Tizio

Según Tizio (2003) el sujeto de la educación es considerado como tal a partir de unas atribuciones (capacidad y voluntad) interpuestas por el agente educativo al sujeto, y por la aceptación de éste a acceder a la cultura. También afirma que una persona sólo pasa a ser sujeto de la educación cuando se le suponen intereses particulares y disposición al trabajo, de manera que en la educabilidad de un individuo tanta influencia tiene la aceptación a ser educado como la consideración del educador de que es posible que sea educado.

Así que desde que el individuo entra al entorno educativo, el educador debe suponer que el sujeto de la educación posee las capacidades y aptitudes necesarias para que se produzca la educación pero sin intentar concretarlas y catalogarlas porque esta clasificación actuaría como un límite. El educador debe mantener la apuesta educativa en el tiempo a pesar del rechazo inicial del sujeto, porque “el consentimiento no es un previo sino una consecuencia, y si no ha habido acto educativo no hay consentimiento” (Tizio, 2003).

Debido a que el consentimiento del educando es un elemento necesario para que la educación sea posible, es necesario procurar un entorno que lo posibilite. En este sentido, el educando se sentirá emocionalmente seguro y mostrará más disposición a ser educado en ambientes afectuosos donde hay una autoridad con la que se sienta identificado.

La identificación del educando con el modelo que ofrece el educador se produce a través del respeto, es decir, el alumno considera al educador un modelo a imitar en tanto que reconoce una autoridad, acompañada de afecto. El afecto sin autoridad puede causar problemas educativos importantes, igual que pasa con la autoridad sin afecto.

En este sentido, la labor educativa se debe orientar hacia “enseñar” a nuestros semejantes y “aprender” de ellos (Savater, 1997). Es decir, en el hecho educativo, las relaciones intersujbetivas son importantes para que el homo sapiens alcance su estatus de homo humanus, ya que no basta con haber nacido humano porque la condición humana se alcanza, según Morín (2001) “cuando sentimos y concebimos a los humanos en tanto sujetos. Ella nos vuelve abiertos a sus sufrimientos y sus alegrías…”.

En base a lo expuesto, el educador debe contagiar su humanidad a los demás y concientizarse de la existencia del otro con quien interactúa socialmente, es decir el alumno. En este sentido, el quehacer educativo diario debe llevar a enseñar-aprender o a aprender-enseñar a través de un proceso simbiótico en donde el “otro” juega papel importante para que se cumpla la díada enseñar-aprender o aprender-enseñar, ya que en este continuum humano se promueven las interacciones sociales las cuales producen la sociedad y el ser humano a

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