Nieve Artificial

Algunos expertos prefieren denominarla nieve producida o nieve automatizada, ya que artificial suena anti-ecológico.

La verdad es que es nieve tan real como la que cae del cielo, aunque no forma la cristalización típica y a veces son simplemente partículas de agua congelada. Un sistema de balsas de captación y enfriamiento de aguas se combina con unas conducciones de aire comprimido.

Los cañones cuentan con sensores de humedad relativa y temperatura, cuyos datos se envian constantemente a un ordenador central de control. Así se obtiene en todo momento la denominada "temperatura húmeda" en todos los puntos de la estación, es decir la combinación entre la temperatura y la humedad. Los cañones se disparan automáticamente. Los hay de dos tipos: monofluídos, que disparan sólo agua pulverizada y se impulsa por un simple ventilador, y bifluídos, que combinan agua y aire comprimido a alta presión. Según los parámetros meteorológicos se obtiene una nieve más o menos húmeda para incrementar o enducerer la capa de nieve. Las nuevas tecnologías permiten fabricar nieve incluso por encima de los cero grados.

Con 1 metro cúbico de agua se consigue entre 2 y 2,5 metros cúbicos de nieve artificial seca (fría) o entre 1,5 y 2 metros cúbicos de nieve húmeda. Gracias a ello se pueden mejorar las pistas, evitar las zonas alta erosión y alargar tres semanas la temporada. La incorporación de bacterias o proteínas biodegradables (en 21 días) sólo se usa en casos extremos (competiciones, pistas urbanas,...) permite cristalizar nieve a mayor temperatura, pero su coste elevadísimo no lo hace viable

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