Uno de los problemas contemporáneos de la antropología tiene que ver con la práctica humana del habitar
Enviado por Angel Alvarez • 23 de Noviembre de 2016 • Apuntes • 2.267 Palabras (10 Páginas) • 306 Visitas
Uno de los problemas contemporáneos de la antropología tiene que ver con la práctica humana del habitar. Pensar el habitar aviva el viejo debate antropológico de la relación naturaleza y cultura atizada por las nuevas comprensiones provenientes de la antropología ecológica y la ecología política. De esta manera, construir el edificio teórico sobre el tema del habitar significa explorar las concepciones teóricas de Claude Lévi-Strauss expresadas en el pensamiento salvaje, la ontología de Philippe Descola, el radicalismo fenomenológico de Tim Ingold y la ecología política de Arturo Escobar hasta llegar a la concepción actual de lo que se ha denominado antropoceno, abordado por Bruno Labour. P. Descola y T. Ingold. También es necesario explorar algunos estudios etnográficos realizados en algunas comunidades locales colombianas.
Las reflexiones ontológicas del filósofo y etnólogo francés Philippe Descola se sitúan en el proyecto que iniciara su director de tesis Claude Lévi-Strauss sobre la dicotomía entre naturaleza y cultura. Esta ha sido la fuente alrededor de la cual distintas antropologías se han acercado para tomar decisiones epistemológicas sobre el quehacer científico del antropólogo. Descola cuestiona el dualismo naturaleza-cultura y propone un “nuevo paisaje antropológico multidimensional” al considerar que el relativismo cultural posee un principio universal en el que existe solo una naturaleza. La naturaleza vista a través del catalejo del relativismo cultural es la fuente de ordenamientos simbólicos singulares que necesitan de unos modos de identificación, modos de relación y modos de categorización.
La tesis central que Descola explora en Construyendo Naturalezas: Ecología simbólica y práctica social es que existen patrones generales con los cuales los seres humanos construyen las representaciones sobre su medio ambiente físico y social. Las cosmovisiones de los pueblos siempre han predicado el dominio de lo humano pero también aceptan que existe otra realidad objetivada como los no humanos, por lo tanto la objetivación social de los no humanos, ya opere por inclusión o exclusión social, no se puede separar de la objetivación de los humanos; ambos procesos están directamente animados por la configuración de ideas y prácticas de la que cada sociedad extrae sus conceptos del propio ser y de la otredad (Descola, 1996: 107).
Descola cree que cuando los miembros de una comunidad son incapaces de expresar con claridad los principios elementales de sus propias convenciones culturales, acuden a un conjunto básico de patrones subyacentes que organizan las relaciones entre los humanos y los no humanos. Estos principios básicos a juicio de Descola no son universales sino simples propiedades de objetivación de las prácticas sociales, vale decir, representaciones de la vida real inmersas en un conjunto de relaciones menos diversas. Esta objetivación social humana y no humana está estructurada por una clasificación ontológica: animismo, totemismo y naturalismo y modos de: identificación, relación y categorización que le permiten a Descola presentar unas variaciones y combinaciones entre estas.
Los modos de identificación expresan la frontera entre lo humano y lo no humano. El animismo, por ejemplo, otorga a los seres naturales disposiciones y atributos sociales, según Descola no explotan las relaciones diferenciales entre especies naturales para dar a la sociedad un orden conceptual, sino que más bien utilizan las categorías elementales que estructuran la vida social para organizar en términos conceptuales las relaciones entre los seres humanos y las especies naturales (Descola, 1996: 108). En cambio, en los sistemas totémicos los no humanos están ausentes de las sociedades, existen así dos dominios separados de lo no humanos: en el primero se objetiva a través de la clasificación totémica y el segundo a través del sistema animista. El naturalismo es el modo identificación occidental y el más familiar para nosotros, por eso, los sistemas totémicos y animistas los consideramos falsos y muy distantes de nuestra forma de comprender el mundo. Descola considera que el naturalismo es la creencia que la naturaleza existe, ciertas cosas deben su existencia a ella y su desarrollo se debe a un principio ajeno a la voluntad humana, está presente en todas las cosmovisiones occidentales desde Platón. El naturalismo posee un dominio ontológico en el que nada ocurre sin la voluntad de Dios o de un principio inmanente.
