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Songuirirongi


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  1.630 Palabras (7 Páginas)  •  324 Visitas

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Los vemos todos los días, en el centro, en las avenidas, en las calles, en la ciudad de la cual somos parte, o en ciudades que visitamos, en las plazas, afuera de los comercios.

Caminamos y pasamos a un lado suyo, sin darnos cuenta de que están ahí; si acaso los notamos, hacemos de cuenta que no están ahí, o comenzamos a juzgarlos, a preguntar “por qué no hacen nada de su vida” o decimos “están fuertes, aún pueden trabajar”… jamás nos preguntamos cómo llegaron ahí, quiénes son, de dónde son, qué sienten y por qué están ahí.

Así es, me refiero a los vagabundos, a personas indigentes que por alguna u otra razón han llegado ahí. Pasamos a su lado, los vemos y ni una ayuda les damos. Los miramos con pena, lastima y algunas veces con temor, sin saber que más que dinero o apoyo material, buscan un amigo, una plática.

Les negamos nuestra compañía, porque somos incapaces de empatizar con ellos, les tememos por no saber que hay detrás de esa persona que anda sucia o huele mal.

No sabemos si en algún momento aquel hombre que vemos a diario en la esquina pidiendo dinero hace años tuvo dinero y fue rico, o si fue un funcionario público con buenas ganancias económicas y por alguna u otra razón lo perdió todo.

La vida da muchas vueltas, lo material viene, llega y se va en algún momento de nuestras vidas.

Cuando llega somos felices, porque creemos lo tenemos todo, cuando se va somos tan infelices e incrédulos, que hasta renegamos y reprochamos a espíritus o entes sobrenaturales o en otros casos divinidades preguntándoles por qué a nosotros, o por qué nos pasa tal cosa, sin ponerse a pensar que somos nosotros mismos los causante de nuestras desgracias y nosotros mismos los que nos quitamos las cosas materiales de una manera u otra, y somos nosotros mismos quienes nos devastamos por si solos cuando perdemos tales cosas, porque nos acostumbramos tanto a la vida material que cuando lo perdemos, no sabemos qué hacer y creemos que todo está perdido.

Dicen por ahí, tristemente, que cuando lo tenemos todo, tenemos muchos amigos y familia y cuando lo perdemos todo, en su mayoría se va todo, tanto bienes materiales como amigos y hasta familia.

Pues bien, así es como comienza la historia de Marcial, quien hace ya muchos años cuando era muy joven, tenía un buen trabajo, así también sus hermanos y familia en general, todo marchaba muy bien.

U n día inesperadamente su trabajo de funcionario en el gobierno, terminó, sin más ni menos, lo despidieron (como es muy normal en ese tipo de trabajos), poco a poco lo fue perdiendo todo, parecía que como dicen le llovía sobre mojado, no sólo había perdido el trabajo, un accidente le provoco quemaduras en gran parte de su cuerpo y no podía conseguir dinero, así fue como sin dinero ni un lugar donde vivir fue de ciudad en ciudad buscando a su familia para pedirle un poco de apoyo, pero todos le dieron la espalda.

Marcial desde sus 20 años de edad es hipertenso, así que no sólo comida buscaba conseguir, sino medicamentos para su enfermedad, así como un techo en donde dormir.

Iba a instituciones típicas que presumen de altruismo, pero siempre le negaban comida o medicinas debido a que él no tenía ni 3 pesos para pagar siquiera sus medicinas, jamás creían que él no tenía dinero, debido a que acostumbraba pedir el baño a los bomberos para tomarse una ducha, siempre andaba limpio.

Sin comida ni siquiera un vaso de agua que beber iba vagando de ciudad en ciudad; cuenta Marcial, que un día llego con una señora a un puesto de aguas frescas y pidió un poco de agua y comida, la señora muy amable le dio agua para beber y para llevar así como un poco de comida.

Cuando buscaba dormir en las calles, lo corrían de las calles, cuando buscaba una banca de algún parque para dormir, policías le quitaban lo poco que tenía y después lo corrían del lugar, así fue como decidió ir a dormir debajo de los puentes.

En los puentes, Marcial platica, fue donde conoció más personas como él, y de los cuales se hizo muy amigo; personas alcoholizadas, drogadictos, con problemas mentales, etc.

Duró un año viviendo así, poco a poco fue saliendo de ese bache en el que había caído, de alguna forma logró salir por completo, consiguió un seguro por enfermedad, consiguió ser pensionado y esa pensión es de la cual vive hoy en día junto con su familia.

Marcial y Lucy, su esposa, un día mientras se encontraban en un parque, recién pensionados los dos vieron a un hombre sacar de un bote de basura comida y agua, para comer un

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