La salud y la vulnerabilidad ambiental

Belleza escénica

y vulnerabilidad ambiental,

situación contradictoria.

Por: Juan Alfredo Bolaños González.

INTRODUCCION.

Guatemala, posee condiciones climáticas privilegiadas, donde la biodiversidad se manifiesta al recorrer pocas distancias, donde la composición variada del paisaje proveen de una belleza escénica de únicas manifestaciones, donde se conjugan la flora, fauna y los recursos geográficos, todo ello queda de manifiesto al movilizarse en este caso de la ciudad de Quetzaltenango a Retalhuleu en la Costa Sur, en donde los Volcanes de Santa María y Santiaguito como recurso orográfico, y por su parte los recursos hídricos de la vertiente del Pacífico con los ríos Nima I, Nima II, Tambor y el Samalá.

Lo anterior, a la vez que constituye parte de la riqueza de los recursos naturales de nuestro país, también son elementos que provocan una alta incidencia de ocurrencia de desastres naturales como lahares, desbordamientos que pueden provocar serios daños en las comunidades ubicadas cercanas al cauce y aguas abajo, situación que desde hace varias décadas han provocado eventos como la destrucción del pueblo El Palmar.

En dicho contexto, también ha jugado un papel protagónico la institucionalidad implementada como el CONE, actualmente convertido en CONRED, han sido bastiones en el auxilio de la población y de elaboración de estrategias de reducción, prevención, mitigación y respuesta, así como también en su participación en acciones de rescate, acompañamiento y albergue, reconstrucción de la infraestructura vial, habitacional y productiva como en procesos de salud física y psico-emocional de los afectados.

Adicional a estos actores gubernamentales y no gubernamentales, han participado la población que ha demostrado una buena capacidad de respuesta y organización de acciones, que conjuntamente han permitido visualizar que la Gestión de Riesgo es un proceso que se fortalece a largo plazo y se concreta con la participación de todos los sectores, con etapas desde la alerta temprana hasta la respuesta para acciones de salvamento y rescate y reducción de la vulnerabilidad ambiental.

Generalidades.

Guatemala, tiene una superficie territorial de 108,889 Km², y se encuentra ubicada geográficamente entre las coordenadas de 13º 45´ y 17º50´ Latitud Norte y 88º 46´ y 92º 15´ Longitud Oeste, y se divide en tres grandes vertientes hidrológicas, una de ellas corresponde la Vertiente del Pacífico, que tienen longitudes cortas (110 kms. promedio), y se originan a una altura media de 3000 metros sobre el nivel del mar, la precipitación pluvial en esta vertiente tiene períodos de gran intensidad, típica de las zonas costeras con una valor medio anual de 2200 mm., (UVG, 1993).

Incluido en dicha vertiente está el río Samalá, que abarca una extensión territorial de 1,510 kilómetros cuadrados y una longitud de 145 kilómetros, y se caracteriza por poseer un cauce donde las pendientes son fuertes en las partes altas de las cuencas, entre el 10% y el 20% cambiando bruscamente de relieves escarpados y finalmente a pendientes mínimas en la planicie costera, estas condiciones fisiográficas producen crecidas instantáneas de gran magnitud y corta duración que acarrean grandes volúmenes de material, especialmente escorias y cenizas volcánicas, debido a que la cadena volcánica que se encuentra entre los límites de la vertiente (INSIVUMEH-CONE, 1,990).

Dicha condición geológica, geográfica e hidrológica, puede causar el arrastre de materiales, los ríos tienen trayectorias inestables y poseen un gran potencial de impacto de múltiples amenazas naturales, generando altas condiciones de vulnerabilidad que provoca que un gran porcentaje de la población, su infraestructura y los servicios estén en riesgo (INSIVUMEH-CONE, 1,990).

El volcán Santiaguito, está localizado en el flanco Sur-Oeste del volcán Santa María, y se formó de una secuencia de alternativas de coladas de lava y rocas piroplásticas, las cuales atestiguan el crecimiento cónico de su estructura, siendo las lavas de su cono principalmente andesítico-basáltico, con un contenido de 52 a 57% de sílice y una tendencia ha aumentado con el tiempo (Rose et al., 1977; Rose, 1987), (Barillas, et al., 2000).

En 1922, un domo volcánico comenzó a crecer dentro del cráter de la erupción de 1902 del volcán Santa María (Saper, 1926) recibiendo el nombre de volcán Santiaguito, este volcán ha estado continuamente activo desde el inicio, presentando coladas de lava, erupciones verticales explosivas y numerosas coladas de bloques de ceniza, acompañadas de oleadas piroplásticas (Rose, 1972) ambos citados por Barillas, et al., 2000.

A consecuencia de toda esta actividad, ocurren continuos lahares, ocasionando extensiva sedimentación en los ríos del sur del domo. En 1929 sufrió un colapso parcial, lo que ocasionó coladas de bloque y ceniza a lo largo de las barrancas de los ríos Tambor y Nima II. (Saper, Tormer, 1930).

Los volcanes son perforaciones de la corteza terrestre, de las que escapan a la superficie rocas fundidas y gases. Las amenazas volcánicas derivan de dos clases de erupciones. Las erupciones explosivas: se originan por la rápida disolución y expansión del gas desprendido por las rocas fundidas al aproximarse éstas a la superficie terrestre. Las explosiones imponen una amenaza al desparramar bloques y fragmentos de rocas y lava, a distancias variantes del origen. Y las erupciones efusivas: la mayor amenaza impuesta por éstas, es el flujo de materiales, y no las explosiones en sí. Los flujos varían en cantidad y naturaleza (fango, ceniza, lava); su acción está determinada por la gravedad, la topografía que los rodea y la viscosidad del material. Las amenazas relacionadas con las erupciones volcánicas son los flujos de lava, la caída de cenizas y proyectiles, las corrientes de fango y los gases tóxicos. La actividad del volcán Santiaguito ha provocado otros eventos naturales peligrosos, incluyendo, deformación del paisaje (desprendimiento de las ladera del volcán Santa María), inundaciones por rompimiento de las paredes de un río y derrumbes provocados por temblores (INSIVUMEH, 1999).

Históricamente, la actividad eruptiva del volcán Santiaguito se ha centralizado en el crater caliente, cuya cúpula domal masiva ha extruído por ejemplo de mayo a diciembre de 1986, siete unidades de flujos de lava, con explosiones que elevaron columnas de entre 4 y 5 mil metros sobre el cráter, y la lava vertida generó oleadas piroplásticas rasantes hacia las cuencas de los ríos Nima I y Nima II, estableciéndose una zona de peligro por explosiones laterales y colapsos parciales con un radio de 3 a 5 Km. en ángulos de 180 grados (INSIVUMEH-CONE, 1,990).

Las

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