Pero el animismo, totemismo y naturalismo son sistemas ontológicos, abstractos, que se explicitan a través de múltiples identidades características de los grupos humanos y no humanos. Estas identidades son significativas en tanto son diferenciadas y estén mediadas por un tipo de relación que manifiestan los diferentes estilos y valores que se hallan en la praxis social. Los modos de relación que caracterizan las realidades ontológicas son para Descola: Rapacidad, reciprocidad y protección. La reciprocidad es un principio de equivalencia entre lo humano y lo no humano, tan característico en las cosmovisiones de los indios tukanos del oriente colombiano, tanto los unos como los otros comparten la biosfera, Descola afirma que los intercambios internos se organizan a partir de devolverle a los no humanos la energía que se ha perdido en la procura del alimento, especialmente durante la caza. Este intercambio reciproco contribuye con el equilibrio del cosmos. La rapacidad es la forma de relación de los jíbaros del oriente del Ecuador y el Perú, también consideran, como los tukanos, a los no humanos como personas, están ligados a ellos por lazos de consanguinidad pero no poseen con estos una red de intercambios. En este tipo de relación los no humanos tratan de vengarse chupando la sangre de las mujeres y de los niños o castigan a los cazadores excesivos con la mordedura de una víbora. En la relación de protección los humanos y los no humanos se perciben en dependencia de reproducción y bienestar a través de unas pocas especies domésticas de animales y plantas que están vinculados a los humanos de manera singular o colectiva. La protección no es mutuamente beneficiosa sino que implica una serie encadenada de acontecimientos ontológicos asimétricos, así, afirma Descola, el sistema de protección puede involucrar un sistema de relación que involucra una forma de reciprocidad y también de rapacidad.
Descola propone dos modos de categorización de las realidades ontológicas de las diferentes cosmovisiones: Un esquema metafórico y un esquema metonímico. Estos se mezclan produciendo combinaciones específicas, el esquema metafórico clasifica a través de semejanzas morfológicas o analógicas; entre tanto, el esquema metonímico lo hace por propiedades o por uso. Todas estas proposiciones hipotéticas conducen a Descola a proponer unas combinaciones entre humanos y no humanos denominados variaciones. En las variaciones animistas, Descola encuentra que los tres modos de relación, reciprocidad, rapacidad y protección, se hacen presentes, pues la reciprocidad es una forma de inversión de la rapacidad y define esos sistemas animistas en los que las relaciones entre los humanos y no humanos, son alimentados por un intercambio constante de servicios, alamas, alimentos o vitalidad genérica (Descola, 1996: 115), entre tanto, el sistema de relación de protección en el sistema animista raras veces se hace presente. En las variaciones totémicas la relación entre lo humano y lo no humano son dicotómicas, se producen una serie de signos que clasifican lo uno y lo diferencian de lo otro. Así que las relaciones de rapacidad, reciprocidad y protección son también dicotómicas. En las variaciones naturalistas existe una relación entre la humanidad y la naturaleza pero no entre lo humano y lo no humano; La relación de rapacidad se refleja en la idea que la naturaleza es cada vez menos un principio autónomo de desarrollo. Por último, la reacción a la apuesta de construir naturalezas desde una ecología simbólica supera la dicotomía entre naturaleza-cultura, material e inmaterial o lo humano y lo no humano ofrece una manera diferente de comprender la relación social entre lo uno y lo otro. Es decir, existen otras maneras diferentes, multidimensionales, de comprender la objetivación de lo no humano pero también la dicotomía clásica que iniciara Lévi-Strauss.
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