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La conciencia moral y ética

yarbelysInforme30 de Enero de 2015

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La conciencia moral y ética es la capacidad para sentir, juzgar, deliberar (argumentar) y actuar conforme a valores morales de modo coherente, persistente y autónomo.

La conciencia es sensibilidad, juicio, deliberación y tendencia a la acción (voluntad). Por ejemplo, una vez que no soy indiferente al dolor ajeno y me digo "hay que ayudar a esta persona", hay un ser humano en necesidad, me siento involucrado afectivamente y compelido a hacer algo. Aquí están operando la sensibilidad y la voluntad.

Puedo pasar de inmediato a la acción, o puedo reflexionar antes de actuar y plantearme un problema: ¿Cuál es la forma más apropiada de ayudarla? ¿Qué curso de acción es el más apropiado para hacer el bien?. Al hacerme estas preguntas pospongo momentáneamente el actuar para razonar o deliberar, es decir, entro en un proceso de diálogo con otros o conmigo mismo. La conciencia moral implica un proceso de deliberación. Finalmente, una vez estoy convencido del curso acción correcto, debo tener la voluntad para, en efecto, actuar. El sentirse uno involucrado y obligado a actuar sólo se verifica en la acción, eso es lo que significa tener conciencia moral. La conciencia moral implica una voluntad de acción.

Así como el pensamiento necesita no sólo procesos o de destrezas para percibir y razonar los objetos, sino también de un contenido, que son los conceptos; la conciencia moral necesita no sólo de los procesos que hemos analizado, sino también de un contenido, que son sus valores. Es desde el punto de vista que nos presentan los valores que sentimos juzgamos, deliberamos y actuamos. Sin

valores no hay conciencia moral; como no hay pensamiento sin conceptos. Al ver la personas en necesidad y sentirme involucrado y obligado actuar se debe a que en mis existe un valor de justicia, solidaridad u otro. La falta de conciencia moral es en gran medida, la ausencia de valores morales; la conciencia vacía de contenido.

La sensibilidad moral es aquella dimensión de nuestra conciencia moral que nos permite experimentar, es decir captar sentirnos afectados ante situaciones en las que está en juego el bienestar humano (hoy día añadiríamos "y planetario"). Ser sensible, moralmente hablando implica que no sólo captamos cognitiva o contemplativamente una situación sino que la "vivimos"; nos sentimos involucrados en ella y movidos a actuar porque está en juego el bienestar humano. Desde esta perspectiva, la sensibilidad moral implica sobre todo simpatía y cuido tanto del otro como de mí mismo (autoestima), es decir, solidaridad.

El juicio moral es aquella dimensión que nos permite declarar lo bueno y lo malo; lo justo y lo injusto; lo honesto y lo deshonesto; etc. en tales acciones y situaciones. Es la capacidad que le permite hacer estimaciones o prescripciones sobre las acciones o relaciones humanas a la luz de un valor moral. Por otro lado, todo juicio moral se hace sobre un fundamento o base que podemos descubrir cuando le preguntamos a la persona ¿por qué lo dices? Típicamente las respuesta de las personas tienden a reflejar unas motivaciones o razones para su juicio que pueden clasificarse en niveles de juicio moral. Esto niveles van de la heteronomía a la autonomía. El desarrollo de la capacidad del juicio moral implica un desarrollo en dirección de la autonomía.

La deliberación moral tiene como fin determinar qué curso de acción o práctica es la correcta para favorecer o alcanzar un cierto valor que se tiene como bueno o justo. La deliberación busca determinar cuál en una situación específica y concreta es el medio más adecuado para alcanzar ese fin. La deliberación consiste en tratar de establecer con claridad los hechos y clarificar los valores que se tienen para entonces decidir por medio del razonamiento y la argumentación cuál es el curso de acción correcto.

Al ser humano que tiene que actuar se le presentan diversos cursos de acción. Cada curso de acción tiene su abogado, su estímulo o motivo y sus consecuencias. Los cursos de acción son examinados en atención a cómo contribuyen, es decir, sus consecuencias para ciertos fines. Cuando escogemos el curso de acción más acorde con nuestra jerarquía de fines y valores, es decir con nuestro proyecto de vida, la voluntad se torna racional y moral. La voluntad moral es una dimensión o aspecto de la conciencia moral; su función ejecutiva. La voluntad es moral cuando, al hacer decisiones o elegir, obedece a los valores y fines morales; es decir a un ideal del bien que la persona ha adoptado o a un proyecto de vida; que es el contenido de su conciencia moral; entonces es una buena voluntad. La voluntad moral es voluntad de perfeccionamiento humano individual y colectivo.

