La práctica de la ética y los valores humanos durante el periodo de contingencia por COVID19
Enviado por phoenix248 • 1 de Agosto de 2020 • Ensayo • 1.514 Palabras (7 Páginas) • 135 Visitas
Instituto de Bachillerato Latinoamericano S.C.[pic 1]
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Tema: La práctica de la ética y los valores humanos
durante el periodo de contingencia por COVID19
Nombre del Alumno:
Jonathan Marín Pérez
Materia:
Ética
Nombre del Profesor(a):
Lic. Amado Cruz Toledo
2do Semestre Grupo: Único
Villahermosa, Tabasco
La práctica de la ética y los valores humanos durante el periodo de contingencia por COVID19
En medio de la crisis pandémica que enfrenta hoy la humanidad, que compromete nuestro presente y nuestro futuro. La Organización Mundial de la Salud (OMS), notificó por primera vez la existencia del coronavirus (COVID-19), en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019. Extendiéndose, aceleradamente a varios países asiáticos, europeos y americanos con consecuencias dramáticas para las personas.
Con este panorama tan abrumador el tema de la Ética y los Valores viene a ser un referente importante en un momento crucial, como el que estamos viviendo. En medio de la crisis pandémica que enfrenta hoy la humanidad, y que compromete en tantos sentidos nuestro presente y nuestro futuro como especie,
Es tiempo de tomarse muy en serio los valores de la ética (libertad responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo). La crisis económica va a necesitar que las instituciones políticas y económicas, velen por los millones de personas que van a quedar sin empleo, o con empleos que no permiten llevar una vida digna. No se va a entender que haya grandes desigualdades de ingresos entre los ejecutivos y los empleados de base de una misma empresa. No se va a tolerar que los políticos estén más pendientes de las elecciones, que del bien común. No se va a aceptar que los ciudadanos y ciudadanas no se comprometan mucho más por el cuidado de los demás y del medio ambiente. Todos hemos de adoptar un compromiso mayor en la ayuda mutua, en el apoyo a las personas más vulnerables: pobres, ancianos, discapacitados, niños y jóvenes, mujeres maltratadas, enfermos, etc.
La pandemia nos debe hacer caer en la cuenta de que somos interdependientes, tanto los individuos como los países. Tiene que avanzarse hacia un nuevo orden financiero y comercial en el planeta, para que los países más débiles se puedan fortalecer. Es urgente que desaparezcan los paraísos fiscales y otros recursos fraudulentos para que todas las empresas y ciudadanos contribuyan con sus impuestos al sostenimiento de la salud pública, de la educación pública, del sistema de pensiones de jubilación público y de los demás sistemas de protección social. Necesitamos hacer frente, todos unidos, a futuras pandemias y a los efectos terribles del cambio climático que ya estamos sufriendo, y que irá a peor. Es importante que los gobiernos sean más responsables, pero también las empresas, las organizaciones humanitarias y la ciudadanía en general. Necesitamos una ética de la responsabilidad compasiva, es decir: actuar con mucha atención a las consecuencias (positivas y negativas) de lo que hacemos, pero dando prioridad a las consecuencias sobre las personas más necesitadas. Hay que empoderar a todas las personas, para que sean menos vulnerables. Y también hay que revertir los daños causados al medio ambiente, porque en ello nos jugamos la supervivencia como especie.
El ser humano no es, ni debe ser (como decían los economistas) un maximizador del propio beneficio, sino que es y debe ser una persona cooperante y compasiva, que además de mirar por la propia vida, mira por el bien general. Nos necesitamos los unos a los otros, somos interdependientes desde que nacemos hasta que morimos. Tenemos obligaciones mutuas, además de derechos individuales. Nadie debería quedar relegado, marginado, excluido. No es tiempo de viajar como polizón en la nave espacial Tierra, sino de contribuir, cada cual en la medida de sus posibilidades, a que la convivencia sea justa, armoniosa, ecológica, sensata, satisfactoria para todos y todas. Necesitamos un compromiso mayor con los valores de la ética cívica compartida (libertad responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo), que debe ser cuanto antes una ética mundial, compatible con éticas locales que no sean contrarias a estos valores básicos.
En términos generales, es un tiempo más que propicio para que echemos mano de viejos conceptos éticos. Hoy más que nunca adquieren sentido palabras (principios, valores) como empatía, justicia, responsabilidad y bien común. Ante un problema de implicaciones globales, para toda la especie, solamente cabe esperar respuestas que contribuyan a aminorar el sufrimiento social, de todos los sectores, no solamente de algunos. Es obvio, por tanto, que todos y todas tenemos una cuota de responsabilidad y que la apremiante situación nos urge a pensar en nuestro bienestar y en el del prójimo.
Debemos practicar primeramente el transmitir únicamente mensajes de esperanza, de cariño, de buen humor. Segundo, debemos hacer un uso racional de los recursos disponibles, sin despilfarros de comida. Tercero, ayudar a los demás en la medida que esté en las propias manos, empezando por las personas más necesitadas (vecinos que viven solos, familiares que pasan apuros económicos, amigos que necesitan compañía y consuelo, etc.). Cuarto, comprometerse con la denuncia de abusos e injusticias que podamos observar en nuestro entorno más próximo (familia, empresa, municipio, organizaciones políticas y sindicales, etc.). Quinto, descubrir que todos podemos aportar algo a los que nos rodean, que todos somos valiosos para el bien común; disponernos a dar esa aportación como personas, como ciudadanos y como profesionales, dando el mejor ejemplo que seamos capaces de dar.
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