La actividad ludica y el desarrollo sicosocial
Enviado por RUTH23 • 25 de Julio de 2012 • Monografía • 3.233 Palabras (13 Páginas) • 850 Visitas
LA ACTIVIDAD LUDICA Y EL DESARROLLO SICOSOCIAL
La actividad lúdica constituye el potenciador de los diversos planos que configura la personalidad del niño. El desarrollo sicosocial como se denomina al crecimiento, la adquisición de saberes, la conformación de una personalidad, son características que el niño va adquiriendo, o apropiando a través del juego y en el juego. Así tenemos que la actividad lúdica no es algo ajeno, o un espacio al cual se acude para distensionarse, sino una condición para acceder a la vida, al mundo que nos rodea.
Para autores como Vygotski [1],
el juego es un espacio de construcción de una semiótica que hace posible el desarrollo del pensamiento conceptual y teorético. Desde temprana edad el niño a partir de sus experiencias va formando conceptos, pero estos tienen un caracter descriptivo y referencial en cuanto se hallan circunscritos a las características físicas de los objetos. Estos conceptos giran alrededor del objeto representado y no del acto de pensamiento que los capta. En contraposición, los conceptos científicos están mediatizados por conceptos generales y articulados a un sistema de interrelaciones . Estos conceptos, a diferencia de los espontáneos que son aprendidos en la vida cotidiana, se producen fundamentalmente en la vida escolar o investigativa. Estos dos procesos se hallan mediados por la producción de signos, es decir de señales, de objetos que se refieren a otros. Y es en el juego cuando el niño inicia el proceso de construcción de signos que le permitirán acceder al pensamiento conceptual. Cuando el niño considera que el palo de escoba es un caballo, que un lápiz es un señor, que unas llaves son un carro, no está dependiendo de las características y configuraciones iniciales de los objetos, para asignarles otros significados. Esta característica del pensamiento simbólico, se ha realizado gracias a la acción, a los movimientos que el niño realiza con estos.
Para autores como Winnicott [2]
"el juego es una tercera zona", un lugar de mayor flexibilidad que la vida externa (realidad objetiva) o que la vida interna, y en la cual el niño vive sus mejores experiencias, se apropia y recrea la cultura que le es propia. Pero la cultura no se vive como algo externo o ajeno, sino que es experimentada y hay la posibilidad de darle sentido en la medida que la vivimos, y sólo podemos vivirla en el juego. Desde esta perspectiva, la tercera zona que surge entre la madre y el bebe, es el espacio potencial para el establecimiento de distinciones entre nuestro cuerpo, los objetos y aquellos que nos rodean. Los objetos (juguetes) adquieren con nosotros una naturaleza paradójica, en cuanto son internos, pues están ligados a huellas emocionales, y externos en cuanto son realmente existentes y ocupan un lugar. Es así que en esa dinámica del acercamiento o repulsión con los objetos lúdicos, se va adquiriendo confianza y satisfacen necesidades de seguridad y afecto. Según Enrique Velásquez "Winnicott se aparta del conductismo que se detiene exclusivamente en las zona externa, pues la relación del individuo con ella está configurada de manera bastante rígida. También se aparta de quienes como los sicoanalistas se fijan exclusivamente en el mundo interno. De acuerdo con su construcción teórica, el juego no es una cuestión de realidad síquica interna, ni de realidad exterior" [3].
Estos conceptos realizan un acercamiento al juego distinto a la de conflicto, representación y narración, con el consecuente desplazamiento del interés por una semántica y sintaxis lúdica hacia una pragmática. Con respecto a ésta y a sus procesos de producción es necesario describir el uso que se hace del juego como lenguaje. En síntesis, en esta zona, Winnicott situa la experiencia cultural, en la cual actuamos con objetos, revertimos toda nuestra subjetividad apropiamos y desarrollamos la cultura. Al respecto piensa que una persona no puede participar en la cultura sino en la medida en que pueda transformarla y dotarla de sentido. Cosa que solo puede ocurrir si se asume bajo las condiciones propias del juego.
Con respecto a la pragmática de los juegos y al desarrollo sicosocial de los niños, es necesario precisar lo siguiente:
cuando el niño nace puede tragar, succionar, respirar, salivar, olfatear etc., pero hay que facilitarle que pueda comer, andar, hablar y ejecutar otro tipo de actos, de acuerdo a las normas de cada una de las culturas. El hombre requiere desde su niñez de un proceso de aprendizaje, de saberes y comportamientos que lo liberan de los límites marcados por la transmisión genética. Lo afectivo en los primeros años del niño, se manifiesta a través de los juegos socioafectivos en los que, tanto la imaginación como el desarrollo incipiente del lenguaje cotidiano toman un sentido lúdico; el niño empieza a jugar con las palabras como "ma", "pa", "te" y otras, para poder cautivar y comunicar toda la afectividad que tiene el niño hacia sus padres. Durante las primeras semanas emergen la risa, los balbuceos, los gestos y una serie de movimientos del cuerpo que actúan como instrumentos afectivos, proporcionando un contacto físico y social con los padres y con aquellos que viven en su entorno cotidiano.
Después del primer año el niño actúa como un científico : en una bañera puede probar leyes de la física; descubre que el agua tiene propiedades diferentes al aire; que los recipientes y los juguetes llenos de agua se comportan diferente a los vacíos. El niño interactúa con el mundo a través de la observación y la acción para confirmar o disprobar hechos como muchos científicos lo hacen. Para Kelly, "cada individuo formula en sus propias maneras constructos a través de los cuales el observa los eventos del mundo y actúa en consecuencia. Como si fuera un científico, busca predecir y controlar el curso de tales eventos". [4]
A los dos años de edad se estructura el lenguaje, la función simbólica y por ende el pensamiento o la representación. Según Vygotski se unen el pensamiento y el lenguaje originando una nueva forma de comportamiento que se llama simbólico. Para Rosalía Montealegre "el niño parece haber descubierto la función simbólica de las palabras: el pensamiento se torna verbal y el lenguaje racional. El dominio del lenguaje es un medio auxiliar para asimilar, recordar, reconocer, comunicar algo, comparar, elegir, evaluar, ponderar algo, etc. Al dominar el niño los signos o instrumentos culturales (signos linguísticos, signos nemotécnicos, instrumentos, materiales, etc.) como también su significado, domina el proceso, la operación" [5].
A esta edad los niños comienzan
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