PERCEPCION DEL MOVIMIENTO
Enviado por fernando1641991 • 19 de Octubre de 2012 • 1.665 Palabras (7 Páginas) • 517 Visitas
Instituto: ISEHF
Alumno: César Ramos
Materia: Filosofía Contemporánea III
Tema: El movimiento y El espacio vivido
Fecha: 17/05/2010
Breve Introducción
En esta segunda parte de su libro Fenomenología de la Percepción, Merleau-Ponty analiza el mundo percibido, insistiendo en la relación del mundo con el sujeto que lo percibe y en la idea de que la comprensión del mundo se realiza primordialmente por el cuerpo. Se tratan en esta parte los temas siguientes: I) El sentir; II) El espacio; III) La cosa y el mundo natural; IV) El otro y el mundo humano.
En el capítulo que trata del espacio, uno de los conceptos fundamentales en la filosofía de nuestro autor, se plantea la interrogante de si acaso el espacio es una forma del conocimiento. Y para esbozar una posible respuesta a esta cuestión analiza cuatro aspectos relativos a la espacialidad: A) El arriba y el abajo; B) La profundidad; C) El movimiento; y D) El espacio vivido. En el presente trabajo, el cual debe ser ubicado en la serie de exposiciones realizadas en clase para su correcta comprensión, trataremos de esclarecer los conceptos de “El movimiento” y “El espacio vivido” tal y como lo propone Merleau-Ponty.
Desarrollo
C. El movimiento
En este apartado, nuestro autor realiza un análisis de dos perspectivas diferentes acerca del movimiento: la perspectiva del pensamiento lógico u objetivo y la perspectiva del pensamiento psicológico
o subjetivo, y trata de demarcar un camino intermedio entre ambas. Para ello grafica ciertos aspectos, poco tenidos en cuenta, del fenómeno del movimiento colocando ejemplos tales como el sujeto al pie de la torre y la observación de un tren parado desde un tren en movimiento.
Concluye así que la experiencia pre-objetiva del movimiento revela ciertas contradicciones del pensamiento objetivo. La idea del movimiento como ocupación sucesiva de espacios sucesivos en tiempos sucesivos por un objeto que permanece esencialmente el mismo, niega al movimiento mismo. La identidad del móvil no es una realidad que permanezca bajo el movimiento, sino que es percibida en el movimiento mismo. El mundo no está hecho únicamente de cosas, sino de puras transiciones, afirma nuestro autor: Por ejemplo, el pájaro que atraviesa mi jardín no es en el mismo instante del movimiento más que un poder grisáceo de volar y, de manera general, veremos que las cosas se definen, primero, por su "comportamiento" y no por sus "propiedades" estáticas"[1].
El movimiento está en el móvil mismo, "lo habita", pero está también en el sujeto que percibe el movimiento: Según que demos a tal parte del campo valor de figura o valor de fondo, nos parecerá en movimiento o en reposo[2]. Y lo que, según Merleau-Ponty, da valor de móvil o fondo a una parte del campo es la manera como establecemos nuestras relaciones con ambas por el acto de la mirada[3].
Podríamos concluir nuestro análisis de este apartado afirmando con Merleau-Ponty que el movimiento es relativo en cuanto podemos considerar un movimiento particular entre la realidad absoluta del movimiento; es decir, podemos fijar nuestra atención en el movimiento de un objeto o de nuestro cuerpo, pero nunca podríamos dejar de admitir el hecho del movimiento como un absoluto. La relatividad del movimiento se reduce al poder que tenemos de cambiar de dominio al interior del gran mundo[4]
D. El espacio vivido
Con este término, espacio vivido, Merleau-Ponty quiere enfatizar la idea de que el espacio es existencial y no una elaboración intelectual. Hay por tanto, diversos modos de abrirse el sujeto al mundo que le rodea y al espacio, según las diversas formas de existencia (por ejemplo, sueño, enfermedad, etc.). El problema de cómo distinguir la ilusión y la realidad, que se plantea al concebir así el espacio, lo resuelve Merleau-Ponty diciendo que la percepción se realiza en un plano diferente al ser, en el que lo único importante es el fenómeno perceptivo mismo y en el que no cabe preguntarse acerca de la verdad o del error porque la evidencia del fenómeno hace innecesaria la pregunta.
En la actitud natural del hombre medio, entendido como un sujeto abstracto, no se tienen percepciones, dice Merleau-Ponty, sino un flujo de experiencias; el cuerpo no conoce, se pierde entre los objetos como
uno más y el mundo se vuelve incomprensible. Hay que volver a la espacialidad originaria en la que para cada modalidad de vivir en el mundo, es decir el espacio vivido por cada sujeto en particular, hay una experiencia diferente del espacio. No es igual, por ejemplo, la experiencia que tiene del espacio un esquizofrénico a la de un sujeto normal, o la experiencia del espacio en la noche que con la luz del día. La percepción verdadera no es una percepción adecuadamente elaborada por nuestro intelecto, sino la que revela la adecuada estructura del espacio, tal como se da en el sujeto de la percepción: Nuestro cuerpo y nuestra percepción nos solicitan constantemente a tomar como centro del mundo el paisaje que nos ofrecen. Pero este paisaje no es necesariamente
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