Medio Ambiente
Enviado por dannyparra • 8 de Mayo de 2012 • 513 Palabras (3 Páginas) • 492 Visitas
Para Elcira, Chicha y tantas otras...
Ella, cada amanecer se viste de fiesta, la Pachamama esa pasarela donde modela desde temprano.
Siempre se apresura a llegar, queriendo ganarle tiempo a ese encuentro cotidiano con el sol, su piel con el transcurso de los años se ha vuelto mas vulnerable ante la pujanza de los poderosos rayos que a veces la limitan a volcar todas sus energías en la tarea diaria.
Sin embargo las horas aventajadas no alcanzan y llega él, majestuoso, implacable haciéndose notar, entonces suele buscar refugio en nubes viajeras que danzan a su alrededor y que de vez en cuando lo cubren en muestra de colaboración, dándole un respiro a su agobiado trajinar.
Ella, agradecida levanta por un instante la mirada de la tierra y les guiña un ojito como al pasar.
Sus manos, hábiles, incansables, seleccionan la hierba nociva que se empecina en confundirse con la siembra que la habrá de alimentar.
Se pasea con total certeza por entre medio de los surcos, pareciera que lo hace bajo el ritmo de alguna armonía que solo ella atiende, mientras va esquivando el brote de las cepas casi sin acecharlas, como quien conoce de memoria un mapa, como ella, que las supo plantar.
Ella, tiene esa bendita costumbre de andar esparciendo colores, pinceladas de blanco impecable en la masa del pan, diversidad de verdes en las plantas, rojos, amarillos de sus rosas, negro, rosa y tinta en las uvas.
Como si imaginara espectadores observándola, sonríe, se da ánimo despacito y mima ese suelo como si acariciara alguno de los retoños que parió a la vida.
Aún, en esos días que le toca el riego, la agobiante tarea de limpiar las acequias, no rezonga, da gracias mientras despeja el camino a esa agua que calmara la sequedad de su tierra.
Si hasta las mariposas le obsequian minutos de su breve vida, colmando de matices su tranco entre la maleza.
Ella, es artífice exclusiva de su obra, se esmera cada año en injertar inesperadas flores, las que darán el toque femenino a su creación, donde lo esencial pasa por los viñedos, durazneros, perales, manzanales, ciruelos y las higueras que serpentean el caminito que conduce a su preciado tesoro.
Posee la fuerza, el coraje, la constancia, el tesón y el amor suficiente para seguir creyendo en lo que hace, en lo que hacia su madre cuando vivía.
Ella honra y pondera a la naturaleza, es agradecida con quien le restituye de a puchitos todos sus sudores.
Ella, solo descansa cuando las primeras luciérnagas antojadas a seducirse entre sí, le anuncian que la noche ha llegado.
En la ajada bomba, enjuaga sus manos y con ellas su cuerpo, contempla conmovida como cada noche las estrellas en la inmensidad, cruza su mirada con la dama luna y en un gesto casi invisible le retribuye, por alumbrar el camino que la guiará de regreso a su morada
Ella, tiene ese encanto,
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