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PSICOLOGÍA FAMILIA Y GRUPOS


Enviado por   •  3 de Julio de 2017  •  Ensayo  •  2.851 Palabras (12 Páginas)  •  253 Visitas

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La ausencia paterna en el desarrollo socioemocional del adolescente

CARRERA PSICOLOGÍA

ASIGNATURA: PSICOLOGÍA FAMILIA Y GRUPOS

ENSAYO

AUTOR: Romina Ahumada rojas

DOCENTE: FRANCISCO DIET.

VIÑA DEL MAR

ENERO 2016

Introducción

     El período de separación es una etapa de movilizaciones que afectan a cada uno de los miembros de una familia, donde se hace necesario encontrar un nuevo equilibrio y una forma eficaz de manejar las tensiones y el dolor que supone la ruptura matrimonial, tanto para los padres/madres como para los hijos/as. Aunque no sucede en todos los casos, la separación de los padres, puede causar reacciones problemáticas en sus hijos/as, motivadas por la confusión, el dolor, la incertidumbre o la sensación de impotencia. El impacto emocional de la ruptura matrimonial en los hijos/as adolescentes deberá tenerse siempre en cuenta para prevenir posibles consecuencias negativas. Los y las adolescentes deben afrontar los cambios provocados por la separación en la familia en un momento crítico de sus vidas. En esta etapa les resulta prioritario comenzar a hacer su vida e ir desligándose de sus padres/madres. Centrados en conquistar poco a poco espacios propios, y en acercarse al mundo adulto desde sus propias experiencias, siguen necesitando el apoyo emocional de sus padres –aunque no siempre lo reconozcan– y reglas conjuntas de actuación por parte de éstos.

     Dicho lo anterior esta definición se incluye una gran variedad de situaciones, lo que dificulta la comparación de resultados entre diferentes estudios que exploran grupos de niños de madres solteras, separadas, divorciadas o viudas. Aunque la crianza de los niños puede quedar asignada al padre, el paradigma en los países de nuestro entorno es el de familias monoparentales con presencia de la madre (biológica o adoptiva). De hecho, entre un 80% y 90% de los hogares monoparentales tiene como responsable a una mujer.

     En la bibliografía aparecen como sinónimos de familias monoparentales los términos "familias rotas", "familias disociadas" o "situaciones familiares inhabituales".

Separación y divorcio

     El número de divorcios han ido en aumento, por esto, los hijos de familias monoparentales que surgen del proceso de separación y divorcio, han sido objeto de estudio de diversas investigaciones respecto del impacto que éstos experimentan en distintos ámbitos de su vida psico-social. Estas investigaciones indican que los hijos criados dentro de familias monoparentales muestran una alta probabilidad de obtener malos resultados en varios ámbitos de la vida, a diferencia de niños que viven con ambos padres.

     Cabe destacar, que los divorcios se producen por diversas razones, contextos y situaciones, así como diferentes momentos en la vida personal de los cónyuges o de los hijos. Además, cada una de estas situaciones nace en el seno de diferentes tradiciones e historias particulares de cada familia, por lo que se puede afirmar que no existe una población divorciada de carácter homogénea, encontrándonos con muchos subgrupos.

       Los adolescentes son quienes más sufren a corto plazo inseguridad, soledad y depresión, las que pueden plasmarse en forma de fracaso escolar, conducta delictiva, consumo de drogas y vagancia. Los adolescentes y adultos jóvenes mantienen vivos los recuerdos a los 10 años del divorcio de sus padres, lo que les hace expresar angustia respecto a sus relaciones amorosas y a un posible fracaso matrimonial. Las repercusiones sobre los adolescentes también dependen de los factores de estrés psicosocial que pueden acompañar al divorcio y que, en orden decreciente de importancia psicológica, son (Wallerstein, 1991; Lasa, 1996; Weitzman, 1988; Kalter, 1994).

Hijos de madres solteras

     En un porcentaje alto se trata de mujeres que han quedado embarazadas inesperadamente, no creando ningún vínculo con su compañero o padre del niño. Muchas de ellas están en el período de la adolescencia o temprana juventud y, a menudo, dependen de la familia de origen (abuelos) con la que suelen convivir. En estos casos se añaden, a medio y largo plazo, las dificultades para crear y desarrollar un vínculo madre-hijo suficientemente estable para asegurar la crianza. Pero las familias de origen, especialmente los abuelos, tienen un papel importante a la hora de integrar a la joven madre y de posibilitar la progresiva instauración del vínculo afectivo con su hijo.

     También son cada vez más frecuentes las mujeres que deciden engendrar y criar un hijo en solitario de modo estable. Los niños de estas madres tendrán pocas vivencias de conflicto en el hogar y quizás otros factores sean más importantes, aunque se conoce relativamente poco sobre este subgrupo de familias, pequeño pero enormemente heterogéneo.

Fallecimiento de un progenitor

     El fallecimiento de uno de los padres crea una disociación familiar que conlleva un proceso de duelo de elaboración psicológica, mental y emocional con una sucesión de reacciones: estado de aflicción, seguido de defensa, una fase de retracción de afecto y, finalmente, una fase de reanimación. La forma en que los niños viven la muerte de sus padres está en función de diversos factores: edad, personalidad, comportamiento de los presentes, sexo del progenitor fallecido y del hijo, etc. Existen datos que relacionan la muerte de un progenitor con posteriores dificultades

en el adulto. La muerte, como otras pérdidas, hace que las crisis vitales posteriores sean experimentadas como nuevas pérdidas, lo que conlleva una pérdida o disminución de la autoestima y favorece la aparición de depresión.

     Ronald y Jaqueline Angel, investigadores de la universidad de Texas, publicaron un trabajo en 1993 en el que evalúan los resultados de todos los estudios cuantitativos que analizaron los efectos de la ausencia paterna. Dicen: “el niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares”

     Dicho lo anterior puedo evidenciar como la ausencia del padre es vista como un factor de riesgo y poco saludable para los adolescentes, ya sea en la interrupción de los estudios, depresiones, un nivel de desarrollo social bajo, algunas adicciones etc.

     Lo importante es que el adolescente  no sea encasillado, y que sea el mismo quien da a conocer la forma cómo interpreta la ausencia de su padre, y si esta ha generando o no algún impacto positivo o negativo a lo largo de la vida.

     Con relación al mismo tema, fue realizado por Anna Sarkadi en Suecia,donde según la investigadora los niños que tiene buena relación con ambos padres poseen mayores posibilidades de conseguir mejores niveles de educación y desarrollan amistades buenas con niños de ambos sexo.

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