Los seres humanos somos energía, que no se crea, ni se destruye, se transforma.
Valentina Loaiza CEnsayo18 de Mayo de 2016
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Los seres humanos somos energía, que no se crea, ni se destruye, se transforma.
Al adentrarse en la ley de la conservación de la energía o al fijarse en el primer principio de la conservación de la energía, podemos afirmar que: “La energía no se crea, ni se destruye, sino que se transforma” y esto se expresa de la siguiente manera Q=W en donde Q se define como el calor o energía aplicada en el sistema, W se refiere al trabajo o la energía transformada; por otro lado, Lavoisier propone que: “La materia no se crea, ni se destruye, se transforma”, los seres humanos somos materia, y al igual que la energía, no nos creamos, ni nos destruimos, sino que nos transformamos.
Podemos establecer que “se define como ser humano al hombre, un animal que pertenece a la familia de los homo sapiens” (Concepto http://definicion.de/ser-humano/#ixzz437fmNhJj), este mismo nace a través de la transformación de materia y energía.
Ahora bien, hablemos de la fecundación, también llamada concepción, se produce cuando un espermatozoide, después de una relación genital entre hombre y mujer, consigue introducirse en un ovulo, producido por una mujer, atravesando su membrana; esto se da porque los espermatozoides atraídos por las sustancias que emite el ovulo, atraviesan el cuello uterino, la cavidad del útero y se encuentran con el ovulo en una de las trompas de Falopio (conductos musculares que conectan diversas partes del sistema reproductor femenino) después de la fecundación del óvulo, este se comienza a transformar en una célula que podemos nombrar como huevo y es así como comenzamos a formarnos, desde la división celular hasta que nuestro cuerpo ya formado comienza a cambiar de posición, girando nuestra cabeza hacia abajo, dispuestos a salir del cuerpo de nuestra madre.
Un óvulo se ha transformado en un feto que ha llegado a medir aproximadamente 47 centímetros, todo este tiempo a través del cordón umbilical (conducto por el cual la vitalidad de la madre se transmite al feto) hemos transformado materia para formar nuestro cuerpo; así después de nacer, nuestro cuerpo sigue formándose a través de la transformación de alimentos, oxígeno y otras funciones que nuestros propios órganos ejecutan durante todo nuestro ciclo vital.
Entonces los seres humanos somos materia transformada, existe una cantidad de materia ya establecida, entre más natalidad humana, hay menos cantidad de materia en el ambiente, porque todo lo que somos lo hemos sacado del ambiente, así que disminuimos la materia de nuestro ecosistema para formar nuestro cuerpo y cumplir con todos los procesos vitales que necesitamos para subsistir. Esto nos podría establecer una relación indirectamente proporcional entre nuestra natalidad y nuestro sistema, en los últimos años se ha mostrado gran preocupación por la poca cantidad de materia que está quedando en nuestro ecosistema, así que la solución más razonable a esto es disminuir la tasa de natalidad para evitar en gran medida que la materia y energía sea transformada para el aprovechamiento humano. Nuestra formación es una transformación de la materia y la energía.
Pero ¿Qué sucede cuando morimos? Al momento de falleces nuestra materia comienza a descomponerse y se transforma en el otro tipo de materia, incluso una vez muertos podemos retribuir al ambiente gran parte de la materia que transformamos de él para nuestro aprovechamiento, de tal manera que nuestro cuerpo o la materia que queda de él se puede transformar para el aprovechamiento de las otras materias como las plantas, las cuales a su vez transforman esta materia en energía a través de sus procesos fotosintéticos en los cuales se transforma en energía solar para el crecimiento de estas, pero estas a su vez liberan oxígeno, el cual vuelve a hacer transformado mediante gran variedad de procesos y es así como la energía invertida en la relación genital, da inicio a toda una cadena de transformación de materia y energía.
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