Malos Estudiantes, Grandes Genios
Enviado por AncoraCN • 25 de Agosto de 2013 • 2.085 Palabras (9 Páginas) • 717 Visitas
El veredicto del profesor suena inapelable. “Su rendimiento, sus resultados, son insatisfactorios. No asimila bien. Las notas donde apunta sus experimentos están rasgadas y confusas. A menudo se encuentra perdido, porque no escucha. Insiste en hacer las cosas a su manera. Me ha llegado la noticia de que quiere ser científico. En las circunstancias actuales, me parece algo ridículo. Si no puede ni siquiera aprender las bases de la biología, no tiene posibilidades de desempeñar el trabajo de un especialista. Sería una pura pérdida de tiempo no sólo para él, sino también para los que deberán enseñarle”.
El alumno en cuestión es John Gurdon. Medio siglo después de este juicio demoledor, en el 2012, a sus 64 primaveras, Gurdon se ha tomado su revancha al ganar el premio Nobel de Medicina. Sus pobres resultados en la Eton School, donde los académicos todavía se acuerdan de que sacó en una prueba una miserable puntuación de 2 sobre 50, no le impidieron llegar a lo más alto en su carrera profesional.
Genios que en el colegio fueron malos estudiantes: es más común de lo que se piensa y abarca todas las disciplinas. Por ejemplo, el profesor de Albert Einstein escribió: “Este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Tampoco es que fuera un desastre (se ha exagerado mucho este aspecto), pero es cierto que sus maestros encontraban al joven Einstein lento y se quejaban de que reflexionaba demasiado antes de contestar a una pregunta. No conseguía aprender nada de memoria. No entendía las reglas y las órdenes. Rechazaba practicar deporte y esto lo llevó a aislarse. A los 16 años fue rechazado en una primera prueba de acceso a la Escuela Politécnica de Zurich por sus malos resultados en letras. Pese a ser excelente en matemáticas y física, era flojo en francés (se acababa de mudar a Suiza y no conocía el país), geografía y dibujo. Años después, el padre de la teoría de la relatividad dejó para la posteridad una de sus célebres frases sobre el tema: “La educación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que aprendió en la escuela”.
Otro físico de renombre, el estudioso de los agujeros negros Stephen Hawking, recuerda sus años de la universidad como un periodo de “aburrimiento y con la sensación de que no mereciera la pena esforzarse”. Hawking estudiaba menos de una hora al día. Confesó haber aprendido a leer sólo a la edad de ocho años. Aunque claro, su inteligencia estaba fuera de discusión. Su tutor de física, Robert Berman, contó posteriormente en The New York Times Magazine: “Sólo le bastaba saber que se podía hacer algo. Y él era capaz de hacerlo sin mirar cómo los demás lo hacían. Por supuesto, su mente era completamente diferente de las de sus coetáneos”. Su enfermedad, relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica que le golpeó a los 21 años, le despertó: “Sólo entonces entendí que moriría pronto y que había que activarse”, declaró Hawking.
Estos casos tuvieron un final feliz. Pero hubo en la historia otro matemático que no tuvo la misma suerte. Évariste Galois, considerado el padre de la álgebra moderna, fue rechazado dos veces por la École Polytechnique de París por su manifiesta incapacidad de superar los exámenes de acceso y por su sistemática rebelión a las reglas y al sistema. Murió en un duelo a los 20 años.
Tener un hijo con grandes capacidades pero poco apto para las aulas puede llegar a convertirse en una pesadilla para los padres. Charles Darwin era, según sus maestros, “un chico que se encuentra por debajo de los estándares comunes de la inteligencia. Es una desgracia para su familia”. Al parecer, su padre compartía el diagnóstico. Consideraba que era vago y soñador: “Mi hijo no piensa en otra cosa que en la caza y en los perros”.
Otro padre con quebraderos de cabeza fue el de Winston Churchill. Tuvo que admitir: “El trabajo escolar de mi hijo es un insulto a la inteligencia” (años después el canciller británico afirmó: “Siempre me ha encantado aprender. Lo que no me gusta es que me enseñen”). Según su maestro de primaria, “Winston es un elemento que molesta constantemente, siempre está a punto de meterse en líos”. En cuanto a la madre de Thomas Edison, llegó a perder la paciencia con su hijo. Al cabo de tres años, tuvo que quitarle del colegio por desesperación, para educarle en casa. Era “un chico confuso, inestable y embrollón”, según su profesor. El inventor de la bombilla incandescente empezó a vender dulces y periódicos en los trenes y así desarrolló, con los años, su genio creativo.
La figura del genio matemático superdotado pero incomprendido es un clásico de la mitología popular. Pero esta divergencia entre rendimiento escolar y éxito profesional se ha manifestado también en otras ramas, como las artísticas. Piensen, por ejemplo, que Giuseppe Verdi no fue admitido en la Escuela Superior de Música de Milán, el Conservatorio. La razón: haber superado los límites de edad y ¡adoptar una postura incorrecta de las manos sobre el piano! En la pintura, más de lo mismo. Picasso (mientras que los otros alumnos seguían la clase del maestro, él dibujaba incansablemente palomas y corridas en sus cuadernos), Debussy (faltas de ortografía recurrentes) y Leonardo (emprendía investigaciones en dominios diferentes y, una vez comenzadas, las abandonaba) nunca destacaron en sus estudios. Por no hablar del arte de escribir: Unamuno suspendió la asignatura de literatura. Marguerite Yourcenar nunca pasó por la escuela y Balzac fue un auténtico desastre: indisciplinado, distraído…
¿Son cosas del pasado? En realidad, la divergencia entre las pobres notas sacadas en la etapa del cole y la posterior y exitosa carrera sigue produciéndose hoy en día. Incluso dos genios de la sociedad moderna, como Craig Venter, el padre del genoma humano, o Larry Ellison, el fundador de Oracle, también dejaron un mal recuerdo en su paso por las aulas. El primero estaba más interesado en la vela y el windsurf. Sus notas eran muy insuficientes. El segundo era un estudiante poco atento. Dejó la universidad ya al segundo año, también debido a problemas familiares. Ahora es considerado el quinto hombre más rico del planeta.
¿Y Bill Gates? ¡Al fundador de Microsoft tuvieron que pagarle para estudiar! “Para estimularnos, mis padres nos daban a mi hermana y a mí 25 dólares por cada sobresaliente que sacábamos. Mi
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