La dependencia del hombre de la ciencia

¿Quién transforma a quien?

Vivimos en un mundo pequeño… o al menos eso parece al saber que seguido hemos de encontrarnos con alguien conocido mientras caminamos al súper o simplemente al comparar el tamaño de la tierra con el del sol; Aun más con el de nuestra propia galaxia sabiendo que hay miles de millones de ellas fuera de nuestro hogar llamado tierra. Es cuestión de nosotros mismos considerar si la tierra es chica o el universo es colosal, esto es definitivamente otro tema, pero tomando en cuenta esto, es interesante pensar que de un mundo tan pequeño puedan surgir grandes problemas. Todos quienes vivimos en la tierra tenemos las mismas necesidades e indefectiblemente hemos buscado la forma de suplirlas de la manera más favorable posible. Nos resulta tan tedioso el simple hecho de viajar y tener en mente el tiempo que nos llevará trasladarnos de un lugar a otro, el de transbordar una o varias veces. El tiempo que “perderemos” durante el viaje nos hace caer en el estrés. ¿Cuánto más difícil se tornaba esta situación a principios del siglo XVIII, tiempo en el que el medio de transporte por excelencia era el caballo? O más aun, tomando en cuenta los relevos que corrían los hombr

es del México imperial para traer el pescado a su emperador desde el puerto de Veracruz. Ahora sí nos parece mejor viajar en un automóvil sin importar el tráfico o el ruido. Es preferible trasladarse en un cómodo asiento acolchonado junto con nuestras pertenencias que ir corriendo hacia nuestro destino cargando con todas ellas. Pero esta revolución ha sido posible gracias a nosotros mismos, que de un mundo pequeño compartimos las mimas necesidades y hasta ahora no hay un país conocido que no utilice un automóvil como transporte. El crecimiento de la ciencia ha cambiado nuestras vidas, las ha hecho más cómodas y hasta más placenteras aparentemente. Alguien que se baña diariamente solamente abre la regadera y tan “mágicamente” sale el agua a una temperatura agradable que no le da importancia. ¡Ahí está la ciencia! Se necesita de un gas de la naturaleza para poder calentar el agua. Pero ¿eso que nos interesa?

Hemos sido testigos directos de que al avance del tiempo, la ciencia crece y teniendo como pareja a la tecnología ahora conocemos cosas maravillosas que un hombre de la antigüedad jamás logró imaginar. Vemos en las caricaturas que tan fantasiosa es la actividad futurista en la

que el padre de familia toma su nave, vuela y ésta va dejando al resto de la familia en sus destinos por medio de unas cápsulas de vidrio que salen de la misma nave, para colmo la nave se transforma en un portafolio que el padre toma cuando llega a su trabajo. Decimos: es una caricatura, entretiene, da risa, etc. Pero al analizar la situación podemos llegar a pensar “esto sucederá en un futuro [cada vez más] cercano” y la cuestión importante es que el hombre va a necesitar este cambio. Como lo analizamos, viajar es tedioso y tardado; ¿qué debemos hacer? La respuesta es: inventar un automóvil que viaje por

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