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Los tejidos de la articulación temporomandibular


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2011  •  Trabajo  •  3.010 Palabras (13 Páginas)  •  1.346 Visitas

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BRUXISMO

Los tejidos de la articulación temporomandibular, así como las demás partes del sistema estomatognático se encuentran normalmente protegidos por reflejos nerviosos básicos y por el control neuromuscular a través de la coordinación de las fuerzas musculares.

Por tanto, todo lo que pueda producir sobrecarga muscular repetitiva como las interferencias oclusales, los estados psíquicos como la frustración y la ansiedad, y los hábitos parafuncionales pueden ocasionar desórdenes funcionales del sistema, generalmente conocidos como disfunción temporo-mandibular.

Los hábitos orales parafuncionales han sido ampliamente implicados como factores que intervienen en el desarrollo y perpetuación del síndrome y se considera como actividad parafuncional aquella relación lesiva o no en dependencia de la tolerancia del individuo, que se caracteriza por una serie de movimientos paralelos a la función normal sin un objetivo funcional, por lo que se hallan alterados y pervertidos y constituyen una fuente productora de fuerzas traumáticas que se caracterizan por una dirección anormal, intensidad excesiva y por ser frecuentes y duraderas.

Pueden originar alteraciones temporomandibulares secundarias debidas a la hipertonicidad de los músculos masticatorios o a la reducción de la dimensión vertical por la atrición excesiva no compensada con la erupción dentaria pasiva o indirectamente por las modificaciones oclusales que producen, que afectan el funcionamiento del sistema, como sucede en el caso de la protracción lingual, que generalmente provoca mordida abierta e impide la existencia de una guía anterior correcta con desoclusión posterior inmediata y eso justifica, hasta cierto punto, que la mayoría de sus portadores presentan.

El único efecto indirecto de las interferencias oclusales sobre estas condiciones es posiblemente un aumento de la tonicidad muscular y la supresión de las interferencias oclusales pueden, por lo tanto, facilitar la desaparición de algunos de estos hábitos, pero la mordedura de labios, lengua, carrillos o uñas pueden constituir entonces, una vía de escape para la tensión emocional acumulada, o de sustitución al suprimir los factores oclusales desencadenantes de actividad parafuncional, de igual forma que la erradicación del hábito parafuncional puede generar nuevas interferencias oclusales como sucede con los masticadores unilaterales al cambiar el lado de masticación habitual.

El bruxismo diurno puede ser por apretamiento o rechinamiento; pero predomina el primero debido a que el ruido emitido por rechinamiento constituye una señal de alerta que lleva al paciente a detener tal actividad parafuncional. También el bruxismo nocturno puede ser por apretamiento o rechinamiento y aunque, al igual que en el diurno predomina el apretamiento, el rechinamiento es mucho más frecuente y ambos llegan a niveles más graves debido a que durante el sueño se inactivan muchos reflejos espinales protectores y esto permite la generación de fuerzas más lesivas sobre los dientes y demás estructuras del sistema.

Durante el sueño, o más específicamente durante los episodios del sueño, los bruxópatas pueden llevar la mandíbula a posiciones contactantes imposibles de lograr de forma voluntaria y esto justifica la presencia de facetas de desgaste no congruentes en algunos casos.

Todas estas fuerzas oclusales traumáticas generan tensiones en los prismas del esmalte y son responsables de ciertas lesiones no cariosas en caras vestibulares y a nivel cervical.

Se considera que el bruxismo y las demás alteraciones funcionales del sistema, tienen un doble fondo etiológico dado por factores psicológicos como la tensión emocional, la frustración, la angustia y de forma notable la ansiedad; conjuntamente con los factores locales de la oclusión como son los contactos prematuros y las interferencias oclusales excursivas que pueden llevar a hábitos orales parafuncionales o ser el resultado de ellos.

El bruxismo: Se puede definir como la acción de apretamiento o frotamiento de las superficies oclusales acompañado con una descarga de tipo emocional.

La activación del mecanismo muscular de contradicción fásica que lo produce no permite separar cuanto tiene de mecanismo reflejo a punto de partida de percepción periférica (contactos oclusales, posición del cóndilo en la A.T.M. y/o irritación muscular), por vía motora.

Y cuanto tiene de iniciación en mecanismos neurológicos centrales con conexiones con centros de la vida emocional que actúa por el bombardeo de la vía motora.

Se trata de un mecanismo biológico protectivo que puede servir a tres propósitos.

1. El dolor que se experimenta antes de que ocurra un daño severo. Es decir es un mecanismo protectivo.

Cuando tocamos algo muy caliente o muy cortante o demasiado duro, el movimiento se detiene, esto ocurre muy frecuentemente en el movimiento mandibular.

2. El proceso de aprendizaje motor o (experiencia nos permite saber consciente o inconscientemente que una articulación temporo mandibular (ATM) dañada y que duele nos lleva a evitar el masticar alimentos muy duros.

3. Restricción dolorosa del movimiento, el reflejo antiálgico hace que la mandíbula restrinja determinado tipo de movimiento para permitir o facilitar por la inmovilización el proceso de reparación peri articular.

Sin embargo, hay dolores que no sirven a propósitos beneficiosos al organismo.

Una persona a la que es necesario amputarle una pierna por fallas circulatorias, por ejemplo puede llegar a sufrir dolores fantasmas en la pierna inexistente por años.

O un dolor en el pterigoideo externo causado por micro trauma oclusal puede perpetuarse como dolor crónico muy severo aunque la causa se elimine y responde en adelante a causas psicógenas, sin nada que ver con el mecanismo inicial.

Estos dos últimos casos, nos ilustran sobre tipos de dolor que no tienen biológicamente ningún beneficio y causan una sensación que puede ir desde lo desagradable hasta lo penoso, por ello definimos el dolor como una experiencia compleja y no fácilmente comprensible.

CLASIFICACIÓN

De acuerdo con la definición de Bruxismo y dependiendo de la magnitud del movimiento parafuncional o disfuncional podemos distinguir dos tipos de bruxismo: el bruxismo céntrico y el excéntrico; el primero que se refiere a apretar en un punto determinado ambas arcadas dentarias con mínimos movimientos excéntricos.

De este modo el grupo de dientes anteriores mandibulares presentan facetas incisovestibulares y los dientes maxilares anteriores se socavan en la concavidad lingual. Al producirse consiguientemente la pérdida de la guía anterior, se produce interferencia en los sectores posteriores que precipitan

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