Poema "Los Aromos" Nicanor Parra
Enviado por Asd2053 • 5 de Agosto de 2013 • Tutorial • 3.480 Palabras (14 Páginas) • 951 Visitas
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AROMOS
Muy acertado es también el breve poema "Aromos", que Nicanor Parra incluyó en su libro Canciones rusas. Dice así:
Paseando hace años
Por una calle de aromos en flor
Supe por un amigo bien informado
Que acababas de contraer matrimonio.
Contesté que por cierto
Que yo nada tenía que ver en el asunto.
Pero a pesar de que nunca te amé
-Eso lo sabes tú mejor que yo-
Cada vez que florecen los aromos
-Imagínate tú-
Siento la misma cosa que sentí
Cuando me dispararon a boca de jarro
La noticia bastante desoladora
De que te habías casado con otro.
El poema se inicia en decidido tono de relato. Cuenta el hecho corriente, nada excepcional, del paseo callejero y del encuentro con un amigo al parecer buen recadero y noticioso ("Bien informado", dice con discreción irónica el autor). El amigo cumple a las mil maravillas su oficio y da de inmediato la nueva del matrimonio de una niña. La reacción del poeta es de indiferencia; pero sólo en apariencia, pues su pesar queda en claro al finalizar el breve poema. En cada primavera se conmueve, como le ocurrió la primera vez (Sentimiento negado), ante la noticia bastante lamentable del matrimonio con otro. Repárese en este último pronombre. El otro es el no yo, el anti yo; o sea, el encuentro debió ser de ella con el poeta, pero ocurrió con el otro. ¿Cómo no recordar al respecto el hermoso y conocido poema de Gabriela Mistral, "Balada"? También está constituido en torno del amor del tú y la otra, y de la consiguiente desolación del yo. Pero lo que en la poetisa es narración y lirismo patéticos, pasa a ser en el antipoeta un juego de curiosos desdoblamientos sicológicos sintetizables en amor-desamor, indiferencia-interés, instantaneidad (pasando una vez) -permanencia (cada vez que florecen los aromos). La gradación en "Balada" es constante y sigue un claro proceso intensificador, que bien se puede apreciar en los verbos pasear, amar, besar, a la cabeza de sucesivas estrofas. No hay tal gradación en el caso de "Aromos", sino oposición y abiertas contradicciones.
Repárase, también, en el cambio de actitud poética. De la narración se pasó al diálogo, para rematar en una nueva forma de relato. Y están a la vista las locuciones populares y las frases hechas: amigo bien informado, contraer matrimonio, imagínate tú, a boca de jarro. Todas estas situaciones de estilo, imposibles siquiera de imaginar en "Balada", muestran una vez más la audacia creadora del autor de Poemas y antipoemas.
Es admirable la concisión, no menos que la naturalidad para presentar en finos desdoblamientos sicológicos una dolorosa realidad interior. Lo sentimental no fue desterrado, sino se le dio paso en forma nueva, como con disimulo y con algo de pudor. Es que la antipoesía no es antihumanidad; más bien es camino distinto para buscar al hombre.
5.- PARALELO CON GABRIEL, CELAYA
Si hubiera que escoger un poeta español paralelo por su significación a Nicanor Parra, habría que pensar en Gabriel Celaya. No en Blas de Otero, vecino ciertamente de la poesía antipoética pero a la postre más político y también más formal que el chileno y que Celaya. Éste tiene esa tendencia a lo diario y a lo trivial que hemos visto en Parra, tiene además una ironía emparejadora de situaciones y una voz de protesta que lo proclama poeta de no y de anti, de rebeldías.
Gabriel Celaya es vasco. Nació en Guipúzcoa en 1911. Su advenimiento literario ocurre en 1935 con el libro de poemas Marea del silencio, luego del cual transcurren once años hasta Tentativas, su segunda publicación. Esto de ser vasco no puede serle indiferente. A su coterráneo Basterra le escribe:
Andrés, tú lo comprendes. Andrés, tú eres un vasco.
Contigo sí que puedo tratar de lo que importa,
de materias primeras,
resistencias opacas, cegueras sustanciales,
ofrecidas a manos que sabían tocarlas,
apreciarlas, pesarlas, valorarlas, herirlas,
orgullosas, fabriles, materiales, curiosas.
Tengo un título bello que tú entiendes: Madera.
Y en Canto en lo mío, referido a Vasconia principalmente, escribe:
Antes de España, ya estábamos los vascos
trabajando entre piedras, trabajadas...
Antes de España, ya estábamos los vascos
alzados, siempre alzados.
Dentro de España seguimos trabajando,
metiendo el hombro, callados.
Los vascos trabajan entre piedras duras, con actitud rebelde le meten el hombro a los problemas de España. Así también Gabriel Celaya, poeta de palabra que quiere cavar en la entraña de las cosas a menudo dejadas de mano por la poesía. Él entiende su oficio como el de un trabajador capaz de sacar a luz mucho de lo oculto por la tradición, por el convencionalismo artificioso y artificial. El poeta es hombre de carne y hueso -no ente abstracto- que con sus dos manos se pone a las humildes tareas que precisa la empresa prometeica.
Su poesía quiere renovar el milagro "del perejil, el queso, los guisantes, el ramo/ de calas con rocío de gotas frescas, gordas..." Nabos y acelgas, zanahorias y espinacas se dan cita en su obra no menos que el martillo, el clavo y la madera. Esto antes que el concepto y que las cosas hermosas y elegantes. Temática, en fin, de realidades concretas y puntuales (fechas, horas y nombres propios se encuentran a granel en sus libros), con frecuencia antipoéticas. La idea es que "no hay nada tan sagrado como la vida vulgar", todo dentro del ancho cauce que abriera para la poesía de hoy el movimiento romántico, proclamador de la igualdad de derechos artísticos de lo grotesco y lo sublime. Y ello, por cierto, sin que signifique olvidar los valiosos ancestros viejos de la antipoesía, que en Juan Ruiz tienen un exponente singular.
Gabriel Celaya realiza este trabajo respetando algunos principios por así decirlo, que interesa considerar. Desde luego, el que importa poco el yo poético. Se trataría incluso de hacerlo desaparecer, especialmente en sus expresiones sentimentales. Hay que ir a lo indispensable y a lo urgente, no a lo ornamental y al mero desahogo:
Volveré a escribir
lo que es necesario.
Volveré a cantar
más allá de mí.
Volveré a pensar
que los íntimos transportes
no se deben registrar.
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