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PROCESO COLONIAL DE BRASIL


Enviado por   •  2 de Marzo de 2013  •  4.142 Palabras (17 Páginas)  •  1.374 Visitas

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PROCESO COLONIAL PORTUGUÉS EN BRASIL EN EL SIGLO XVIII

LAS BANDEIRAS Y SU EXPANSIÓN INTERNA.

El nombre "bandeirante" proviene de la palabra portuguesa "bandeira"(bandera) ya que se agrupaban usando banderas que los distinguían, en sentido figurado luego fueron llamadas "bandeiras" las bandas armadas y también se llamaron "bandeiras" las incursiones portuguesas en territorios reclamados por España.

La villa de Sao Paulo era entonces distinta de las demás poblaciones portuguesas en América, porque no se encontraba en el litoral, sino enclavada sobre el altiplano que se alcanzaba tras subir la Sierra del Mar. Así, aislados del comercio y sin alternativas económicas, los hombres pasaron a atacar a los indígenas para hacerlos esclavos y venderlos principalmente en regiones productoras de azúcar. Sus actividades secundarias eran la minería y la agricultura que con el tiempo pasaron a dominar el panorama económico.

Mientras que en la historia española y la de los países limítrofes con Brasil los bandeirantes son considerados como una especie de piratas de tierra, en Brasil los bandeirantes son reconocidos por haber llevado las fronteras de la América Portuguesa mucho más allá de las establecidas en el Tratado de Tordesillas, por lo que definieron los límites actuales del territorio brasileño.

Los bandeirantes étnicamente eran descendientes de portugueses, en su mayoría mezclados con indígenas. A partir del siglo XVII, hablaban una lengua franca llamada lengua general paulista o nheengatu paulista, derivada del idioma de los indios Tupí. Los tupíes participaban en sus expediciones en gran número, pues representanan entre el 80% y 90% de la fuerza de una "bandeira".

La producción económica y su estructura política administrativa del siglo XVIII

En el siglo XVII, la agricultura de base esclavista, con plantaciones de mandioca, tabaco y especialmente de caña de azúcar, obtuvo un gran desarrollo. Estas actividades se desarrollaron en el Noreste de la colonia, desde los núcleos bahiano y pernambucano y, más tardíamente, Río de Janeiro. Las colonias norteñas fueron ocupadas por los holandeses en 1624 y entre 1630 y 1654. Portugal tras establecer una serie de capitanías generales en las costas, elevó sus posesiones al rango de principado al ser en 1634 declarados príncipes de Brasil los herederos al trono lusitano.

En el siglo XVIII, aunque la producción de azúcar no había perdido importancia, las atenciones de la Corona portuguesa se concentraron en la región donde se había descubierto oro (las Minas Gerais) el cual se agotó antes del final del siglo. Durante el período de unión dinástica con los demás reinos de la Monarquía Hispánica, los bandeirantes y sus subordinados de origen tupí (indígenas o mamelucos) aprovecharon la obligada pasividad española para sobrepasar con creces la línea de Tordesillas y multiplicar el área de Brasil.

LA PRODUCCIÓN ECONOMICA Y SU ESTRUCTURA

POLITICO- ADMINISTRATIVA DEL SIGLO XVIII.

A medida del siglo XVII, el reino en su conjunto tenía 32 provincias, de los cuales 12 estaban en el territorio que hoy constituye la republica de Guatemala: el valle de Guatemala, donde se encontraba la ciudad de santiago de los caballeros de Guatemala.

Esta región fue tan rica en minerales y metales como México, Bolivia y Perú. Sin embargo los colonos explotaron principalmente la producción agrícola.

Sus principales recursos fueron la caña de azúcar, el cacao, las maderas preciosas y la tinta añil para los textiles.

En la antigua Guatemala, ubicada en santiago de Guatemala “Capital del Reino de Guatemala” hasta su traslado de 1775 al valle de la Ermita, actual ubicación de la capital. El rey Felipe II de España y Portugal le otorgo el titulo de “muy noble y muy leal ciudad de santiago de los caballeros de goathemala”.

Durante la dominación española, que duro 300 años, Guatemala fue una región de carácter estratégico formado parte del virreinato de la nueva España.

PROCESO COLONIAL ANGLO - AMERICANO

Los primeros años posteriores a la llegada de Cristóbal Colón a América -conducentes a la Edad de Oro del Imperio Español- permitieron encontrar en esas nuevas tierras un objetivo que el azar brindaba para el lanzamiento hacia las metas de poder económico y político ambicionadas por la jerarquía reinante. La mayor parte de aquellos sueños de grandeza se forjaron sobre diversas formas de servidumbre a las que se vieron sometidos los indígenas. Los aristócratas, funcionarios públicos, militares o religiosos españoles los tenían a su servicio personal como tamemes o cuidadores de ganado, cargadores o servidores domésticos, reproduciendo el estaus esclavizante reservado para la plebe y los esclavos en el modelo de estructura social española de la época.

Los conquistadores ignoraron el entramado cultural vigente en esos pueblos y las jerarquías sociales existentes en los mismos, para imponer sus valores propios.

La campaña evangelizadora de la iglesia católica desnuclearizó la estructura social indígena. Los aborígenes eran alejados de sus agrupaciones tribales o multifamiliares, promoviendo deportaciones masivas hacia lugares con climas y costumbres diferentes, para formar las congregas que construían iglesias y conventos y para servir a los religiosos de esas residencias.

A partir de 1553 los indígenas eran obligados a proporcionarle sustento a los sacerdotes (según acuerdo legal entre Audiencia e Iglesia) a través del camarico; una especie de impuesto que consistía en la entrega diaria a la jerarquía religiosa de esa comunidad, de un par de gallinas, y la cesión de entre tres y cuatro mujeres que elaboraran pan, recogieran frutas e hicieran la comida para los caballos. La mayoría de los religiosos terminaron cobrando ese impuesto en monedas de plata. En 1537, sin embargo, el Papa Paulo III admitió que los indios americanos eran "seres humanos, dotados de alma y razón", en su bula Sublimis Deus. Algunos historiadores creen ver detrás de esa bula misericordiosa, el resultado perverso de las luchas políticas entre la iglesia católica y las jerarquías monárquicas del siglo XVI. Estos enfrentamientos, abiertos en muchas ocasiones, eran lo suficientemente enconados como para creer que la declaración del Papa se debía simplemente a un piadoso pensamiento cristiano iluminado por el espíritu santo. Los siglos y acontecimientos subsiguientes confirmaron que el reconocimiento de los indios como seres humanos había actuado como única razón justificadora para emprender con rigor y organización la cruzada evangelizadora: difícilmente se pudiera entender la llegada masiva de eclesiásticos

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