Poema De Un Amor Desesperado
Enviado por profezorro • 27 de Abril de 2012 • 1.901 Palabras (8 Páginas) • 631 Visitas
¿POR QUÉ NO SE ENSEÑA LA GEOMETRÍA EN NUESTRAS AULAS ACTUALMENTE?
Para responder a esta pregunta, me di a la tarea de investigar en algunas páginas de Internet la opinión de algunos matemáticos y científicos sobre la importancia de la geometría a lo largo de la historia del hombre y me formé una idea que a continuación trataré de exponer:
Primeramente, yo creo que la geometría sigue tratándose en las aulas de educación primaria y secundaria, pero sin tener precisados los objetivos de los programas de estudio, ni tener en claro la forma de abordar dichos contenidos.
La geometría se trata de una manera peligrosamente superficial, debido a que solo nos limitamos como docentes a “definir” las propiedades de los cuerpos y las figuras, sin permitir siquiera la exploración individual del alumno de las figuras y cuerpos para que sea el mismo quien se de cuenta de dichas propiedades y relaciones, y se apropie de esas ideas concebidas por si mismo mientras lo guiamos en la descripción que hace de todo ello.
Pero opino que no se enseña correctamente la geometría por otra razón, que para mí, es de donde se derivan todos estos problemas en detrimento de la correcta formación elemental del alumno: La falta de calidad en la formación del profesorado, la escasa bibliografía que nos muestre una idea algo concreta de cómo debemos enseñar, a partir de qué contenidos, hasta dónde llegar, cuando es pertinente abordarlos, a qué edad debemos iniciar con niveles superiores de rigor y abstracción, cuáles son los materiales más apropiados para una correcta y más efectiva enseñanza porque ni siquiera los expertos en la disciplina de las matemáticas, o los docentes más experimentados se ponen de acuerdo en ello.
Según un documento de discusión para un estudio ICMI traducido por Hernández, Víctor y Villalba de Febrero del 2002, publicado en una página de Internet, se cita que: “Debido a la diversidad de aspectos de geometría, su enseñanza puede empezar en una edad temprana y continuar en formas apropiadas a través de todo el currículo matemático”. Pero luego viene un párrafo que casi contradice lo dicho anteriormente: “Las opiniones divergen en cómo llevar a cabo la tarea… refiriéndose a la enseñanza …En el pasado ha habido, (y aún ahora persisten) fuertes desacuerdos acerca de los propósitos, contenidos y métodos para la enseñanza de la geometría en los diversos niveles… no existe o no ha sido encontrada, una vía simple, limpia, lineal “jerárquica” desde los primeros comienzos hasta las realizaciones más avanzadas de la geometría. Cosa que como sabemos, no sucede con otras ramas de las matemáticas, como la aritmética y el álgebra elemental.
El docente de la primaria “les da” las definiciones de cuadro, rectángulo, triángulo y hasta de una circunferencia a sus pupilos, los cuales, le deben aceptar por que sí, sin discusión alguna, todo el discurso descriptivo acerca de lo que el niño ya ha observado previamente en su entorno, al observar en su hogar sus paredes, sus muebles, las ruedas de los coches, las pirámides que pasan por televisión, etc… en un mundo plagado de formas y figuras, de cuerpos y de modelos que están representados en todo el entorno en el que nos desarrollamos naturalmente.
Muchas de las veces, los docentes se centran en hacer clasificaciones casi de todo: las figuras, los cuerpos, los ángulos, las líneas, etc… y muchas de las veces, sin hacer uso de modelos de donde el alumno pueda observar todas las propiedades de lo mencionado, comparar, contrastar ideas, manipular los objetos para demostrar todo lo que se le “ha dictado” para escribirlo en su cuaderno, pero para que nunca sea asimilado por el alumno, como se da el caso con la mayoría de los temas que un profesor enseña con el poco o mucho esfuerzo y entusiasmo que imprima en su labor.
En lo particular, mi formación matemática en el nivel de primaria, secundaria y de preparatoria, fue muy deficiente, y nunca me di cuenta, porque me parecía que los profesores tenían que enseñar lo mismo que desde siempre me habían estado repitiendo, aunque yo fuera avanzando grado por grado en primaria y secundaria. Nunca intentaron llevar al grupo (del que yo formaba parte) hacia un nivel de abstracción y generalización que nos hubiese ayudado a desarrollar nuestro potencial intelectual, poco estimulado por la ausencia de una enseñanza centrada en el alumno, sus preferencias y deseos, sus necesidades, su entorno, sus estructuras cognoscitivas previas, y por culpa de la tradicional forma de enseñar mediante la repetición de ejercicios y más ejercicios “de los mismos” que explicó el profesor hasta que “a su juicio”, o hasta que su “imaginación” le indicara que habíamos aprendido.
Al elegir qué estudios profesionales iba a cursar, tomé la decisión de elegir la licenciatura en educación con la especialidad en matemáticas, con la nula sensación de temor que muchos manifiestan sentir. Quizá por la razón que aduce el dicho popular “del que nada sabe, nada teme”. Me repetía en mi mente que nada iba a ser para mi diferente a lo que previamente había estudiado, que quizá, lo único nuevo que iba a encontrar en la facultad era la explicación de cómo tenía que enseñar conservando esa tradición de hacer a los pupilos repetir y repetir hasta el cansancio o hasta que “ya no reprueben” los ejercicios de sumas, multiplicaciones, raíces cuadradas, aplicación de fórmulas para sacar área, perímetro, volumen, la longitud de la hipotenusa, etc. Pero por fortuna, pude darme cuenta de que las matemáticas van más allá de todo eso que “ya sabía hacer muy bien” de forma autómata mediante incontables ejercicios de repetición y que me daban la satisfacción de los “dieces”. Me enteré de esto pues, no sin antes lamentar el bastantísimo tiempo perdido en los quehaceres caprichosos de los docentes mal
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