Lalola

¿Se han puesto a pensar cómo seríamos si fuésemos del sexo opuesto al que ahora somos? Puede parecer imposible sin embargo hay algo que dice “nunca digas de esa agua no beberé porque es con la que te ahogas…” Eso era algo que no entendía Eduardo “Lalo” Padilla, el protagonista de nuestra historia: 34 años, publicista de renombre con una carrera en ascenso, la salud de un toro y tanto éxito entre las mujeres que el inventor de los anticonceptivos. Todo marchaba bien en la vida de “Lalo” hasta que el destino le hizo encontrarse con su talón de Aquiles: Gustavo Iniesta quien era su mejor amigo y compañero en la agencia de publicidad donde ambos laboraban pero como nadie sabe para quién trabaja Gustavo contactó a una bruja la cual le habló sobre un hechizo donde se cambian los papeles en el rol de género cuando el sol se interpone entre la luna y la tierra, pero el hechizo se deshace cuando las circunstancias se repiten. Y así comienza esta historia donde lo imposible parece ser posible.

La mañana posterior al eclipse de luna que la noche anterior acechó, “Lalo” despierta atrapado en un cuerpo ajeno al suyo: voz clara, risos perfectos, una melena hermosa, cadera ensanchada y un par de piernas sin vellos. Él no podía creer lo que le estaba pasando y decide salir a buscar ayuda la cual fue en vano puesto que Gustavo había emigrado a Argentina y la bruja del hechizo había perecido. Ahora tendía que adaptarse a su nueva vida.

“Lalo” decide ocultar su identidad y adopta el seudónimo de “Lola” puesto que nadie le creería lo sucedido. El tiempo transcurrió y en pocas semanas de habitar en un sitio que no era el de él conoce a Alejandro Martínez con el cual decide poner fin a su vida anterior y abrirse brecha a la hermosa mujer ahora es. “Lola” y Alejandro inician una historia de amor distinta a la que solemos conocer, con mucho esfuerzo y entre adversidades colaterales que los acechaban se enamoran y se casan para estrechar lazos.  Un año y seis meses después la vida los vuelve a sorprender: “Lola” está esperando un niño de Alejandro, tal hecho hace que el recuerdo de la figura masculina de “Lalo” se pierda entre los retazos de los recuerdos que ahora “Lola” estaba construyendo a lado de Alejandro.
El día había llegado, el niño ha nacido y todo parece ser armonía, paz y amor entre la familia de “Lola” pero como se suele decir “La verdad siempre será sabida” Alejandro había encontrado unos documentos con el nombre de Eduardo Padilla a lo cual decide enfrentar a “Lola” para saber de qué se trataba lo que había encontrado.

“Lola” se encuentra en una habitación aseando al niño cuando Alejandro entra y con un tono alto la confronta:
- ¿¡Qué significa esto Lola!? ¿Quién es Eduardo y por qué estaba entre tus cosas? ¿A caso tienes un amante? ¡No puede ser!-
Con un tono muy agudo Lola exclamó - No amor, no es eso, es que yo, no sé, yo, yo no era quién parece que soy, no puedes saber la verdad-

Y después de unos minutos de tensión y decidiendo no decirle absolutamente nada de verdad a Alejandro, “Lola” toma a su hijo sale corriendo de su hogar hacia ningún lugar.

...