicho patrón, la cólera y el consiguiente padecimiento, nunca podrán superarse.

Según Lacan, para re significar, es decir, para reencausar lo mortífero de lo pulsional se debe enlazar a dicha fuerza en función del deseo. Sin embargo, en tanto la avidez (personal)

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