Sistema músculo-esquelético

Cuando nacemos no nacemos con todos los huesos con los que contamos de adultos, en realidad, cuando nos estamos formando dentro del vientre, a las 13 semanas se comienzan a formar los huesos, pero no se forman ya directamente con la dureza y firmeza de un hueso, sino que primero comienza formándose cartílago, este cartílago actúa como sostén. Durante la infancia, el cartílago crece y es gradualmente reemplazado por hueso con asistencia del calcio, salvo en algunos puntos o lugares especiales, como las articulaciones, la estructura profunda de la oreja y la punta de la nariz.

A este proceso de producción del tejido óseo a partir del tejido cartilaginoso se le conoce como “osificación endocondral”.

Además de los huesos y articulaciones, los músculos son necesarios para poder movernos y poder realizar actividades básicas para nuestra supervivencia.

Uno de los músculos más importantes es el músculo cardíaco, ya que es el que permite la circulación de la sangre, proceso que es absolutamente vital para nuestra existencia. No puede ser sustituido por otro tipo de músculo, ya que éste músculo cardiaco (miocardio) es específico y por lo tanto más susceptible a los impulsos electroquímicos que aporta el marcapasos Sinusal (donde se origina el impulso eléctrico que da origen a un latido cardíaco).

El músculo esquelético, aunque es contráctil, no es del todo apto para la recepción de los impulsos que el mismo corazón posee. Probablemente latiría más pesadamente y demoraría más. Después de todo, el músculo esquelético no está hecho para latir, sino para contener y mover el esqueleto, además de que los músculos esqueléticos sólo pueden tirar, mas no empujar, así que se necesitarían músculos en dos puntos opuestos para que mientras uno se relaje, el otro se contraiga y así se pueda producir un solo latido. Por lo tanto, un latido de musculo cardiaco quizás demoraría más de los 0.8 segundos correspondientes, ya que tendría que ser un movimiento voluntario y tendríamos que estar recordando a cada momento que debemos hacer latir a nuestro corazón, esto ocasionaría isquemias generales en el cuerpo y en definitiva, no se podría vivir.

Sin embargo, incluso si cuidamos nuestros huesos y articulaciones, estos pueden sufrir daños y se podrían llegar a adquirir enfermedades como la artritis reumatoide, ya que ésta enfermedad no tiene causa conocida.

Es una enfermedad crónica que lleva a la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes.

La mayoría de las veces, la artritis reumatoidea afecta las articulaciones en ambos lados del cuerpo por igual. Las muñecas, las rodillas, los dedos de las manos y los tobillos son los que resultan afectados con mayor frecuencia.

Los síntomas iniciales pueden ser: dolor articular leve, rigidez y fatiga.

Los síntomas articulares pueden abarcar:

• La rigidez

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