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Sobre el arte de argumentar


Enviado por   •  9 de Mayo de 2016  •  Apuntes  •  1.491 Palabras (6 Páginas)  •  233 Visitas

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Sobre el arte de argumentar

Sabemos pero no sabemos argumentar

Todos argumentamos a diario: como cuando la hemos embarrado y tratamos de convencer a la novia o al novio de que nos la perdone y sigamos juntos. Podemos decir cosas como “Es la primera vez que ocurre, y no fue porque yo quisiera sino me sentía sólo y cómo tú nunca estás, cómo nunca tienes tiempo, entonces terminé confundiéndome, pero la verdad es que te quiero sólo a ti”.

O como cuando luchamos por convencer al profesor de ética de que nos reciba un trabajo que debimos entregar una semana antes:

“Profe, usted tiene razón, había que entregarlo hace 8 días, y no le voy a mentir me olvidé, es que he tenido tanto trabajo y tantos problemas en mi vida últimamente que se me borró, no me acordé. Pero usted sabe profe que yo siempre participo, que me encanta su clase y que  me interesan mucho estos temas, porque no se suelen discutir en mi carrera, además le prometo que no vuelvo a fallar profe”.

Analicemos estas sencillas argumentaciones: la sinceridad, la compasión, la empatía, el reconocimiento del gusto o del interés por cosas comunes, etc.

Pues bien, sabemos argumentar aunque no lo reconocemos, para eso hay que estudiar, es toda una técnica y muy antigua, por cierto no una técnica cualquiera, porque incluye no sólo un manejo dúctil del lenguaje sino también un conocimiento de los otros: de sus valores, de sus creencias –o ideología-, de su carácter, de su temperamento –lo que incluye sus emociones-. Pero también incluye un conocimiento de nosotros mismos, de nuestras emociones por ejemplo, e implica calibrar bien el estado de nuestras relaciones con los otros, y el tipo de imagen que creemos estar proyectando y un intento por presentarla de una cierta manera.

El problema de decidir, la condición trágica de la acción

Pero la cosa se complica aún más cuando se trata de auditorios más complejos y en los que nos jugamos grandes cosas: la aprobación de un proyecto a ciertos clientes en nombre de nuestra compañía; el convencimiento de un país para que vote por nosotros a la presidencia; convencer a un juez de que somos inocentes para evitar ir a la cárcel; convencer a nuestra pareja de toda la vida de que no rompamos, a pesar de todos nuestros problemas, porque la queremos mucho y no aceptamos siquiera la idea de perderla. Y todo esto es riesgoso y puede marcar el rumbo de nuestra vida en distintos niveles.

La argumentación es clave para la vida pública y privada.

Pero que haya buenas argumentaciones y que uno esté acostumbrado a argumentar es algo que depende de circunstancias sociales. En general no se argumenta mucho o se argumenta mal o ni siquiera se puede argumentar porque no nos dejan o no nos escuchan. Tiene que ver con cuán democrática es realmente una sociedad o una institución, y al mismo tiempo, de eso depende que esa sociedad, esa institución, esa relación personal, sea más fuerte o no, en el sentido de más razonable y menos susceptible de cometer errores. Pero si sólo recibimos órdenes, si sólo se nos convoca para aprobar mansamente sin tener derecho a cuestionar o a sugerir, a ser convidados de piedra, o si somos meros instrumentos de los caprichos de los otros –como en esas relaciones en las que el otro siempre lleva la batuta y uno no puede sino decir sí quiero…en ninguno de estos casos existen vínculos fuertes y no se nos reconoce como sujetos activos.

La lucha contra la arbitrariedad

Argumentar tiene varias implicaciones a saber: aprender a percibir de cierta manera, a captar matices, a hacer estimaciones agudas (nos están engañando; si seguimos así nos vamos a echar a perder; el país está cambiando…) y a prender a opinar sobre eso que se capta o se percibe. La opinión es algo clave y complejo, tiene que ver con romper con la arbitrariedad, es todo lo contrario de lo que dicen con frecuencia los estudiantes: ¿porque haces o piensas tal cosa? Ah… porque yo opino eso y ya… y ¿por qué piensa eso? Ah porque sí…pero no, la opinión no implica clausura o atrincheramiento sino todo lo contrario, implica apertura a la discusión. Yo opino que tal supone que tengo un punto de vista que se puede sostener con unas buenas  justificaciones (o buenas razones), y eso lo que yo exhibo ante los demás para ver si coinciden o no con migo, si los convenzo o si al contrario rebota eso que digo. Por eso tiene que ver con ser razonable, con no ser arbitrario…pero hay mucha arbitrariedad en el mundo, en la vida cotidiana, y también por ello mismo mucha violencia aceptada sin más, en la vida familiar, laboral o política de un país. La otra cara de esto es si es reflexivo o no, si se cree firmemente en que discutiendo uno puede cambiar de punto de vista. En este sentido tiene una dimensión ética, de conocimiento y trabajo sobre uno mismo.

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