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Laboratorio Didáctico para el Acompañamiento en el Desarrollo de Proyectos Educativos


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2016  •  Ensayo  •  2.525 Palabras (11 Páginas)  •  232 Visitas

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[pic 4]UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

ESCUELA DE FORMACIÓN DE PROFESORES DE  ENSEÑANZA MEDIA EFPEM

Departamento de Estudios Postgrado

Programas de Maestría Modalidad B-Learning

[pic 5]Maestría en Liderazgo en el Acompañamiento Educativo

Curso: Laboratorio Didáctico para el Acompañamiento  en el Desarrollo de Proyectos Educativos

[pic 6]Catedrático: M. A. David Estuardo Villatoro Arévalo


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ENSAYO: CÓMO CAMBIAR LA VISIÓN DE LA EDUCACIÓN TRADICIONALISTA

        “La escuela no debe ser una preparación para la vida,

sino la vida misma de los estudiantes”- Jesús Palacios –

        Educación tradicional versus educación activa y crítica, es el tema en boga en los ambientes educativos, muchos científicos, pedagogos, psicólogos, entre otros, dedican su vida o al menos gran parte de ella, a investigar nuevas formas de aprender de manera significativa, nuevas formas de mediar entre los contenidos y el estudiante, nuevas formas de entender y comprender el proceso evolutivo del ser humano, sus necesidades, intereses, motivaciones, ritmos y formas de aprender particulares, todo esto con el afán de responder a la necesidad latente de una educación centrada en la persona, una educación que no responda únicamente a los intereses de minorías que tienen en sus manos el poder político, económico, religioso… una minoría a la que no le conviene que el sistema educativo forme seres humanos libres y responsables, creativos y críticos, autónomos y productivos para una sociedad incluyente.

        Resultados de investigaciones, propuestas para una educación verdaderamente humana, herramientas pedagógicas y didácticas invaden los medios de comunicación, especialmente la Internet, pero cuánto vale toda esa inversión de recursos, de mentes y de vidas, si hay una barrera infranqueable para que las nuevas generaciones tengan el derecho de disfrutar del proceso de aprendizaje en la escuela, una barrera impuesta por aquellos que tienen en sus manos la oportunidad  de dar un giro de ciento ochenta grados a nuestra sociedad en decadencia: padres de familia y maestros.  La barrera impuesta por ellos no se trata de situación económica, situación social o de salud solamente, se trata básicamente de ACTITUD.

        No obstante, se justifica la actitud negativa y oposicionista a una educación más humana, debido a que, tanto padres de familia como docentes fueron formados en un sistema educativo y social excluyente, crecieron en una escuela tradicional en la que eran más importante los contenidos, la competencia, el propio maestro, que sus necesidades emocionales, mentales, físicas y espirituales; una escuela en la que prácticamente ese niño o adolescente, simplemente no existía por sí mismo, sino en función de los intereses del sistema, de sus padres y del maestro.

        A continuación, se hará un breve recorrido por los principios que sustentan tanto la educación tradicional como la educación activa, para determinar, de alguna manera, una propuesta viable para lograr el cambio de paradigma educativo en los docentes de los centros educativos que, como especialistas en acompañamiento pedagógico, se tenga la oportunidad de asesorar.

La educación tradicionalista es concebida como el cúmulo de prácticas pedagógicas que se venían repitiendo desde la edad antigua hasta finales del siglo XIX en el que surgió un nuevo enfoque pedagógico denominado Escuela Nueva.  

La escuela tradicional se basa en principios tales como: la estructura piramidal, pues intenta ir de lo simple a lo complejo, considerando que el niño es incapaz de captar lo complejo y de esta forma la enseñanza adopta una estructura piramidal, es decir, en cada curso se enseña lo mismo, solamente se añaden nuevos elementos.  Otro de los principios es el formalismo y la memorización, sobre el cual descansa la creencia de que toda la complejidad de los contenidos de los cursos es difícil de captar para los “alumnos”, por lo que el recurso inmediato es la memorización mecánica y repetitiva, lo que a su vez da el control al maestro, quien se cerciora del aprendizaje memorístico mecánico a través de preguntar la lección o de los famosos exámenes.  Luego, uno de los principios más repudiables que dan sustento a la educación tradicional, considerado por la Dra. María Montessori como la base de las guerras, es el esfuerzo y la competencia, el esfuerzo entendido aquí como el esmero y dedicación por hacer bien una tarea, pero no por realización personal, sino por competir con los compañeros, por desplazarlos, por hacerlos sentir inferiores y finalmente por fortalecer el egocentrismo.   Sin duda, en esta concepción de la educación no podía faltar el principio de autoridad, para hacer que el niño realice esfuerzos a los que no se siente naturalmente inclinado, y para lograr que se comporte como un buen “alumno”, se recurre a la autoridad del maestro, el cual es considerado como un representante de la sociedad adulta. El maestro, a su vez, se halla sujeto a la autoridad del director, del supervisor y de los organismos oficiales administrativos. Como parte integrante de un aparato burocrático, lo que influye para que el “alumno” acate desde muy pequeño el principio de autoridad y acepte pasivamente cualquier presión que se haga sobre él.

        Los principios mencionados tienen como propósito asegurar la continuidad de las ideologías por la transmisión acrítica de contenidos, es decir, que los “alumnos”, debían recibir estos contenidos como algo inalterable e indiscutible.

        Los métodos utilizados por la educación tradicional ven al niño como “alumno”, es decir, un ser que necesita ser alimentado intelectualmente, si se hace referencia a la raíz etimológica del latín propia del vocablo alumnus, lo cual, según algunos autores, no denigra al ser humano y no hay porqué sentirse ofendido si se está en esta posición.  Sin embargo, desde una perspectiva holística, el niño o joven no es un ser dependiente únicamente del alimento intelectual, es una persona que ciertamente, necesita apoyos en su desarrollo, pero no sólo en el ámbito intelectual, también posee un cuerpo, un espíritu, una mente emocional, que lo configuran como un ser único e irrepetible y que es capaz de crear y aprender por sí mismo.  Por lo tanto, se deja claro que no es un ser dependiente del sistema educativo y no debe ser llamado “alumno”, porque no sólo puede verse como alimentado y necesitado de ayuda, es también alguien que puede aportar para el crecimiento del maestro, de la escuela, del sistema.

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