PROPUESTA DE EVALUACIÓN PARA LA PRIMERA Y SEGUNDA ETAPA DE EDUCACIÓN BÁSICA*
Enviado por Bbciosa • 2 de Febrero de 2015 • 4.923 Palabras (20 Páginas) • 229 Visitas
PROPUESTA DE EVALUACIÓN PARA LA PRIMERA Y SEGUNDA ETAPA
DE EDUCACIÓN BÁSICA*
Freddy Otilio Díaz, Oscar Alberto Morales, Rosa María Tovar Ochoa
Tesistas del Postgrado de Lectura y Escritura,
Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.
"Uno de los más grandes derechos del niño en la
escuela debería ser el derecho a no ser calificado;
calificarlo equivale a estigmatizarlo"
La propuesta que se presenta a continuación tiene sus bases en el análisis de los
manuales de evaluación ya propuestos por el Ministerio de Educación (M.E., 1998a,
1998b), los cuales están en proceso de revisión. Estos manuales presentan una estructura,
un diseño y algunos aportes teóricos que han sido de utilidad para la realización de esta
propuesta; sin embargo, se hace necesario revisar la orientación teórica global y suprimir
algunas incoherencias encontradas en ellos entre la teoría y la posible práctica pedagógica
que se deriva de los mismos y la que prescriben.
El planteamiento que se presenta sugiere la elaboración de una propuesta única de
evaluación para la Primera y Segunda Etapa de Educación Básica, en la que se propone que
la evaluación, durante estas dos etapas, sea un proceso predominantemente cualitativo,
globalizador e intrínseco al proceso de aprendizaje y enseñanza.
Se le considera cualitativo porque, en la evaluación, lo fundamental es tomar en
cuenta el proceso que siguen los participantes, más que el producto logrado por los mismos.
Igualmente se corresponde con la intención de que la evaluación no se centre en la
medición, tal como hasta los momentos se ha manejado, ya que aun cuando el Ministerio de
Educación eliminó la calificación en la Primera y Segunda Etapa de Educación Básica,
muchos docentes continúan calificando el producto del trabajo de los alumnos, bien sea
con números o con letras. Se descarta, en estas etapas, la presencia de la evaluación
cuantitativa, puesto que este tipo de evaluación califica a los alumnos como buenos y
malos; se inserta, en cambio, el derecho infantil a que no se le califique, ya que esto implica
estigmatizarlo, excluirlo y coartarlo. Lo importante no es colocar una nota, sino alcanzar el
desarrollo integral del alumno.
Por otra parte, su característica de proceso globalizador está referida a la necesidad
de que al evaluar se tome en cuenta el proceso en su totalidad, esto es: considerar a todos
los participantes (Entiéndase por participantes a todos los miembros, de alguna manera
involucrados en el proceso de aprendizaje y enseñanza: alumnos, docentes, padres y
representantes, administradores, y otras personas que puedan aportar información) como
sujetos y objetos de evaluación, considerar el desarrollo integral de los participantes
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(aspectos: intelectual, social, emocional) y todas las situaciones en las que éstos
interactúen.
Así mismo, se considera que la evaluación es intrínseca al proceso de aprendizaje y
enseñanza, puesto que para el desarrollo de la acción pedagógica es necesario que haya una
permanente evaluación, sólo esto permite que el proceso se desarrolle adecuadamente y que
las decisiones que se tomen sean oportunas. Del mismo modo, implica ver a la evaluación
como parte de lo que se hace cotidianamente en el salón de clases, y no como una acción
aislada, realizada al final del proceso. Todas estas características hacen de la evaluación un
elemento indispensable para optimizar la acción pedagógica.
Por otra parte, la idea de unificar la propuesta de evaluación para la Primera y
Segunda Etapa, como lo ha propuesto recientemente el Ministerio de Educación, tiene su
justificación en el hecho de que la evaluación, a todos los niveles, persigue, esencialmente,
los mismos objetivos: recolectar la información necesaria de manera que se obtenga una
visión amplia y completa del proceso de aprendizaje y enseñanza con miras a conocer,
comprender, mejorar y valorar dichos procesos para reorientar la acción pedagógica y
ayudar al alumno en su desarrollo integral.
Tomando en cuenta las características de la evaluación señaladas anteriormente,
resulta incoherente encasillar este proceso en un manual que prescribe de manera detallada
lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Es necesario, por el contrario, reiterar que se debe
tomar en cuenta las características propias de los participantes, del contexto donde éstos
interactúan y de los objetivos que se persigan con la evaluación. Por esto, esta propuesta de
evaluación se centra en la elaboración de un documento amplio en el que se ofrecen
lineamientos generales, para desarrolla en el aula una práctica coherente con los principios
constructivistas; es decir, llevar a cabo una práctica que sea consonante con la manera
como aprenden los niños, que favorezca el desarrollo integral del niño, objetivo
fundamental de la educación.
Para que la propuesta cumpla con la función de orientar, fundamentalmente, al
docente en su trabajo, debe alejarse de la posibilidad de parecerse a un recetario, a una lista
de instrucciones. Para esto se requiere instrumentar la propuesta de manera que ayude al
maestro a encontrar su papel, más no que le dé instrucciones. Si se le dice al docente qué
hacer, esa será la manera como abordará el trabajo con sus alumnos en la práctica cotidiana
dentro del aula.
Por esta razón, no se ofrecen actividades específicas, sino que se brinda la
posibilidad de que el docente conozca la fundamentación teórica que orienta la propuesta y
decida para qué evaluar, qué aspectos evaluar, cómo y cuándo evaluarlos. En este sentido,
el documento se plantea como una fuente de información para que el docente fortalezca su
formación: se oriente, propicie la discusión y el trabajo en equipo y tome decisiones. Está
dirigido a que reflexione acerca de su trabajo en el aula, que tome conciencia de su rol y
que transforme su concepción acerca del aprendizaje, la enseñanza y la evaluación, como
elementos circulares, recurrentes del mismo proceso.
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Para que esto se logre, es
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