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La Piedra En Bruto


Enviado por   •  20 de Febrero de 2012  •  1.369 Palabras (6 Páginas)  •  597 Visitas

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La piedra en bruto

En la tenida pasada, al entrar a mi madre logia, tropecé con este grotesco y feo pedrusco que llamamos Piedra Bruta y que adorna mí columna. Con burla di la vuelta y le dije: " Perdón piedra bruta" con asombro escuché que me contestó: " No hay de qué Masón bruto”. Picado, me regresé y le dije: ¡Ah! ¿Conque hablas también? “Si, me dijo, hablo y lo más importante, pienso lo que digo ", pena me da ver que hermanos como tú, me tienen en tan poca estima pasan y pasan sin siquiera darme una mirada compasiva o tan solo un gesto amable. Esto me irrita porque me doy cuenta cuan pocos comprenden la grandeza que encierro dentro de mi significación.

Aquí como me ves, no fui siempre lo que soy; vengo de los picachos, de las alturas; donde podía ver el Sol antes que nadie y de cuando tu vivías en la penumbra, yo aún podía disfrutar de sus suaves destellos. Yo aspiraba el aire puro y fresco, y cuando el huracán rugía a ti te causaba espanto: Yo simplemente reía y mi mole enhiesta, firme y segura recortaba con mi perfil perfecto el infinito azul del horizonte. En temporadas las transformaciones atmosféricas depositaban en mí sus copos blancos que me hacían parecer más pura y blanca y al coronar mis sienes me sentía orgullosa de recibir la ofrenda del espacio.

Después las hacia resbalar por mí pendiente transformada en cascada clara y cristalina, donde el Sol adornaba su luz Arco iris. A mi altura solo los Cóndores llegaban y era agradable ver a mis plantas como; Arrodilladas ante mi grandeza, la inmensa esmeralda del valle bordada de lentejuelas de mil colores. Los ríos, los animales, las flores no hacían más que poner un marco elegante a mi belleza.

Mí orgullo llegó a tal extremo a cegarme que me creí invencible, inaccesible, eterna. Pero cuán equivocada estaba, un día el universo como queriendo demostrar mi error, desató sobre mí sus furias y mandó sobre el rayo que con su luz cegó mis ojos y al terrible impacto volé en mil pedazos.

Me precipité en abismo y a medida que rodaba más pequeña me hacia, y rodando y rodando fui descendiendo hasta quedar al fondo del barranco.

Lloré de rabia al verme en la infinita impotencia, cuando los elementos deformaron más y más en mí, otra época de orgullosa elegancia. Así permanecí no sé cuánto tiempo hasta que al igual que otras piedras compañeras mías de infortunio nos transportaron.

Y volvió a renacer en mí la esperanza, pensé que quizás me pondrían en el lugar que por mí alcurnia me pertenecía. “Seré ahora un monumento " - Pensaba - Con mi concurso simbolizaré la justicia y en las manos de un artífice con mí cuerpo formaré el corazón duro e inflexible de la razón; o quizás la venda que representa la imparcialidad de todos sus juicios.

Tal vez formaré parte del monumento a la Patria y eternizaré con mi presencia las glorias de un pueblo. Me gustaría ser la corona de Laureles que ciña la sien del patriota o quizás, porqué no, seré parte integrante del monumento a la madre para que las generaciones venideras vean, que con mi cooperación, se inmortalice el amor más puro y más grande que existe . . . Con que cariño acogería la idea de ser el brazo de la madre que envuelve al niño en eterna caricia . . . O los ojos que con dulzura al tierno retoño mira, o las lágrimas que las madres a raudales vierten ante las ingratitudes de los malos hijos . . . Eso habría querido ser, después de ser grande, seguir siéndolo ya que no en tamaño si en espíritu, en esencia.

Cuántas y cuántas ilusiones me hice, cuántos deseos de altura y grandeza, en cambio aquí me tienes, tan dura y fea como en el barranco, tan grotesca que causo pena y si no me escupen es porque ni de eso tengo forma. ¿No habrá algún artífice que me transforme y me dé vida? . . . Sólo he servido para representarte,

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