Por su parte la ética se refiere, por un lado, a nuestra capacidad para analizar la moral; la conciencia ética es la conciencia de la conciencia moral; o más simplemente, la autoconciencia. La autoconciencia o conciencia ética no nos dice como actuar; pero mejora la conciencia moral haciéndola más clara en sus contenidos, mejorando sus proceso y haciéndola más coherente. Por otro lado la ética busca formular valores o deberes deliberadamente y de carácter "universal", es decir a un nivel de generalidad que trasciende loa valores particulares. Estos valores son necesarios en aquellas sociedades con una pluralidad de sistemas de moral porque crean un consenso en torno a ciertas fines de la sociedad en su conjunto. Tal es el caso de los valores de dignidad y solidaridad, los cuales pueden ser aceptados, en su formulación general, por diversas tradiciones religiosas y filosóficas.

Moral y conciencia moral

Toda forma de conciencia lo es de aquello que tiene como contenido de su intencionalidad. Esto es así porque la conciencia no precede a la experiencia sino que se construye en la experiencia misma de su objeto. Por ello la idea que tenemos de lo que es la conciencia moral y su formación en cuanto competencia humana nos viene dictada por el concepto que tenemos de lo que es la moral. Todo proyecto de formación moral descansa pues en una concepción explicita o implícita de lo que es la moral y, por ende, la conciencia moral.

El educador tiene por ende la responsabilidad de clarificar el concepto de moral con el que va a trabajar y asegurarse de que las metas, el contenido y las estrategias de su enseñanza son coherentes con éste. Al respecto destacamos cinco ideas fundamentales, íntimamente relacionadas, en torno a la moral que enmarcan nuestra propuesta de formación de la conciencia moral y ética en cuanto competencia humana:

La moral más que con normas y reglas, que suelen ser particulares y relativas a contextos histórico/culturales y grupos sociales específicos, tiene que ver con ideales y valores de carácter general y universal.

La moral más que un estado real o ideal, es un movimiento de lucha constante entre lo que son el ser humano, su comportamiento y sus relaciones (su facticidad) y lo que deberían ser (su idealidad).

La moral más que un orden impuesto de prohibiciones y restricciones impuestas para dominarnos, es un orden de libertades, deberes y responsabilidades construidas consciente y voluntariamente para liberarnos y alcanzar la felicidad.

La moral más que el ciego sometimiento a preceptos de una autoridad externa, es la obediencia a la propia autoridad; es un continuo acto de la conciencia y del carácter, que nosotros mismos hemos ayudado a construir.

La moral mas que oponer el interés personal al colectivo, es precisamente su reconciliación; es la perenne lucha por establecer un orden social en el que todo ser humano pueda vivir solidaria y dignamente, es decir en libertad y plenitud, tanto personal como comunitaria.

Los ideales y el bien

La conciencia es el órgano del bien y del mal; sólo cuando ella está presente podemos hablar de bien y mal. El bien y el mal, en el sentido moral, se refieren al bienestar o al daño que podemos causar cuando actuamos conscientemente. El bien moral es lo que conserva, beneficia, mejora, completa o perfecciona la vida humana en relación a un ideal de la misma; el mal lo que la extingue, daña, empeora o reprime su desarrollo pleno.

Lo característico de este pedazo de universo, que es el ser humano, es que es naturaleza, consciente, materia espiritualizada. Consciente significa que el ser humano es capaz de percibir, sentir, pensar y conocer su vida y asumir frente a la misma una actitud reflexiva y voluntaria. El ser humano no sólo vive, sino que "se?? vive en relación; puede asumir su vida como acto de sentimiento, de juicio, razonamiento y de acción, puede construirla en relación a un ideal de la misma. Por eso puede el ser humano no solo sobrevivir sino vivir bien; por eso llama Hostos al ser humano "obrero de la vida".

Con el surgir de la conciencia se abre para el ser humano la posibilidad de su perfeccionamiento y el de la naturaleza en general. Dice al respecto Hostos:

"Para que el hombre fuera hombre, es decir, digno de realizar los fines de la vida, la naturaleza le dio conciencia de ella, capacidad de conocer su origen, sus elementos favorables y contrarios, su trascendencia y relaciones, su deber y su derecho, su libertad y su responsabilidad: capacidad de sentir y de amar lo que sintiera; capacidad de de querer y realizar lo que quisiera; capacidad de perfeccionarse y de mejorar por sí mismo las condiciones de su ser y por sí mismo elevar el ideal de su existencia."

Los ideales desempeñan un rol cognitivo, afectivo y volitivo en la economía moral humana: son a la vez norte que orienta y energía que nos mueve a sentir y actuar. Los ideales son los motivos de la conciencia moral. Un fin humano

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